Stop mesías salvadores
No hace mucho que ha empezado el circo electoral para las elecciones generales del 20 de noviembre, es cierto que el ambiente de constante campaña se extiende mucho más de lo que cualquiera puede recordar dejando en una ridiculez, meramente legalista, los 15 días de la campaña oficial.
El entorno, simplemente, se enrarece un poco más de lo normal pero la atmósfera constantemente cargada no varía en demasía de la rutina de choque y conflicto que empapa los 4 años de legislatura. En teoría, estos 15 días deberían de servir para poder cotejar las propuestas que los diferentes partidos políticos dan para solucionar los problemas comunes. Estas ideas deberían de tener una finalidad constructivista, de hecho no conozco ninguna buena idea que no la tenga, deberían ser ideas que se ennoblecieran con las aportaciones de los demás. Los debates serían ese gran momento donde comparar las contribuciones de los diferentes bandos y ver como los candidatos son capaces de criticar de forma argumentada las propuestas que no comparten y de aceptar aquellos puntos que consideren positivos y enriquecedores para su programa. Los 4 años de legislatura resultado de las elecciones tendrían que ser, por encima de la legítima discrepancia y el necesario control del ejecutivo, una continua búsqueda del mejor gobierno ciudadano y una absoluta lealtad al bien común por encima de la ventaja individual o partidista. Estas palabras parecen propias de un ingenuo, algo que solo es achacable a la degradación de la política una de las actividades más nobles que puede ejercer un ciudadano donde los mejores debieran de hacer todo lo posible por mejorar la vida del individuo. Parece muy discutible que sean los mejores los que se dedican a la política, los continuos debates son simples mítines contrapuestos donde ninguno de los bandos está dispuesto a rectificar y enriquecerse con las aportaciones del rival. El problema es que el interés partidista domina el escenario y en ese escenario deben aparecer líderes políticos que den dogmas más que ideas, que no duden y sentencien, que sean poseedores de la verdad sin necesidad de contribuciones ajenas, que no hayan necesitado fracasar para aprender puesto que el fracaso no ha existido en sus vidas. Es decir mesías salvadores con contrato por obra y servicio de 4 años. No creo que haya que demonizar a la política cuando esta se dé en democracia, tampoco creo que haya que buscar las respuestas fuera del sistema porque como dijo Winston Churchill “la democracia es el menos malo de los sistemas políticos”, sin embargo sí creo que la máxima exigencia debe ser inherente al político de forma que solo los vacíos de intereses personales y mejor preparados sean capaces de llegar al desarrollo de tan alta responsabilidad dando lo mejor de si mismos.
Javier Morallón es profesor de Biología