Prisión para la banda del taxi por mover cocaína a lo grande
El pasado mes de diciembre, la Policía dio un golpe de mano a tres activos narcotraficantes que movían droga en grandes cantidades por la capital y los alrededores.

Los agentes de la Brigada de Estupefacientes habían bautizado al grupo como la “banda del taxi”, ya que uno de sus miembros es taxista y utilizaba su coche como un servicio de “telecoca” y como tapadera de sus trapicheos. Ayer, los tres fueron condenados a tres años de prisión por un delito contra la salud pública. Ante los magistrados de la Sección Tercera de la Audiencia, ratificaron un acuerdo de conformidad que sus defensas ya habían alcanzado días antes con el fiscal del caso, Juan Manuel Fernández Aparicio.
La investigación comenzó el pasado mes de septiembre, a raíz de una información anónima recibida en la Comisaría, a través del correo electrónico antidroga@policia.es. Un ciudadano daba pelos y señales sobre cómo un taxista de la capital, José Ángel O. M., se dedicaba, presuntamente, al tráfico de drogas. Los agentes se hicieron cargo de la investigación y comprobaron que el aviso era verdadero. Pronto, vieron que ese hombre movía cocaína en cantidades importantes y que no estaba solo en el negocio. Al parecer, su hermano Miguel Ángel lo ayudaba en los trapicheos. Quedaba por determinar quién era el que los abastecía. Así que el juez instructor, Fernando Moral, ordenó pinchar los teléfonos de los dos hermanos. Los agentes escucharon decenas de conversaciones y descubrieron que el proveedor habitual era Enrique Andrés G., apodado “Quique el Argentino”. Los policías de Estupefacientes llegaron a esa conclusión gracias, también, a que el taxista visitaba frecuentemente el domicilio de este ciudadano de origen suramericano, ubicado en el Bulevar. “Quique El Argentino” era el jefe del grupo, la persona que almacenaba la mercancía y que la distribuía entre los otros dos procesados.
El círculo estaba cerrado y solo quedaba asestar el golpe en forma de detenciones. La Policía dispuso el operativo en los primeros días de diciembre. El primero en caer fue José Ángel O. M., el taxista, al que le leyeron los derechos en una parada. Le cogieron 15 gramos de cocaína en su vehículo, distribuidos en siete bolsitas y listos para ser vendidos a consumidores. Esa detención aceleró el resto de la operación. La Policía registró los domicilios de los tres procesados. En el de Enrique Andrés G. se encontraron unos 340 gramos de cocaína de una pureza muy escasa —menos del 20 por ciento—. También había una balanza, una libreta con anotaciones, recortes de plástico y 150 gramos de cafeína, una sustancia utilizada para mezclar con la droga y adulterarla. El tercer procesado, Miguel Ángel O. M., no tenía “farlopa” en su poder, pero sí una balanza de precisión y 103 de material de corte.
Ayer, los tres miembros de la “banda del taxi” se sentaron en el banquillo de los acusados en un juicio que apenas duró cinco minutos. Los tres se limitaron a contestar “sí, señoría” cuando el presidente del tribunal les preguntó que si se declaraban culpables del delito contra la salud pública.