Una artista “única e irrepetible”

Un talento para la comedia único, una de las actrices con más personalidad, una gran artista. Lina Morgan, que falleció a los 78 años en Madrid, deja un legado incalculable y un cariño inmenso entre el mundo del espectáculo. Así lo expresaron cientos de ciudadanos, compañeros y amigos que pasaron a lo largo de la jornada por su capilla ardiente, instalada en el Teatro de La Latina.

21 ago 2015 / 08:51 H.


Morgan murió en su domicilio de la capital, la ciudad que la vio nacer el 20 de marzo de 1937. Hija de un sastre y una ama de casa, comenzó a labrarse una carrera como artista desde muy pequeña. De hecho, a los 11 años, al terminar Primaria, empezó a estudiar baile clásico español.
Fue Pepe Cabo, representante del mundo del espectáculo, quien puso sus ojos en ella cuando había cumplido 13 años para pasar a formar parte de una compañía infantil, “Los chavalillos de España”. Ahí comenzó la relación con la interpretación Morgan, que entonces desconocía que pasaría la mayor parte de su vida haciendo reír a las familias españolas. Según explica la Academia del Cine, tuvo éxitos “rotundos” en cine, teatro y televisión, medio al que se dedicó en cuerpo y alma los últimos años de su trayectoria artística.
Corría la mitad de la década de los cincuenta y Lina Morgan, ya como vedette de revista, se codeaba con Tony Leblanc, Manolo Paso o Miguel Gila. En ese momento, se fijaron en ella para el cine y dio sus primeros pasos en el celuloide. Más tarde, sus apariciones en varios Estudios hicieron que fuese requerida como protagonista en la pantalla grande. Soltera y madre en la vida (1969) y La tonta del bote (1970) fueron los títulos en los que empezó a percibirse que Lina Morgan se convertía en una cómica de las de siempre, querida y seguida por toda la familia. A partir de los setenta estuvo en ocho comedias dirigidas por Mariano Ozores, donde siguió explotando las fórmulas de humor que le habían llevado al éxito.
En 1978 alquila, con la ayuda de su hermano, el Teatro La Latina de Madrid, símbolo emblemático de las tablas en su barrio. Cinco años después, lo compró por 127 millones de pesetas. Mantuvo la propiedad hasta junio de 2010.
En 1994 fue uno de los fichajes estrella de Antena 3 para la serie Compuesta y sin novio. Tras este serial, volvió a la cadena pública de la mano de Valerio Lazarov en Hostal Royal Manzanares, serie que no dejó de cosechar éxitos en cuatro temporadas reuniendo frente al televisor en su último episodio a 7.332.000 espectadores. Tras este éxito, casi sin precedentes de la ficción española, Morgan se embarcó en otras producciones televisivas que no tuvieron tanto recorrido y fue retirándose del que había sido su oficio poco a poco.
En vida, Lina Morgan fue una personalidad artística muy reconocida y recogió galardones como el Fotogramas de Plata, tres TP de Oro, la Antena de Oro de Teatro, un Premio Ondas, el Miguel Mihura, la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.