Un terremoto hace temblar de miedo a Jaén
N. López Priego/ M. J. Bayona / Jaén/ Cazorla
El terremoto más intenso de los registrados en la provincia en este todavía joven siglo XXI se registró, ayer, al oeste-noroeste de Huesa. Tuvo una magnitud de cuatro grados en la escala de Ritcher y, en unos segundos, sembró el 'miedo' en jiennenses de casi toda la provincia y lo expelió a las colindantes de Córdoba, Granada, Murcia, Albacete y Ciudad Real.

El terremoto más intenso de los registrados en la provincia en este todavía joven siglo XXI se registró, ayer, al oeste-noroeste de Huesa. Tuvo una magnitud de cuatro grados en la escala de Ritcher y, en unos segundos, sembró el 'miedo' en jiennenses de casi toda la provincia y lo expelió a las colindantes de Córdoba, Granada, Murcia, Albacete y Ciudad Real.
Había llegado a casa después de otra jornada en el Ayuntamiento de Huesa y, arrimado a la mesa, Valentín Alcalá Barba disfrutaba tranquilo de un almuerzo familiar, cuando sintió que la calle vibraba más allá de las paredes de su vivienda bajo las ruedas de “un camión”. “Es lo que pensé al principio”, explica el teniente de alcalde hueseño. Pero, “unos segundos después”, una nueva sacudida, esta vez más violenta, lo corrigió de su error y le metió el susto en el cuerpo. “Fue un temblor muy grande. Tengo cincuenta años y no he presenciado nada así. Los cuadros y los cristales se movieron y me dio mucho miedo”, reconoce. Y no fue al único ciudadano de este municipio de la comarca de Cazorla. Como él —cuenta—: “Todos los vecinos salieron a la calle porque sentían que no estaban seguros dentro de sus viviendas. Fue un poco escandaloso”. Y la prueba son las más de 260 llamadas que contabilizó el servicio de Emergencias 112.
A las tres y treinta y seis minutos de la tarde, en ese momento en el que muchos apuran el último trago y se introducen el último bocado en la boca y otros paladean el placer de un café, la provincia registró el terremoto más intenso de los que la han sacudido desde que comenzó el siglo XXI. Un temblor de cuatro grados en la escala de Richter, localizado a “cinco o seis kilómetros” de Huesa, y a seis de profundidad —según datos del Instituto Geográfico Nacional—, que hizo que a miles de jiennenses de casi todos los municipios de la provincia se les bajara la comida a los pies o se les atragantara. Porque, aunque no llegaron a producirse daños personales, ni materiales, el miedo se propagó, como si antes hubiera estado contenido en un aspersor, desde Huesa a los pueblos vecinos y a las provincias limítrofes de Córdoba, Granada, Murcia, Albacete y Ciudad Real. “Me asusté al escuchar el movimiento de los objetos que había sobre la mesa y el característico sonido que acompaña a estos temblores”, relata el alcalde de Quesada, Manuel Vallejo, que, en el momento del seísmo, estaba almorzando con la tele puesta y veía una noticia sobre la visita de los inspectores de la ONU a los reactores de la central nuclear de Fukushima Daiichi, en Japón.
Vallejo contactó con los agentes de la Policía Local y llamó a los alcaldes pedáneos. “En todos había un susto tremendo”, indica el munícipe. En algunos lugares, los espejos se rompieron y las cazuelas llegaron a caerse al suelo; en muchas viviendas, los vidrios temblaron, y en otras, el temblor se percibió de una forma tan suave, como en la capital, que sus inquilinos pensaron que un vehículo pesado machacaba el asfalto de la calzada y hasta hubo quien creyó que alguien gastaba una broma y movía el sofa de su casa, como le ocurrió al cazorleño Luis Amores.
