Los Pikikis reconocen que mataron al Mallarín, pero en defensa propia
Enrique Alonso / Jaén
La Audiencia Provincial juzga la muerte de Antonio Mallarín, que ocurrió en Linares el 3 de febrero de 2006. Murió de un tiro en la cabeza en la puerta de su casa después de discutir con miembros de una familia rival: Los Pikikis.

La Audiencia Provincial juzga la muerte de Antonio Mallarín, que ocurrió en Linares el 3 de febrero de 2006. Murió de un tiro en la cabeza en la puerta de su casa después de discutir con miembros de una familia rival: Los Pikikis.
A las 12:20 horas de ayer comenzó el juicio que más expectación ha levantado en Jaén en los últimos años debido a la “guerra” que se abrió entre los Pikikis y los Mallarines, dos familias gitanas con mala relación en Linares que ahora se llevan “a muerte”. Un hermano del principal imputado Diego M. M. está desaparecido. Además, la muerte de Antonio Mallarín derivó en un tiroteo, que ocurrió el 29 de marzo de 2008.
Sin embargo, la Audiencia Provincial ahora se encarga de juzgar, exclusivamente, la muerte de este hombre, que tenía 60 años y que cayó abatido en el tranco de la puerta de su casa después de recibir un tiro en la frente. Un jurado popular, compuesto por ocho hombres y una mujer, se encargará de dictar sentencia. “Un auténtico marrón”, según comentaban algunos cuando salían de la sala de vistas, sobre todo, porque tienen miedo de ser reconocidos. Ayer, prestaron declaración los tres procesados. Diego M. M., Joaquín M. F. y Sebastián M. F. El primero es el padre. Los otros dos, hermanos.
Después de la declaración de los acusados y de algunos de los testigos, como la viuda, María Cortés, quedaron claras algunas cosas. El 3 de febrero de 2006, la familia de Diego, del clan de los Pikikis, compró la casa del número 15 de la Calle del Madroño. Antonio Mallarín vive enfrente y no quería que se mudaran allí. Por ello, hubo una discusión mientras que trasladaban los muebles. Según los testimonios, se intercambiaron, ambos, el insulto “me cago en tus muertos”. Sin duda, la palabra más grave para una familia gitana. “A mí se cagan en mis muertos y yo lo mato”, explicó Joaquín al tribunal cuando intentaba medir la importancia que tenía el insulto.
Diego reconoció que cogió una pistola y que disparó contra Antonio Moreno Mallarín. “Cerré los ojos y di dos tiros. Al principio, pensé que se había caído por la lluvia. Luego, vi a la mujer que lloraba y que se metió una pistola en las tetas para esconderla”. A su lado estaba, según la defensa y la declaración de Diego, su hijo Joaquín, que disparó al aire. Nadie más. En cambio, el Ministerio Fiscal sostiene que, en la escena del crimen, también se encontraba Sebastián. María Moreno (la viuda) así lo dijo. Incluso, la Fiscalía asegura que dispararon Diego y Sebastián y que Joaquín gritaba: “Matad al Currillo”, que era el apodo de Antonio Mallarín.
Otro de los asuntos que tiene que resolver el tribunal es por qué se produjeron los disparos. Diego y Joaquín aseguraron que Antonio Mallarín les pegó tiros antes y que sacaron las armas para defenderse. En cambio, la fiscal dijo que sólo se recogieron los casquillos de las armas que empuñaban los Pikikis. María Cortés asegura que su marido no tenía arma alguna. De hecho, no figura en las diligencias judiciales. Sin duda, saber si Antonio Mallarín disparó o no es clave, ya que se pasaría de homicidio con el atenuante de defensa propia a asesinato. Las pruebas apuntan a que los tiros sólo los hicieron los Pikikis.
Diego reconoció que le pegó un tiro a Antonio Mallarín, pero que lo hizo en defensa propia. En cambio, la mujer y la hija del fallecido dijeron que la víctima nunca disparó y que fueron a matarlo. Joaquín asegura que accionó el gatillo, pero al aire para asustar a Antonio Mallarín. En cambio, la Fiscalía sólo asevera que animó para que su padre y sus hermanos lo mataran. Sebastián declaró que no estuvo en la escena. Por lo tanto, su defensa pide su libre absolución. En cambio, la familia señala, sin lugar a dudas, que estuvo allí y que disparó. Coincide con el Ministerio Público. La petición de la Fiscalía es de 18 años de cárcel para los tres y 18 meses por tenencia ilícita de armas. Hoy, se examinan más pruebas.
Un centenar de policías y guardias civiles blinda la Audiencia Provincial
La Audiencia Provincial estuvo, ayer, tomada por Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil. Incluso, se llegó a cortar el tráfico en los momentos clave para asegurar a los procesados, a los testigos, a los abogados y otros miembros del tribunal que pasaban a la sala de vistas de Arquitecto Berges.
Había tanta Policía y Guardia Civil que, incluso, Diego M. F. dijo en su declaración ante el tribunal que en la puerta había un regimiento de gitanos dispuestos a matarlos. En cambio, no pasaban de dos docenas, que esperaban sentados en los trancos de los bloques de viviendas. El dispositivo de seguridad era tan grande que podía dar esa sensación y, de hecho, era lo que pensaban los tres Pikikis cuando estaban dentro de la sala de vistas.
A las 8:20 horas de la mañana, ya había agentes que colocaban el vallado. La furgoneta con los tres procesados llegó a las 9:55 horas desde la prisión de Albolote, en Granada. Diego M. M., Joaquín M. F. y Sebastián M. F. iban dentro. Llevaban hasta coches patrulla delante y detrás que funcionaban como escolta. La enorme presencia de agentes de seguridad hacía que se agolparan los curiosos en los acerados de Arquitecto Berges. El furgón pasó hasta el aparcamiento de la Audiencia. Luego, la Guardia Civil y los efectivos de las Unidades de Intervención de la Policía Nacional los subieron por las escaleras “a la carrera”. Mientras, los Pikikis miraban a un lado y a otro con claro gesto de nerviosismo. A las 10:00, ya estaban en el calabozo. Primero, se constituyó el jurado. Pasadas las 12:20 horas, empezó el juicio. Se desarrolló en turno de mañana y de tarde.