Pepitina Ruiz lleva la seda a la cima de la artesanía española
Pepitina Ruiz se preparaba para comenzar a ejercer como abogada. Ultimaba los detalles de su despacho cuando, en 2002, entró en una tienda de manualidades y se impresionó con la pintura sobre seda.

“Para mí fue un flechazo. Quedé impresionada de la belleza que producía ver cómo se deslizaban los colores”, explica. Entonces, cambió la toga por el pincel y decidió comenzar una aventura empresarial. Gestó su taller en la calle Maestro Bartolomé —ahora se ha trasladado a Navas de Tolosa— y empezó a gestar sus propias colecciones de mantones, mantoncillos, corbatas, abanicos, gemelos o cualquier prenda de seda que se pudiera personalizar. “Concibo estas prendas como una obra de arte. Los cuadros están colgados en la pared, mientras que la seda pintada luce en las personas”, manifiesta.
Ahora, el Ministerio de Industria y Comercio concede un nuevo reconocimiento a su labor. El Premio Nacional de Artesanía ya tiene a sus tres finalistas —en la categoría de producto— y Pepitina Ruiz está en esta selecta terna junto con Cecilio Castrillo e Idoia Cuesta. La colección Natura —inspirada en la naturaleza— ha sido la que ha llevado a la jiennense a la fase final. Mientras, Cecilio Castrillo es bien conocido por el manejo de la piel. De hecho, artistas como Lady Gaga lucen sus diseños, que también se han visto en diversos largometrajes cinematográficos. Por otro lado, Iodia Cuesta ha conseguido elevar el mimbre a un concepto moderno e innovador, que le ha servido para introducirlo en la decoración más actual.
La candidatura. Fue la Cámara de Comercio e Industria de Jaén la que presentó a Pepitina Ruiz a este galardón. “Me lo dijeron y preparé rápidamente la documentación. Nunca pensé que estaría entre los tres finalistas”, señala. No obstante, cuenta —con orgullo— que la reina doña Sofía o Carmen Cervera —la baronesa Thyssen— han lucido sus diseños. “No es fácil sobrevivir como artesano. Vivimos en una época en la que imperan las marcas y las personas no buscan un toque de distinción personal. Yo, en ocasiones, me enfado cuando digo que uno de mis abanicos vale 60 euros y a la persona le parece caro. Es lo mismo que cuesta un perfume. En cambio, en colonia sí se paga porque se valora, pero en artesanía no”, manifiesta.
Además, Pepitina Ruiz es una gran embajadora de su tierra. El olivar y el aceite no faltan en buena parte de sus colecciones. También realiza cualquier tipo de regalo personalizado, ya que su pincel y los colores en la seda son capaces de plasmar buena parte de los deseos de sus clientes. “Creo que deberíamos de trabajar para que la gente comprara más productos que se hacen en nuestra tierra. Estoy segura de que nos iría a todos mucho mejor”, concluye Pepitina Ruiz.