Lopera recupera su aspecto de hace 70 años para una película

José Luis Pantoja / Lopera
La plaza mayor de Lopera recupera el aspecto del tramo final de la Guerra Civil, para ser escenario del rodaje de la película La Mula, del director inglés Michael Radford, basada en el libro de Juan Eslava Galán. Este acontecimiento ha convertido a Lopera en lugar de peregrinación turística.

    08 sep 2009 / 08:57 H.

    Lopera y su vinculación con la Guerra Civil genera turismo. La Batalla de Lopera, librada en la Navidad de 1936, no cesa de ser una buena plataforma para que este municipio sea cada vez más conocido y visitado por grupos de turistas procedentes de España y del extranjero. Primero, hace unos meses, fue la edición del videojuego La Batalla de Lopera, y ahora vuelve a generar interés al ser elegida su plaza mayor como escenario de algunas tomas para la película La Mula. Este hecho ha despertado el interés de un turismo ávido de conocer los escenarios de la película.
    La expectación es muy grande, hasta el punto de que dentro de unos días está previsto que visiten Lopera un grupo de cincuenta personas de una asociación francesa de brigadistas internacionales. Estos miembros de las Brigadas Internacionales, que participaron en la Batalla de Lopera, vendrán acompañados de sus hijos, nietos o familiares de fallecidos que tienen interés por conocer donde murieron sus familiares en defensa de la II República Española y, de paso, visitar los espacios donde se rodará La Mula. Estos días, la empresa de escenarios Moya, de Madrid, se encarga de cambiar la fisonomía actual de la plaza y de sus casas para trasladarla al último año de la Guerra Civil, que es donde se ambienta la película.
    El próximo día 23 de septiembre comenzará el rodaje de La Mula. Cuenta con un excelente reparto de jóvenes actores como María Valverde y Mario Casas, que son los protagonistas principales, o Secun de la Rosa y Jesús Carroza, entre otros.
    La obra del jiennense Juan Eslava Galán  narra las peripecias de Juan Castro, un cabo acemilero que lucha en el bando nacional en el frente de Peñarroya (Córdoba). Una tarde, Juan Castro encuentra una mula extraviada en medio del campo de batalla y decide hacerla pasar desapercibida con la intención de quedársela para él al final de la guerra. Le pone de nombre Valentina. Su amigo de infancia y bando, El Chato, será su cómplice. Este es el punto de partida de una aventura insólita, un delirante recorrido que pondrá de manifiesto las paradojas a las que conduce el conflicto bélico. A través de la figura de Juan Castro, más preocupado por sus avances en el terreno amoroso que por la progresión del enemigo, se ofrece una visión insólita de la Guerra Civil. La mula es una denuncia irónica de la contienda.