Poesía en honor de la Inmaculada Concepción de la Virgen María
Quién pudiera, María, ser la aurora / que, tímida, se asoma a tu mirada
/ y vistiendo con su luz las sombras/ se hace, para Ti, mañana clara! / ¡Quién pudiera, María, ser corona / que ciñe tu sien de nácar y amapola,/ que juega con el aire a ser alondra / y, con su fulgor, tu rostro tornasola! / Quién pudiera, María, ser la luna / que, a tus pies, te acuna y te descansa, / que, entre flores, te mece con ternura / y en infinitos besos se desgrana! / Quién pudiera, María, ser la noche / que te duerme en su seno, dulcemente, / que te mima y te guarda de temores, / velando, fiel, tu sueño transparente! / Quién pudiera, María, ser el Niño / que, contigo se funde en suave abrazo! /Quién pudiera, María, ser camino / que, entre azucenas, nos lleve a tu regazo! / Quién pudiera, María Inmaculada, / limpia de toda sombra de pecado, / contemplar tu alma enamorada / y dormir, oh Madre, entre tus brazos!