“Me veo en la calle en Navidad”
María Graciela Nieto, de 52 años, afronta la Navidad más complicada de su vida. La mujer, argentina de nacimiento y residente en la capital desde hace más de tres décadas, carece de poder adquisitivo para costear el alquiler de un piso —menos de 400 euros— ubicado en la calle Real Jaén. “Tengo que irme antes del día 6 de enero”, expresa. En tanto que inquilina sin liquidez, entiende el ultimátum. “Es normal, no puedo pagar. No soy una caradura. Me veo en la calle en pocos días. Lo único que pido es un trabajo o un alquiler social, un piso más barato”, dice.

Cobra una prestación por discapacidad de 362 euros desde el 1 de septiembre. Tiene dos hijas —una de ellas menor de edad—, que ahora están en Andújar, con la familia de la expareja de la argentina. Ambas “van y vienen”, aunque, dada la precariedad de la madre, el destino más seguro es, en estos momentos, Andújar. “Mis niñas necesitan de todo. Tengo que ayudarlas en cuanto pueda. La familia se está destruyendo”, cuenta Nieto a este diario. Ella rompió cualquier lazo con la que fue su familia política. Desempleada desde 2008, María Graciela Nieto no consta como parada de larga duración. Ocurre que estuvo empleada durante 12 días en 2012. “Era un programa del Ayuntamiento al que accedí por estar en riesgo de exclusión social”, recuerda.
Paradójicamente, aquel plan le complica hoy la vida: “Quería entrar como jardinera en otro programa de este año. Y no puedo por aquellos 12 días, pese a que llevo un lustro sin trabajo estable”, lamenta. Hasta la fecha ha subsistido con ayudas puntuales, como la Renta de Inserción Activa, que le expiró a comienzos de año, en marzo. Nieto tiene una discapacidad del 65 por ciento por problemas “físicos y psíquicos”. Una de sus preocupaciones es perder su prestación actual, su único ingreso. “Me da más miedo todavía no conseguir un trabajo. Es lo que más me hace falta”, manifiesta. En tal caso, las opciones son limitadas, pues padece serios problemas neuromusculares; no puede hacer grandes esfuerzos. “Me gustaría una ocupación como portera, por ejemplo, o salir a limpiar calles”, reconoce.
Precariedad. María Graciela Nieto reconoce que no sabe qué hacer. Ha pasado por varios apartamentos en los últimos meses, pues ha vivido en la Avenida de Barcelona, en Luis Rivero, en Doctor Civera y en la calle Chinchilla, hasta llegar a Real Jaén. “En algunos pisos he estado apenas un mes o dos. Y mis hijas han llegado a dormir en la cocina durante el verano. Lo idóneo sería tener un alquiler más económico, que me permitiese tener un margen de 100 euros para vivir. Ahora no puedo pagar ni la luz ni el agua”, subraya. Su delicada salud agrava aún más la situación inestable que la asola. “Tengo un injerto en el cuello por una lesión que sufrí en las cervicales cuando trabajé de cocina en un bar de tapas en Peñamefécit. Por eso ahora no puedo volver a la hostelería”, lamenta. Nieto padece dolores lumbares y atraviesa una depresión grave que no es nueva en su historial médico. La mujer reconoce que sufrió un momento muy delicado entre marzo y septiembre del año que está por acabar. Fue el tiempo que estuvo sin recibir ninguna prestación. “Lo pasé horrible. Si nada cambia, si todo sigue como hasta ahora, volveré a pasar hambre”, señala. Transcurre el tiempo y María Graciela Nieto manda un SOS en plena Navidad: no quiere quedarse en la calle.