Sociedad.-La libertad de enseñanza en un contexto de respeto

Javier Esturillo /Jaén
Nada más cruzar la puerta del colegio Andrés de Vandelvira hay dos cosas que llaman la atención: un retrato de Mahatma Gandhi y un mural con la paloma de la paz. Ese alegato contra la no violencia no es algo decorativo, ni una imposición institucional ni un motivo aislado, sino una manera de entender la educación y, en cierto modo, la vida.

    28 ene 2011 / 17:16 H.


    Las paredes de los pasillos están empapeladas con palabras como participación, libertad, respeto, solidaridad, tolerancia u honestidad, valores que forman parte del ideario del centro y del trato personal y cotidiano entre alumnos y profesores. En el Andrés de Vandelvira se respira armonía y responsabilidad. Todo guarda un determinado orden sin caer en falsas apariencias. Existe una estructura, pero sin jerarquizar, aunque haya una cadena de mando. La autoridad del docente no se impone, se gana con el diálogo. Y esto es lo que hace, realmente, este colegio diferente al resto.
    El Andrés de Vandelvira nació como cooperativa en 1975, y dio respuesta a la necesidad de subsistencia de cinco centros privados de prestigio de la ciudad: Domingo Savio, Santiago Apóstol, Santo Rostro, Nuestro Padre Jesús y Ángeles, cuyos parámetros no se ajustaban, en aquella época, a los requisitos de la nueva ley para obtener la consideración de Educación General Básica. Dos años después, obtuvo, por fin, la autorización de funcionamiento, con dos clases de Párvulos y dieciséis de EGB. A partir de ese momento no ha parado de crecer. En la actualidad cuenta con setecientos cincuenta alumnos, que se dividen en Educación Primaria e Infantil y Secundaria, así como un aula de integración. En el Andrés de Vandelvira, que dirige Isabel Herrera, no hay diferencia ni nadie se siente extraño. El pilar de sus principios parte de una enseñanza en la que la distinción de sexo no supone discriminación de ningún nivel, porque esta se orienta hacia un espacio de paz y solidaridad del individuo y de los pueblos. Conviven católicos con musulmanes y protestantes. No se ven cruces en las clases, pero tampoco están vetadas. El alumno pudiente se confunde con el que tiene a su padre en paro.  El espíritu del cooperativismo, una doctrina socioeconómica que promueve la organización de las personas para satisfacer, de manera conjunta, sus necesidades, impregna cada rincón de las coquetas instalaciones.
    De hecho, la mayoría de sus iniciativas tiene relación con esta filosofía. Los escolares de Primaria se han convertido en improvisados emprendedores a través del Proyecto Elme. Su “empresa”, que financian con préstamos que concede el propio colegio, se dedica a la artesanía. Con sus manos hacen desde alfombrillas para el ordenador hasta imanes con figuras de animales para el frigorífico. El dinero que recaudan por la venta de sus manualidades sirve para pagar los créditos, sufragar el viaje de estudios y ayudar a una ONG. 
    Los alumnos de Secundaria también han creado su propia cooperativa. Bajo el nombre de Proyecto Ícaro trabajan en la elaboración de una guía turística de la provincia de Jaén, que ellos mismos gestionan mediante la búsqueda de información y el intercambio comercial con empresas e instituciones. El objetivo es que el recorrido virtual por los principales monumentos y parajes naturales de la provincia pueda verse algún día en internet y sea una herramienta útil para el visitante. Los alumnos, divididos en cuatro cooperativas, están plenamente identificados e implicados con el proyecto, aunque cueste mucho sacarlo adelante, como reconoce Benito Navas, uno de los profesores encargados de la iniciativa.       
    Al igual que los más pequeños, con este trabajo podrán pagarse el viaje de fin de curso y colaborar con una organización social.
    Los dos proyectos participarán, junto con el resto de centros agrupados en la Asociación Andaluza de Centros de Enseñanza de la Economía Social, en un encuentro regional que se celebrará próximamente en Málaga, aunque el día 16 pasarán una primera prueba de fuego con la visita de los delegados provinciales de Educación, de Innovación, Ciencia y Empresa y de Empleo, Angustias María Rodríguez, Manuel Gabriel Pérez e Irene Sabalete, respectivamente, quienes conocerán de cerca sus actividades. 
    carrera escolar. Pero la implicación del Andrés de Vandelvira en la sociedad no se limita a las cuatro paredes del edificio. Va mucho más allá, como demuestra la carrera escolar La Gloria, que organiza desde hace más de veintiún años. La prueba ha crecido con el tiempo hasta ser una de las más populares de cuantas se celebran en la ciudad. En la última edición se sumaron a la carrera más de tres mil personas de todas las edades. La organización  y el entusiasmo con el que la preparan son dos de las claves del éxito. En la competición colaboran la asociación de vecinos del barrio y el Ayuntamiento.

