Más de un centenar de inmigrantes llenan los semáforos sevillanos para ganar unos 15 euros
La venta de pañuelos bajo los semáforos de Sevilla es una práctica que viene creciendo en las calles de la capital desde hace años y que al parecer se ha incrementado considerablemente en los últimos tiempos. Según ha podido comprobar Europa Press, cientos de inmigrantes pasan todos los días la jornada al pie de un semáforo tratando de vender pañuelos para poder sobrevivir.
En su mayoría son varones y con un buen día de ventas apenas ganan entre 15 o 20 euros, son muy insistentes para conseguir vender su mercancía, pero eso sí, casi siempre lo hacen con una sonrisa en la cara. Han tenido que adaptarse a todo, originalmente ganaban unos euros vendiendo revistas de carácter social que aparecieron bajo el lema de "no mendigar nunca más" como 'La Farola', pero que a día de hoy están ausentes en las calles. Ahora venden pañuelos de papel, ambientadores para el coche, o incluso rosarios y pulseras, limpian cristales o se adecuan a la época del año vendiendo gorros de Papá Noel en Navidad o abanicos durante el verano. Cada cruce de vías cuenta con más de uno de estos vendedores en cada paso de cebra. Tan es así que, concretamente, en un trayecto de 30 kilómetros recorrido por las calles de la ciudad, se han llegado a contabilizar un total de 78 inmigrantes, lo que se puede traducir en lo "difícil" que les resulta encontrar un "buen trabajo" y además la dificultad que soportan para conseguir tener los papeles de residencia en España, relató uno de estos inmigrantes que sólo quiere trabajar para traerse a su familia. Muchos de ellos no quisieron hablar porque no tienen los papeles en regla, otros, sin embargo, se encontraban con la gran traba del idioma. Poco a poco van entendiendo lo que le dicen, pero son incapaces de expresarse en español. En su mayoría proceden de Nigeria, y apenas ganan lo suficiente para poder comer, pero a pesar de ello son rotundos: "Prefiero quedarme aquí a volver a mi país". Según declaró a Europa Press uno de los vendedores de la zona de Heliópolis, lleva un año en el mismo semáforo y ha notado que "se vende menos ahora", una caída que justifica "por la crisis", añadió entre risas. Del mismo modo, más que vender pañuelos muchas veces reciben limosna, algo de comida o incluso ropa. Pero la mayoría de las veces cuando se acercan a un vehículo, "los conductores suben el cristal o simplemente niegan con la cabeza". En el caso de John, que pasa los días en un semáforo de la barriada de las Naciones, la crisis provocó su despido en la cooperativa en la que trabajaba como jornalero en el campo, y a pesar de que cuenta con todos sus papeles en regla, no le ha quedado "más remedio que vender pañuelos". "Pero yo lo que quiero es trabajar", aseveró. Una hora para comer es el único tiempo libre que tiene Hewyd, en Nervión. Desde las 8,00 horas está con sus pañuelos en el semáforo, y esa lleva siendo su rutina desde hace "más de tres años". Sus clientes son asiduos, ya le conocen en la zona y le dan "comida o dinero", pero no le gusta pedir limosna. Tiene sus papeles de residencia en regla pero eso no ha permitido encontrar ningún trabajo. No existe ningún censo que contabilice el número de inmigrantes que se dedican a esta actividad, ni tampoco ningún indicador que concrete si la crisis ha llevado a más inmigrantes a ganarse la vida debajo de un semáforo. La policía no lleva acciones en contra de estos vendedores ambulantes, a pesar de que muchos están en España de manera ilegal, puesto que su actividad no está regulada, "no le tengo miedo a la policía, los veo todos los días y nunca me dicen nada", comentó Cristian. Este inmigrante tutela dos de los semáforos de la zona de la Macarena, apenas lleva cuatro meses en España y afirmó que "esto no es como se lo esperaba". Sólo gana para comer y pasa "todo el día" en el semáforo, aunque llueva o haga frío; "sólo quiero ganar el dinero para traerme a mi familia".