Un caza se estrella en Segura y arde sin control el paraje natural

José Rodríguez Cámara / Segura de la Sierra
La Fuerza Aérea Española perdió ayer uno de sus aparatos en la Sierra de Segura. El caza se estrelló en un pinar centenario, en Pleno Parque Natural, y causó un incendio con dos focos y muy difícil de controlar.  Una comisión militar investiga el accidente del que el piloto, un teniente de 30 años, salvó la vida.

    11 sep 2009 / 09:00 H.

    A las once y cuarto de la mañana se formó un gran hongo de humo en pleno corazón del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas. Era el momento justo en el que comenzaba un incendio en la comarca segureña que, al cierre de esta edición, todavía no tenía visos de ser controlado. El origen del fuego está en la llamada Cumbre de Beas, un monte público en el que coinciden los términos beatense, de Orcera, Segura de la Sierra y La Puerta. Allí, se estampó contra un pinar centenario el avión que pilotaba el teniente del Ejército del Aire Ángel Gálvez Belmonde, de 30 años. El militar había despegado de la base aérea de Los Llanos, en Albacete, y, junto a la tripulación de otras aeronaves militares, participaba en un ejercicio práctico. Por causas que todavía se desconocen, su aparato, un Dassault Mirage F-1, se vino abajo.
    El aviador logró activar el asiento eyectable y, al caer con el paracaídas, pudo salvar la vida. Poco después, un helicóptero del Servicio Aéreo de Rescate lo evacuó hasta un hospital de Albacete y, según Defensa, sus heridas no son graves. La Comisión de Investigación Técnica de Aereonaves Militares (Citaam) elabora, desde ayer, un informe sobre lo ocurrido para tratar de aclarar las causas. La Guardia Civil también recorrió las zonas del impacto de las distintas piezas del Mirage F-1, que quedó destrozado, e interrogó a los testigos. Uno de ellos, el vecino de la aldea segureña de Arroyo Frío Antonio Bergara Bergara, explicó a los agentes de la Benemérita cómo había visto al caza hacer una maniobra extraña y también escuchado un sonido anormal y unas fuertes explosiones.
    Las deflagraciones, según las primeras hipótesis, correspondieron al estallido del combustible y los proyectiles que componían la carga del aparato. En cuanto a las llamas, como confirmó el propio delegado de Medio Ambiente, José Castro, provenían de dos focos próximos. Los primeros indicios, apuntan a que, además de por el combustible y el armamento, el monte comenzó a arder por los cohetes que impulsan la cápsula de salvamento. La duplicidad de frentes, el fuerte viento y el hecho de que el fuego comenzara en un valle complicaron, desde el principio, las labores de extinción. Los incendios toman fuerza al subir las pendientes y esto, unido a que se trata de una zona de vegetación virgen, apenas sin caminos o cortafuegos y con abundante matorral, avivó las llamas. Sobre las tres de la tarde, la Benemérita y la Policía Adscrita a la Junta se planteaban si evacuar o no el camping Monte Catena, en el que sólo estaban sus propietarios, y algunas aldeas. Finalmente, aunque las llamas se quedaron a unos dos kilómetros, no fue necesario el desalojo, ya que, como confirmó el alcalde de Segura de la Sierra, Jacinto Viedma, no había peligro para las personas. Tampoco hubo problemas para las comunicaciones, salvo un corte puntual de la carretera de Beas de Segura a Cortijos Nuevos, que, según el 112, ayer por la tarde ya estaba abierta.
    desde el aire. La cercanía de núcleos urbanos y lo inaccesible del terreno hicieron que el despliegue de medios aéreos fuera espectacular desde minutos después de declararse el incendio. El dispositivo Infoca del Gobierno andaluz movilizó ocho helicópteros y un avión de coordinación y vigilancia. El Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino y el Ejército, como explicó el delegado de Medio Ambiente, también enviaron a la provincia de Jaén, desde Castilla-La Mancha, Madrid, Málaga y Murcia, una decena de aeronaves, entre ellas cuatro aviones “Foca”, con capacidad para descargar cinco mil litros de agua, y un helicóptero “Kamov”, uno de los más eficaces en la lucha contra incendios. Los ataques a las llamas desde el aire eran observados desde Arroyo Frío con interés y hasta generaron aplausos de los vecinos, que pensaban que el fuego llegaría a sus viviendas. Los medios aéreos todavía trabajaron hasta el anochecer de ayer, pero, aun así, el fuego estaba sin controlar.
    Al cierre de esta edición, unas ciento cincuenta personas, apoyadas por ocho camiones autombas, atacaban las llamas en tierra. Al amanecer de hoy, si todavía es necesaria su intervención, volverán los aviones y los helicópteros.

    “Es una pena, era un año  sin fuegos”
    Los vecinos de la comarca de Segura no ocultan su malestar por los daños al medio ambiente que causará el accidente del caza. Aunque están satisfechos porque no hay que lamentar víctimas, suspiran al comprender que el incidente podría haber causado una tragedia.
    “Si hicieran las prácticas en el Atlántico, no se quemaría el monte como se está quemando”, lamentaba un vecino de Segura, testigo del incendio. Y es que, ayer en la comarca, el sentimiento era de alivio, porque el cazabombardero no se precipitó sobre una zona poblada, pero también de cierta indignación. “Es una pena, porque llevábamos un año muy bueno, sin ningún incendio”, lamentaba Pedro Navarro, uno de los treinta vecinos de la pequeña aldea de Arroyo Frío, a unos dos kilómetros del lugar en el que se estrelló el avión.
    A Ramona Navarro, una emigrante jiennense que reside habitualmente en Gerona, no le cabía en la cabeza que junto a su tranquilo pueblo, al que regresa para pasar unas tranquilas vacaciones, se hubiera estrellado un avión. “Salimos todas las vecinas a la puerta. Del susto que nos llevamos al escuchar la explosión (del aparato militar), estábamos llorando”, relataba la mujer. Amancio Sánchez matiza que fueron dos estruendos los que los sobresaltaron. Luego llegó otro más, que correspondía  al impacto del Mirage F-1 contra un pinar, apunta. El accidente se observó también desde Cortijos Nuevos. Uno de sus habitantes, Ángel Moreno, se percató de que, en sus palabras, “algo iba mal” al ver que el caza abandonaba la formación y caía en barrena.