    José Luis Ortega Tello.-Presidente del Colegio
    'Luchamos por una educación integral y rica en valores'
    —¿Cuánto tiempo lleva al frente del colegio?
    —Desde hace ocho años, aunque llegué en 2003 como profesor.
    —¿Cuáles son las principales líneas de trabajo que sigue el Andrés de Vandelvira?
    —Queremos conseguir una educación diferenciada mediante un proyecto común elaborado por todos sus componentes. Buscamos el aprendizaje autónomo del alumnado fomentando la creatividad, el trabajo en grupo y el juicio crítico mediante una metodología activa basada en la investigación y la participación.
    —¿Cómo influye en el alumnado el hecho de que sea una plantilla de docentes estable?
    —Es algo importantísimo, ya que refuerza el carácter solidario del centro. Creo que es algo bueno para el alumnado y para la propia comunidad educativa.
    —Son todos muy jóvenes.
    —Hace unos años hubo un cambio generacional en el colegio. Los fundadores se jubilaron y dieron paso a una hornada de profesores jóvenes. La media de edad de los docentes va de los treinta y dos a los treinta y cinco años.
    —¿Qué los diferencia del resto de colegios de la ciudad?
    —Nuestro principal hecho diferenciador es nuestra condición de cooperativa y la metodología que empleamos, cuyo fin primordial es contribuir a la formación integral del individuo en una triple dimensión: personal, social y moral.
    —Defienden a capa y espada la educación en valores. 
    —Es uno de los grandes pilares del centro. Por eso propiciamos un ambiente de libertad y respeto a las diversas opciones sociales, políticas y religiosas. Queremos que la familia que conforma el Andrés de Vandelvira se sienta integrada, valorada y respetada. Asimismo,  tratamos de que nuestros alumnos sepan depurar la información, que comprendan lo que leen.
    —¿Qué papel juegan los padres en la vida del colegio?
    —Es importantísimo. Participan de manera directa en las decisiones a través de sus opiniones. Aportan ideas y ponen en marcha iniciativas. No en vano, una de las finalidades del centro es potenciar el derecho y el deber de los padres y las madres a tomar parte activa en la educación de sus hijos. Además, están al tanto de las necesidades y los problemas del colegio, ya que nos reunimos con ellos con frecuencia para que estén bien informados. 
    —¿Cuáles son los grandes retos de futuro del centro?
    —Uno de los grandes objetivos que tenemos es la ampliación del colegio para que sea instituto. Queremos que los niños cierren el ciclo de formación aquí antes de marcharse a la Universidad. Los padres son los que más han insistido en esta idea. También estamos a la espera de comenzar las obras del futuro centro de día de mayores que irá junto al colegio. Se regirá, al igual que el centro, por los principios del cooperativismo.

