San Fermín.-Un marteño, en el angustioso tapón humano que dejó diecinueve heridos
SILVIA RUIZ DÍAZ / MARTOS
El marteño Miguel Ángel Sánchez de Toro soñó, desde que tenía uso de razón, con ir a la fiesta navarra de San Fermín. Lo consiguió este año, pero la experiencia fue impactante. Estuvo presente en el angustioso tapón que se formó el sábado en el penúltimo encierro y que dejó diecinueve heridos.

El marteño Miguel Ángel Sánchez de Toro soñó, desde que tenía uso de razón, con ir a la fiesta navarra de San Fermín. Lo consiguió este año, pero la experiencia fue impactante. Estuvo presente en el angustioso tapón que se formó el sábado en el penúltimo encierro y que dejó diecinueve heridos.
Miguel Ángel Sánchez de Toro, un marteño de veinticinco años, trabaja en el hospital de Logroño. Dada la cercanía con la comunidad navarra, fue, el pasado fin de semana, a correr en los sanfermines. “Siempre he tenido la ilusión de ver los encierros, pero la distancia de Martos a Pamplona lo impedía. Este año, estando en Logroño, me lo planteé y decidí disfrutar de la fiesta de San Fermín”, apuntó a Diario JAEN. El viernes por la tarde, cuando salió de trabajar, se desplazó hasta Pamplona, donde también tiene unos amigos y compañeros de trabajo. Cenó y pronto se fue a la cama. Tenía que madrugar para correr el sábado en el penúltimo encierro y estaba a punto de cumplir uno de sus sueños. Se levantó a las cinco y media de la mañana, desayunó churros y, después, se metió en el recorrido. Como era su primera vez, preguntó a los veteranos cuál era la mejor zona para correr. “Hablé con unos y con otros, para saber cómo lo podía hacer. Me plantearon que, un sábado o domingo, era complicado. Hay una pendiente hacia arriba y los toros, por su constitución, cogen más velocidad en las cuestas. Era algo para veteranos”, señaló, y añadió: “Me dijeron que era mejor que me pusiese en la conocida curva de Telefónica y entrase a la plaza de toros, para que hiciese la parte final del encierro”.
Así lo hizo. La recomendación siguiente era esperar cuarenta segundos cuando se oye el chupinazo para iniciar carrera, y este joven empezó a calentar. “Cuando sonó el chupinazo sentí que la gente estaba nerviosa, y al segundo diez ya estaba corriendo. Empezaron los rifirrafes, los empujones. A medida que pasaba el tiempo, aumentaba la tensión”, aseguró. Y, casi arrastrado por la masa de gente, trotando, llegó al callejón de entrada a la plaza de toros. “Veía mucha gente, pero no era consciente de lo que allí había montado. Era la primera vez que corría y no sabía si eso era normal”, expresó. Pronto se dio cuenta de que algo fallaba y de que se había formado un angustioso tapón humano, que luego dejó diecinueve heridos, algo que no ocurría desde 1977.
El joven vivió, a continuación, una experiencia impactante, que afirma no volver a repetir. “Es una sensación de angustia, de impotencia. Creo que es la primera y la última vez”, precisó.
Más información en nuestra edición impresa.