Nota a la muerte de Pablo Martínez

Antonio Martínez Piqueras desde Linares. Aquí me hallo altamente sorprendido por la muerte de Pablo Martínez, médico y del que gozaba de su sincera amistad. Tuvo lugar hace unos pocos días, era el hombre más humilde y tenía un corazón que no le cabía en el pecho. Hago suyo el veredicto de San Mateo, lo que el Señor dijo:

    01 sep 2011 / 14:49 H.

     “Tuve hambre y sed y me diste de comer y beber, representando al prójimo”. Este es el caso de Pablo Martínez, una persona que derramó el bien y la comprensión por donde pasaba, humilde padre de familia numerosa, donde explicó “no lloréis por mí a la hora de mi muerte, no es una muerte total sino un traspaso a una vida mejor, a un mundo donde no hay envidias ni enfermedades”. Se fue en un arco iris mandado por Dios en su rescate, donde le espera por un largo tiempo su esposa e hijos, indicándole la senda de su sufrimiento en la tierra, para llegar al Reino de Dios, donde las puertas estarán abiertas de par en par, fundiéndose esta numerosa familia en un abrazo divino de sus almas, como previsto a su comportamiento, todo unido en la felicidad que Dios pueda dar.