Marea joven en las calles de Madrid

Juan Rubio/Madrid
Madrid es, en estos días, la capital  mundial de la juventud cristiana. Una marea recorre las calles bajo un sol de justicia. Pero ya sabían que en España había sol. No les ha pillado de sorpresa. Cafeterías llenas, restaurantes, museos, iglesias, plazas, colegios, parques, cines, auditorios

    18 ago 2011 / 10:37 H.

    y las fuentes a borbotones sirviendo de solaz. La fotografía de un Madrid tomado por los jóvenes católicos, los “papaboy”, abre los informativos. No es el vandalismo de Totemham, sino la serena esperanza de quienes llegan convocados por el Papa con un mensaje de esperanza.
    Las palabras que más se oyen  estos días y se leen en los carteles son: paz, justicia, esperanza, alegría, solidaridad, ilusión. Es el rostro joven de la Iglesia. “Son normales. Yo creía que iban a venir solo hábitos y sotanas, pero he visto a gente muy normal, modernos y sin complejos. Eso sí; muy educados”, me decía un taxista. Este gremio es de los más críticos, pero, ahora, está encantado. “Por lo menos nos han salvado el agosto”, apuntó. Son jóvenes creyentes, estudiantes la mayoría e involucrados en movimientos religiosos. Para muchos ha sido el viaje de su vida y han estado ahorrando dos años.
    Las redes sociales han funcionado, y mucho. Nunca como hasta ahora el facebook y el twiter habían servido tanto para las convocatorias. Ya no son las campanas de las iglesias, sino los mensajes de las redes sociales. Ingente marea de tonos amarillos y rojos, los colores de las camisetas de los peregrinos cristianos. Ya hay quien le llama a este evento el “Catholic Pride”. Orgullo de ser católicos.
    Como paradigma de quienes no están de acuerdo con la gestión y ayuda pública de estas jornadas, un grupo de manifestantes recorrían, ayer, algunas calles del centro madrileño, convocados por Europa Laica. Manifestación menos numerosa que las vividas en Londres, París o Praga con el mismo motivo. “No con nuestro dinero” dicen. Otros responden: “Con el mismo que se paga el Día del Orgullo Gay, la entrada de la selección española o la limpieza de Sol tras el 15-M”. Las JMJ llegan a su ecuador con la llegada, hoy, de Benedicto XVI. Atrás quedan dos días intensos.
    En cada esquina, en cada plaza, en cualquier rincón de un barrio, las camisetas de los medio millón de jóvenes inscritos inundan de color esta ciudad en la que las temperaturas del mercurio ascienden a la par que la temperatura emocional. Grupos cantando y bailando, con la cortesía y la educación como tónica general. Jóvenes de Irak, tan poco acostumbrados a manifestaciones religiosas callejeras, se daban la mano con otros de Sudán que se emocionaban ante la presencia de micrófonos de una televisión americana. Muchos jóvenes italianos y franceses y una gran cantidad de procedentes de América Latina. Las banderas, al encontrarse en cualquier esquina, se cruzaban como signo de saludo.
    Los escenarios están listos, las iglesias madrileñas repletas para las catequesis de los más de mil obispos llegados desde todo el mundo. Conciertos  y exposiciones abren sus puertas. En El Retiro, una feria vocacional de las congregaciones religiosas y nuevos movimientos. El parque está tomado por personas que descansan y huyen del calor. En un rincón silencioso, una ciudad del perdón, más de doscientos blancos confesionarios. Detrás, la capilla del Santísimo. Al lado, la carpa de los discapacitados bajo el lema “Capacitados para amar”. Y al fondo, grupos musicales amenizando la jornada.
    Y en el centro de la ciudad, cerrado al tráfico, los restaurantes no daban abasto para repartir los menús del peregrino, museos abiertos, templos de par en par, el metro colapsado con un 200%. Una ciudad ocupada por una marea de jóvenes y por 50.000 voluntarios que te saludan y te sacan de dudas. Más de cuatro mil periodistas acreditados en el  Ifema. En la Oficina del Peregrino, el equipo organizador pone en marcha el reloj. Madrid es una fiesta.