"Adiestrando" a los humanos

¿Mascotas? ¿Animales de compañía? Son dos conceptos válidos, pero los perros son mucho más. Todo depende de la educación que reciban, de qué se les enseñe y el tiempo que se les dedique. La Asociación Canina Andalucía K9 pone de manifiesto todas las posibilidades de los canes.

    03 mar 2012 / 11:15 H.

    Dan la pata, saludan al verle llegar, ladran y juegan, pero son capaces de hacer mucho más. Detectan drogas, cebos envenenados y alimentos en riesgo, por ejemplo; participan en terapias  sociales —con niños con problemas y ancianos, entre otros— y de sobra son conocidas su labor en acciones de rescate.
    La asociación Andalucía k9 conoce bien las posibilidades de un animal que es mucho más que una mascota. El “Proyecto integral canino de modelación positiva (Picmo)” ya está en la mesa del Instituto Andaluz de la Mujer, pues pretende utilizar al perro para mejorar la situación y autoestima de niños y mujeres víctimas de violencia. Esta intervención se realizaría en continuo contacto con psicólogos y psicopedagogos para analizar el estado de los usuarios. Así, por ejemplo, los perros sirven para dar cariño, reforzar la personalidad o, incluso, defensa. Claro, todo esto es posible gracias a su preparación previa. De la misma manera, la asociación, con sede en Baeza, tiene otros proyectos, como el trabajo con personas con cáncer o con los que sufren hipoglucemia. En este último, se trata de enseñar al can a que avise de cuándo se va a producir una subida.
    Y no se trata de únicamente “súper perros”, sino de animales que desarrollan sus facultades hasta el máximo nivel. Sin embargo, la Asociación Canina Andalucía K9 también tiene otras líneas de trabajo más sencillas, pero no menos importantes.
    Buena de prueba de ello es el curso de Formación Profesional clausurado ayer en la Fundación Secretariado Gitano de Jaén. Quince personas asistieron a las clases de “Técnico en educación canina para la convivencia”, una actividad enmarcada en el Programa de Empleo Accdeder Jaén, que persigue mejorar la empleabilidad de los que lo realizan.
    En sesenta horas, los técnicos  “educaron” a sus “alumnos humanos” para que estos, después, sepan enseñar a los animales.  Las clases las compartían perros y personas. Ambos realizaban algunos ejercicios —pasear, tumbarse o quedarse quieto— y siempre con un refuerzo positivo. También los “seres racionales” aprendieron legislación y normas higiénicas. Y, las personas, además de adquirir otro perfil profesional, aprenden que su perro es más que una mascota. Inmaculada Espinilla / Jaén