Pasión sobre las dos ruedas

José Eugenio Lara /Jaén
Juan Torres Ortega nació para el ciclismo, para pedalear, para instruir y para difundir los valores del deporte entre los jóvenes. Lo consiguió con su magisterio. Su vida ha sido un ejemplo de entrega a ese sentimiento que se despertó en él desde su tierna infancia. Ha sido, sin duda, el gran valedor en Jaén del deporte del pedal.

    10 abr 2012 / 09:54 H.


    “El ciclismo es la pasión de mi vida. Admiro su grandeza y el tremendo esfuerzo del ciclista. Un corredor, salvo excepciones, es el deportista más sufrido y el más desprendido”, ha sido siempre su punto de partida y el eje esencial de su pensamiento. En Juan Torres concurren sobrados méritos para convertirlo en el principal referente del ciclismo en la capital y la provincia. Paco Galindo, uno de los grandes críticos de este deporte, lo definió en un artículo periodístico con enorme acierto: “Brilla por sus condiciones de hombre modesto, sencillo, trabajador, desinteresado y totalmente entregado al ciclismo”, llegó a escribir de él. Y no le faltaba razón. Torres fue ciclista, juez árbitro y director deportivo. Desde los catorce años se entregó a la bicicleta. Nació en Carchelejo, el 10 de agosto de 1928, aunque, muy pronto, con solo dos años, llegó a la capital. Con 13 entró como aprendiz de confitero en “Las Colonias”, propiedad de Julián Delgado. Fue su maestro Eustaquio Villar y permaneció en este oficio hasta que, con 24 años, entró como ordenanza en el Instituto Nacional de Previsión. Allí prestó servicios en el almacén y en el archivo hasta su jubilación. Su amor por el ciclismo despertó muy pronto. Él mismo lo relata en uno de los muchos documentos periodísticos que ensalzaron su inmensa contribución al deporte. “Desde los catorce años estoy metido en el ciclismo. Primero fui corredor, hasta el año 1955. No llegué a ser una figura de primera magnitud, pero me gané a pulso un discreto palmarés. Mi fe y mi voluntad eran superiores a mis propias posibilidades”, aseguraba entonces. Entre sus hazañas recuerda una Vuelta a Andalucía a finales de los 40 en la que se vio obligado a abandonar por una terrible caída en Alcaudete, en una meta volante. Al día siguiente, pese a que no podía ni moverse por las secuelas del accidente, quiso tomar la salida, pero el médico se lo prohibió. También tiene un gran recuerdo del Campeonato de España de 1949, en el que quedó a dos segundos del vencedor. Quedó segundo en la clasificación de la montaña, por delante de Federico Martín Bahamontes, que empezaba por aquel entonces y con el que ha mantenido una estrecha amistad. En el año 1947 ganó la Vuelta a la Provincia de Jaén, uno de sus grandes logros.
    Después de dejar la bicicleta fue durante 17 años juez de la Federación Española de Ciclismo y, posteriormente, responsable del equipo ciclista de la Sociedad Polideportiva Jaén, del Educación y Descanso y del Cristal Cifuentes, hasta el año 1971, en el que se constituyó el Club Ciclista Coosur, un grupo deportivo que dio realce y brillantez al deporte jiennense y andaluz en general. De este equipo salieron corredores destacados como Ramón Guerrero, Miguel Ángel Fernández Vico, Juan Cantero, Jesús Líndez, Cabello, Bayo, Palomeque y muchos más, algunos de los cuales llegaron a correr en el mundo profesional. Su última creación fue la Sociedad Polideportiva Santo Reino. El palmarés del Coosur fue extenso. Conquistó numerosas “Challenges Andaluzas”, la Ruta del Olivo, varios Campeonatos de Andalucía, la Vuelta a Los Puertos, la Vuelta de Alicante, la Subida a Montjuic y numerosas pruebas más en el territorio nacional, siempre en el mundo aficionado. Pese a los triunfos y los éxitos siempre valoró otros aspectos. “Por encima de brillantes clasificaciones y victorias lo que pido es deportividad y educación”, era su dicho. Y a él se aferró siempre, como la bandera a seguir. Al Coosur dedicó muchos años de su vida. Ahí abrió el paso para que luego otros corredores jiennenses brillaran en la élite y se codearan con los mejores, como José Urea, Manuel Beltrán, Manolo Ortega, Fernando Serrano, Pablo Lechuga, José Luis Carrasco y en estos momentos Javier Moreno Bazán. Todos ellos son descendientes de esa semilla que Torres cultivó con mimo y esmero. En años posteriores recibió numerosos galardones que condecoraron su inmensa contribución al ciclismo.
    Ahora, camino de los 84 años, Juan Torres tiene un delicado estado de salud. Sufrió dos infartos cerebrales en los últimos años que lo tienen de la cama al sofá y viceversa. Da la impresión de que lo entiende todo, aunque no puede hablar. Su obra ya está escrita. Su mejor palabra ha sido entregarse a los demás e instruir a los jóvenes en la admirable práctica del deporte del pedal. Su esposa, Ana Carpio Herencia, y sus seis hijos, Antonio, Ángel, Juan Carlos, Diego, José Luis y Ana María, son testigo de su preciado legado. Juan Torres es puro ciclismo. Su vida ha ido siempre sobre dos ruedas. Un espejo en el que mirarse y al que acercarse. Es uno de los grandes del deporte jiennense.