Perdón, señor funcionario
Desde Jaén. He oído decir que existe un tipo de personas que, si te topas con ellas en la vida, son distintas, especiales. No son como las demás. Una vez conocida la persona, de cualquier manera consigue hacer mella en ti: no puedes quedar indiferente, ya sea para bien o para mal. Algo parecido, análogo, podríamos decir de este tiempo, este trozo de historia que nos ha tocado vivir: pienso que nadie saldrá ileso, para bien, o para mal.
Sin pretensiones, que algún malintencionado pudiera vislumbrar, pienso que el desgarrón por el zarpazo que cada uno reciba, dependerá en gran medida, del diagnóstico que haga de la situación y del brebaje que guiado por la sabiduría, experiencia o por el consejo ajeno, vaya a aplicar; importando mucho cómo seguir bien las tomas y las dosis a sus tiempos, no excederse y permanecer alerta, sin perder el norte. Y cómo no, al final la plena conciencia de cómo afrontará la convalecencia. Pues sí. Estoy en esa fase, en la que el norte no lo veo, me descuido. No lo escribo. Leo menos. El optimismo se esconde, dejando paso, en ocasiones, a la rabia, al impulso del momento: bueno, malo. Leí un artículo en Diario JAÉN. No podían creer mis ojos, y menos quería mi entendimiento comprender lo que aquellas letras expresaban: todo un señor funcionario del Estado, treinta y seis años de servicio, hoja de servicios inmaculada, pidiéndonos perdón, a pobres parados, a los que nos está pagando con el 21,07% de su salario, el desempleo. Pero, además, era el mismo que, con el pequeño grano de arena de su actividad administrativa a pleno sol (terminando el tajo de la obra de Vigo, dejando su familia tres meses en Andalucía, empezando el trabajo a las 6 de la mañana y soltando a las 5) ha contribuido a facilitar la transición democrática, la consolidación de la democracia y el funcionamiento del país. Mire señor Funcionario, si se ha quedado sin paga- de Navidad, sin la comida de diciembre con los amigotes, sin la subida del 2%, -al menos quedan los días libres, mocosos y canoso, y para Land Rover (aproveche y lleve a la familia y no la abandone tanto), (esos que se fueron a Vigo, le subieron el 0, y le restaron 22 días del despido por año, y al Fogasa a cobrar a ver si hay o se lo ha gastado algún Dívar–funcionario-). Si se ha quedado sin eso, es porque los 15.000 euros/año que esos analfabetos daban al Estado que ponían ladrillos, ya no ganan para ellos y para sus cerdos asados con la pera caramelizada tapando el culo del marrano.
Oscar Pérez GONZÁLEZ