Respeto y humildad

A Pepe le recuerdo exactamente igual que cuando estaba aquí, tanto que a veces pienso, y con Manolo lo he hablado ya, que sigue aquí. Cuando hablo con su hermano de él, de hecho, lo hago en presente. Es tanta la huella que ha dejado…

    24 sep 2010 / 15:48 H.

    He conversado con los dos de muchos temas, siempre relacionados con el cariño y el respeto hacia las personas. La visión de la vida que compartían y la comprensión de su entorno y de las relaciones era impresionante. Se trataba de un enfoque muy particular, como si no hubiese diferencias entre las personas.

    Conocí, primero, a Pepe, hacia el año 1986 o 1987. Yo estaba haciendo la carrera y él me dio clases particulares de Matemáticas. La relación inicial, profesor-alumno, era sensacional. Como docente era extraordinario, tenía un punto de vista como pocas veces se ha visto, en la tónica habitual de lo que era él como persona. Lo complicado, lo hacía simple, ameno y divertido, conseguía que te gustara una asignatura, amarla. Más tarde, la relación dio paso a otra de amistad, gracias a las largas conversaciones y charlas que mantuve con él. Durante una de esas tertulias conocí a su hermano Manuel y, a partir de ahí, hasta hoy. Es curioso porque, siendo diferentes, las conversaciones giraban en torno a los mismos temas y en el mismo tono. Manuel es más temperamental, más pasional, pero tenía mucha similitud en el comportamiento, en ese cariño y respeto que muestran hacia la gente. Son las dos personas con más humanidad que te puedes encontrar y, además, grandísimos conversadores. Yo sentía la necesidad de ver, de saber que estaban, y de quedar con ellos de un modo casi egoísta, para mí solo. Cuando venía alguien más, de fuera, la conversación perdía muchos kilates.

    Diría que la vida de Pepe quedó marcada, en su juventud, por la relación con las personas. En ciertos momentos, esperaba más de la gente de lo que recibía. Él tenía mucho compromiso, y a veces los demás no estábamos a la altura de todo lo que ofrecía, de su respeto y del aprendizaje que era estar a su lado y escucharle. Esto, en lo que escribía, en sus poemas y relatos, se dejaba entrever. Muchas pinceladas de lo que esperaba del mundo, quizá algo más de lo que recibió. Una utopía. 

    Lute Muñoz