Mereció la pena
Concepción Agustino Rueda desde JAÉN. Mereció la pena nacer si ayudé a alguien a tener esperanza. Si traje sonrisas y sofoqué lágrimas. Si mis brazos estrecharon a los niños y a los que son como ellos. Si mis manos y mis palabras acariciaron al enfermo, al desamparado, al marginado. Si sufrí el dolor del que sufría. Si mis ojos miraron más allá de donde alcanza la vista y vieron. Mereció la pena nacer si encontré la verdad entre tantas mentiras o verdades a medias. Si impuse la paz a la discordia. Si llevé la justicia por bandera.
Si mi amor ahogó el odio. Si perdoné lo que parecía imperdonable. Si compartí mi abrigo con el desnudo y mi comida con el hambriento. Si di cobijo al abandonado. Si estuve junto al solitario. Si con mi trabajo, descansé al fatigado. Mereció la pena nacer si mi vida fue para los demás un rayo de sol tras un día nublado; gotas de lluvia en terreno reseco. Si supe ver en el rostro del otro el propio rostro de Dios. Si consideré al hombre la obra más perfecta de la creación, y por él creí, luché y esperé. Mereció la pena nacer si mis pasos dejaron una estela de luz en el camino.