San Josemaría, testigo de fe

Plácido Cabrera Ibáñez / Desde Jaén. En numerosos lugares de España y de otros países el día 26 de junio se celebrarán misas con motivo de la fiesta de San Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador del Opus Dei. Como ya es conocido, la Iglesia Católica está celebrando el Año de la Fe, que promulgó el Papa Benedicto XVI y comenzó el 11 de octubre de 2012 y se clausurará el próximo día 24 de noviembre de 2013. Se puede decir que todos los santos han vivido en grado heroico la virtud sobrenatural de la Fe, su ejemplo ha sido estímulo y ayuda para los hombres y mujeres de todas las épocas.

    26 jun 2013 / 17:10 H.

    También San Josemaría vivió y predicó esta virtud de manera ejemplar. En una homilía sobre el Espíritu Santo —que lleva por título “El Gran Desconocido”—, escribió: “La experiencia de nuestra debilidad y de nuestros fallos, la desedificación que puede producir el espectáculo doloroso de la pequeñez o incluso de la mezquindad de algunos que se llaman cristianos, el aparente fracaso o la desorientación de algunas empresas apostólicas, todo eso —el comprobar la realidad del pecado y de las limitaciones humanas— puede sin embargo constituir una prueba para nuestra fe, y hacer que se insinúen la tentación y la duda: ¿dónde están la fuerza y el poder de Dios? Es el momento de reaccionar, de practicar de manera más pura y más recia nuestra esperanza y, por tanto, de procurar que sea más firme nuestra fidelidad”. A veces, los sucesos dolorosos que sufre una persona, o que acontecen en el ámbito de su familia, de sus amigos, de los compañeros y conocidos, pueden desorientarla, y conducirle a un alejamiento de Dios. No ocurrió así con san Josemaría. Siendo aún un niño conoció que su padre se había arruinado. Más tarde, un año antes de ser ordenado sacerdote, fallece su padre, dejando viuda y tres hijos; además, ninguno de ellos disponía de trabajo para sostener a la familia. Sin embargo, san Josemaría, con la ayuda de Dios, supo hacer frente a la situación, sacar a todos adelante y continuar firme en su decisión de ser sacerdote. Tres años después, cuando contaba sólo con 26 años, el Señor se fijó en él para que fuera su instrumento en la fundación del Opus Dei. Se precisa una fe en Dios y confianza en su Providencia para reaccionar así. San Josemaría, no sólo se esforzó a diario para que el Señor le incrementara la fe, resultó además tema frecuente en sus meditaciones personales y motivo de sus predicaciones. En otra de sus homilías —“Vida de Fe”, del 12-X-1947—, escribió: “La fe no es para predicarla sólo, sino especialmente para practicarla. Hemos de adquirir la medida divina de las cosas, no perdiendo nunca el punto de mira sobrenatural, y contando con que Jesús se vale también de nuestras miserias, para que resplandezca su gloria. Resulta necesario invocar sin descanso, con una fe recia y humilde: ¡Señor!, no te fíes de mí. Yo sí que me fío de Ti. Procuremos que aumente nuestra humildad. Porque sólo una fe humilde permite que miremos con visión sobrenatural. Y no existe otra alternativa. Sólo son posibles dos modos de vivir en la tierra: o se vive vida sobrenatural, o vida animal. Y tú y yo no podemos vivir más que la vida de Dios, la vida sobrenatural. ¿De qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si pierde el alma? ( Mateo XVI, 26) ¿Qué aprovecha al hombre todo lo que puebla la tierra, todas las ambiciones de la inteligencia y de la voluntad? ¿Qué vale esto, si todo se acaba, si todo se hunde, si son bambalinas de teatro todas las riquezas de este mundo terreno; si después es la eternidad para siempre, para siempre, para siempre?” Pío XII, dijo refiriéndose a Josemaría Escrivá: “Es un verdadero santo, un hombre enviado por Dios para nuestro tiempo”. Y el entonces cardenal Ratzinger, el 19 de mayo de 1992, dijo: “Vamos a dar gracias al Señor por este testigo de la fe en nuestro tiempo, por este incansable pregonero de su voluntad”.