Paraíso del tiro al plato
Un lugar privilegiado en plena naturaleza. El Campo de Tiro Virgen de la Cabeza está abierto al público en el paraje de Los Tajos. El recinto, con unas vistas panorámicas únicas, cuenta también con un local hostelero, atendido por los hermanos Rafael e Ignacio Jiménez.

El campo, ubicado cerca de San Marcos, junto al camino de acceso a los Tajos de Charilla, es una verdadera “atalaya” desde la que se divisan tierras de tres provincias (Jaén, Granada y Córdoba). En especial destacan las vistas sobre la Fortaleza de la Mota. Desde el pasado mes de mayo, el recinto se encuentra abierto todos los días. El espacio consta de varias hectáreas en las que se incluye un punto de lanzamiento de platos con capacidad para hasta siete tiradores simultáneos.
Ignacio Jiménez explica que las instalaciones se encuentran abiertas a cualquier persona, sea socia del campo o no. El local, muy amplio, cuenta con una chimenea que convierte la estancia en un lugar especialmente acogedor. Durante el verano también hay una terraza. La oferta gastronómica se centra, principalmente, en los platos típicos locales (lomo al ajillo o flamenquines) y las barbacoas, con especial presencia de las carnes ibéricas y de caza. En el exterior del salón existe una zona de columpios y juegos infantiles, a solo unos metros de un pinar, lo que convierte el Campo de Tiro Virgen de la Cabeza en un espacio adecuado para acudir en familia. Se abre por las tardes y, los fines de semana, también por la mañana.
Jiménez indica que su idea es introducir mejoras con vistas al invierno. “Muchas personas vienen después de comer y toman un café o prueban su puntería”, subraya. Por lo que respecta a las instalaciones propiamente de tiro, se celebran competiciones con cierta periodicidad. Se trata de unas citas a las que acuden aficionados de Alcalá la Real y de otros puntos de Andalucía. Hace unas semanas hubo un recorrido de caza que consistió en que se lanzaban platos con un movimiento que imitaba distintas especies cinegéticas. Por ejemplo, según Ignacio Jiménez, en el caso del conejo, el blanco iba casi a ras de suelo y simulaba la forma de moverse del roedor. Más información, hoy en la edición impresa de Diario JAEN