Retrato en sepia
Entre los grandes logros de esta sociedad moderna y neoliberal que estamos construyendo está el de la vuelta al Mesolítico. Caminan por nuestras calles, es lo único que les hemos dejado tras arrebatarles todo, la calle. Quizás sea una suerte de lujo para quienes solo poseen su cuerpo. Los vemos compartir ese espacio con las ratas, deyecciones, bolsas de basura.
El mesolítico está ante nuestros ojos en esos seres que se asemejan y son afines a los mamíferos inferiores, incluso a las bestias. Lo sé, la división en inferiores o superiores es decimonónica. Es de cuando se sustituyó la cadena del ser por la cadena evolutiva tras Darwin. Hoy sabemos que la evolución de las especies no es lineal, sino ramificada. Pero esto es un retrato en sepia. Como en la prehistoria, se protegen de las inclemencias del tiempo, como cualquier otro animal sorprendido por el invierno, en cajeros automáticos, entre cartones, en huecos de ascensores, bajo los puentes, en alcantarillas. Marcan su territorio con sucesivos excrementos y orines. Así pueden sobrevivir. Nosotros escondemos nuestra animalidad en lugares ocultos donde defecamos, a ellos les hemos robado hasta eso, se ven obligados a hacer sus necesidades como animales, en público. Las necesidades brutales del sistema les han robado hasta la vida privada, su condena los obliga a soportar la mirada del primero que pase a su lado, de un cualquiera. La explicación es que no son utilizados por la sociedad, se les rechaza, son inútiles por decreto. La técnica de la mendicidad es la caza, la pesca, el recoger frutos de aquella otra época prehistórica para la simple y pura nutrición. No son montes, ríos o bosques llenos de fieras y peligros, son nuestras calles llenas de depredadores y fieras emboscadas. Mientras tanto hay personas que no se indignan ante tanta miseria. La llaman consecuencia necesaria, situación coyuntural de la crisis, pasajera, excepcional. La realidad es que la miseria es estructural y que se debe al modo de distribución social (hablo de política) de los recursos y los bienes, las riquezas y los valores.
Miguel Ángel Olivares es escritor