“Los ciudadanos se alarman, porque, además, ha ocurrido en un momento en el que todo está tranquilo”, justifica el profesor de Geofísica de la Universidad de Jaén, José Antonio Peláez, pero, a modo de calmante, añade: “Con las normas de construcción que hay en España, y si se cumplen, las casas no deben tener ningún problema para resistir terremotos de esta magnitud”. Una intensidad que, más allá del sobresalto generalizado que generó, “no es significativa, ni grande”, declara el experto. Todos los meses pueden registrarse fácilmente dos o tres terremotos en la provincia. De hecho, Quesada es una importante zona sísmica y, precisamente por ello —recuerda su alcalde— uno de los dos sismógrafos de Jaén está instalado en el municipio. Pero, a pesar de ello —aclara Peláez—, “Jaén es prácticamente asísmica”. Los que se registran “son terremotos de magnitudes inferiores a tres o cuatro grados y solo en contadas ocasiones pueden ocurrir seísmos como estos”.
El movimiento del suelo es debido, fundamentalmente, a los que se producen en Granada y en el Sur de la provincia de Córdoba. No obstante, agregó que, en los próximos días, es posible que se produzcan sucesivas réplicas de este temblor principal. Ciertamente, después del alarmante terremoto de cuatro grados al oeste-noroeste de Huesa, y hasta el cierre de esta edición, los sismógrafos del Instituto Geográfico Nacional habían registraron cuatro réplicas más. Una al suroeste de Quesada, con magnitud 2,1 grados en la escala de Ritcher y apenas tres minutos después del principal; otro al este de Jódar, de 1,6 grados y, aproximadamente, a las cuatro menos diez de la tarde; un tercero al noroeste de Larva, de 1,9, y el último al oeste del municipio de Quesada, de 1,5 grados en la escala de Ritcher. El movimiento sísmico que, ayer, sacudió la provincia es, hasta la fecha, el más notable de los albores de este nuevo siglo. Hasta ahora, el “récord” lo tenía el temblor de 3,8 grados que se localizó el 24 de junio del año 2001, al Suroeste de Jaén. Después, cabe recordar el de 3,3 grados que, el 5 de abril de 2010, hizo vibrar el suelo bajo los pies de cerca de 100.000 jiennenses de nueve municipios. Tuvo su epicentro en Vilches y, en la quietud de la noche, quebró el sueño y rompió la tranquilidad de los ciudadanos. Las alarmas saltaron y la incertidumbre se adueñó de los vecinos, que sintieron cómo temblaban las camas bajo sus cuerpos. No hubo daños personales, ni materiales de consideración. Como ayer. Ese fue el bálsamo a la preocupación que sembró el terremoto en el ánimo de decenas de jiennenses, que, como Juan Coronado, en Mogón, no respiraron aliviados hasta comprobar que no había grietas en ningún sitio.
La tierra vibra en 'un área de especial interés geológico'
Sus magnitudes son “tan bajas” que, “hoy por hoy”, los terremotos que sacuden la provincia “no se pueden predecir”, sentencia el profesor de Geofísica de la Universidad de Jaén, José Antonio Peláez. Sin embargo, en la zona de Huesa en la que, ayer, se localizó el que, hasta ahora, es el temblor más intenso de los registrados en estos primeros doce años del siglo XXI, investigadores del departamento de Geología de la UJA, pertenecientes a los grupos de “Riesgo sísmico y tectónica activa” y “Procesos geológicos”, desarrollan sus investigaciones.
En los estudios realizados, actualmente en fase de elaboración de publicaciones científicas, ya se habían puesto de manifiesto estructuras geológicas que evidenciaban la actividad tectónica reciente de la región, así como de otras de la campiña jiennense, se informa en un comunicado. Según los investigadores de la UJA, el epicentro del terremoto se sitúa en un área de especial interés geológico en el ámbito de la Cordillera Bética, como es el Corredor del Guadiana Menor, una zona donde la existencia de fallas es bien conocida, como, por ejemplo, la denominada como de Tíscar. De ahí que los estudios estén dirigidos a evaluar los movimientos recientes de esta región particular.