    Miguel Vega: “Es una referencia en los ámbitos pedagógico y empresarial”
    Miguel Vega Sánchez es, desde hace ocho años, el presidente de la Asociación Andaluza de Centros de Enseñanza de la Economía Social (ACES) y conoce como nadie la labor docente que desarrolla el colegio Andrés de Vandelvira. Por eso es una de las voces más acreditadas para sintetizar el contenido de la obra educativa del centro jiennense, al que considera un ejemplo para el resto por su “espíritu emprendedor”, que le ha permitido afrontar los nuevos retos de la enseñanza sin ataduras. “Nunca ha estado anclado, siempre ha estado en continua evolución, y por ello su metodología ha sido innovadora y vanguardista. Son una referencia en el ámbito pedagógico y empresarial”, añade. En su opinión, el Jiennense del Año no solo reconoce al Andrés del Vandelvira, sino una manera de educar y formar en valores de un colegio que fue, además, una pieza clave en la fundación de lo que hoy en día es el colectivo ACES. “No entendemos la enseñanza social sin solidaridad, sin gestión compartida, sin respeto… Es la base de nuestra filosofía, que el Andrés de Vandelvira practica desde su creación”. Otra de las cosas que lleva a gala el centro jiennense es su equipo docente. No en vano, el máximo responsable de ACES cree que los mejores sistemas educativos son aquellos que tienen a los mejores profesores y, en este aspecto, el Andrés de Vandelvira va  un paso por delante.

    Ramón Cuenca: “Su forma de educar en valores no está en los libros”
    La conexión de Ramón Cuenca con el colegio Andrés de Vandelvira es muy especial. De una manera o de otra siempre ha estado vinculado a él. Llegó al centro en 1980, y de aquella época guarda grandes recuerdos, sobre todo de sus maestros. “Recuerdo con especial cariño a mis profesores de Educación Física, don José Antonio, y de Inglés, señorita Paquita. También mis tutores, Manuel Melguizo, Joaquín, Benito, Sole y Puri”. Ramón Cuenca habla con profundo respeto de su etapa de escolar. “Inconscientemente, to-dos los alumnos que pasamos por este colegio nos beneficiamos de una for-ma de educar y enseñar llena de valores que no se encuentran en los libros de texto. Personalmente, creo que mi forma de ser y de pensar tiene mucho de lo que allí aprendimos”, asegura con firmeza. La relación de este exalumno, que mantiene contacto con los “buenos amigos del colegio”, se hizo más estrecha cuando la dirección le encargó el proyecto de reforma del centro donde estudió con sus tres hermanos. “Imagino que pensando en alguien que pudiera acometer el proyecto, buscaron a una persona que conociera el centro y que tuviera la formación adecuada y afortunadamente se acordaron de mí”, dice   sin falsa modestia. Asegura que la concesión del Jiennense del Año le produce una “gran satisfacción”, porque es un “reconocimiento a la labor ejercida durante treinta y cinco años y a una forma de entender la enseñanza priorizando los valores humanos y sociales”.

    Andrés Gómez: “Forma parte de la vida del barrio de La Glorieta”
    El presidente de la Asociación de Vecinos La Gloria, Andrés Gómez, reconoce que la presencia del colegio Andrés de Vandelvira no pasa desapercibida en el barrio. “Forma parte de la vida de La Glorieta”, asegura el responsable vecinal. No en vano, desde su creación, en el año 1975, el centro educativo ha sido actor principal en muchas de las actividades que se celebran en esta representativa zona del sur de la capital. No falta a su cita con las fiestas del Cristo de Charcales (Cristo del Arroz) y cede sus instalaciones para que el equipo de fútbol sala del barrio pueda jugar sus partidos o para que los vecinos puedan celebrar reuniones. “Tenemos buena relación y colaboramos en lo que podemos con ellos y, a su vez, ellos con nosotros”, apunta Andrés Gómez. Esa relación es intrínseca, ya que la asociación participa de manera activa en la organización de la carrera escolar y en las actividades que desarrolla el colegio. “Su aportación al deporte,    a través de la carrera,   es muy importante y, además, sirve de promoción del barrio”, subraya Andrés Gómez. No en vano, muchas generaciones de La Glorieta han pasado por las aulas del Andrés de Vandelvira y se han formado como alumnos y como personas. Por eso el máximo responsable de la asociación de vecinos confía en que el nivel de colaboración entre el barrio y el centro educativo vaya en aumento con el paso del tiempo.