Loa a un símbolo de la libertad llamado Miguel Ángel Blanco

Los 40 grados que marcaba el termómetro de Jaén por la Paz ya cuando el sol se ocultaba entre los pisos de Renfe no impidió que la piel se erizara al escuchar el nombre de Miguel Ángel Blanco.

14 jul 2015 / 01:02 H.

Un día como ayer de hace ahora 18 años, ETA perpetró uno de sus asesinatos más escalofriantes. Después de 48 horas de un secuestro que “mantuvo en vilo” a España y que sacó a millones de ciudadanos a la calle reivindicando el fin de la violencia, la banda terrorista ejecutó, a sangre fría, a este concejal del PP, “vasco y español que creía en la convivencia libre en el País Vasco”.
Como los misiles precipitándose sobre Kuwait, durante la Guerra del Golfo, o la tragedia del atentado más grave que ha sacudido a este país, las imágenes del joven de Ermua, impresas en folios y carteles, los millones de manos que se elevaron pintadas de blanco al cielo y el grito cerrado que una población, unida, hambrienta de “paz” siguen grabadas en la retina. Tanto, como la crueldad de una banda que, en ese preciso momento, marcó el principio de su fin, al concitar el rechazo, prácticamente unánime, de todos los españoles.

Frente al monolito que recuerda a las víctimas del terrorismo en la capital, la delegada de la AVT para Granada, Málaga, Jaén y Navarra, Maite Araluce, lamentó que, en el calendario nacional, “prácticamente no hay ni un día” sin víctimas del terrorismo con el que ETA aterrorizó a este país durante 50 años. Lamentó los “intentos actuales por falsear el pasado equiparando a las víctimas con los verdugos”, y ensalzó los 32 actos que, como el de ayer en la capital jiennense, se celebraban a lo largo y ancho de todo el país. “Nos recuerdan que no estamos solos”, señaló Araluce, que advirtió contra el “auge del yihadismo y las excarcelaciones” de etarras. Y garantizó: “Seguiremos reclamando verdad, memoria, dignidad y justicia para todas las víctimas”.

Disolución definitiva

En el acto, al que asistió medio centenar de personas entre las que había representantes de la política y del mundo empresarial de la capital, el alcalde, José Enrique Fernández de Moya, fue el encargado de leer el manifiesto de la Fundación que lleva el nombre del edil de Ermua. “Miguel Ángel Blanco —dijo— está integrado en nuestra memoria política. Las consecuencias de la dimensión pública de su secuestro y asesinato diseñaron la estrategia más efectiva en la lucha antiterrorista basada en la no negociación con la banda”.
Pero aún queda camino por andar. A través del manifiesto, la Fundación de Miguel Ángel Blanco pidió “la disolución definitiva de ETA, la entrega de las armas, la deslegitimación y la ilegalización de su proyecto y la colaboración con la Justicia, así como el cumplimiento íntegro de las condenas”. “Hay que mantenerse firme y estrictos en el cumplimiento de la Ley”, leyó Fernández de Moya, que, en el marco del homenaje a Miguel Ángel Blanco, hizo hincapié en la importancia de una “memoria ética, social y política” que —pidió—: “Nos haga más libres y más capaces de construir una convivencia y un país del que podamos sentirnos orgullosos”. Un minuto de silencio, un ramo de flores a la memoria del edil asesinado hace 18 años y el himno nacional pusieron fin al acto.