'Lo estoy pasando mal, muy mal', afirma el chófer de la trama de los ERE
Javier Esturillo/Jaén
Juan Francisco Trujillo, el chófer del principal implicado en la trama de los ERE, vive recluido en su casa de Llanos del Sotillo. No sale a la calle y su única comunicación con el exterior es a través de las pocas visitas que recibe. 'Lo estoy pasando muy mal', reconoció ante la insistencia de Diario JAEN por conocer su versión de los hechos.

Juan Francisco Trujillo, el chófer del principal implicado en la trama de los ERE, vive recluido en su casa de Llanos del Sotillo. No sale a la calle y su única comunicación con el exterior es a través de las pocas visitas que recibe. 'Lo estoy pasando muy mal', reconoció ante la insistencia de Diario JAEN por conocer su versión de los hechos.
La existencia de Juan Francisco Trujillo se ha hecho insoportable desde que hace dos meses destapó una de las mayores tramas de corrupción de la Junta de Andalucía en los treinta años del Gobierno socialista. Sus demoledoras declaraciones ante la Policía Nacional sobre las fechorías de su jefe, el exdirector general de Trabajo y Seguridad Social, Francisco Javier Guerrero Benítez, lo colocaron en el ojo del huracán en un abrir y cerrar de ojos. Una losa demasiado pesada para un hombre que, hasta ese momento, había pasado desapercibido para la mayoría de sus vecinos de Llanos del Sotillo. “Apenas se le veía. Se iba por la mañana a Sevilla y no volvía hasta la noche”, relata un residente.
Juan Francisco Trujillo, de 46 años, vive las semanas previas a su declaración ante la juez Mercedes Alaya con la única compañía de un perro que ladra nada más escuchar el sonido del timbre, como pudo comprobar este periódico después de llamar varias veces al portero automático hasta que abrió la puerta. Su aspecto es desaliñado, de una persona atormentada y presa de unos hechos que pueden costarle muy caros. Lleva varios días sin afeitarse, viste jersey oscuro y pantalón de pijama a rayas. Su actitud es defensiva y miedosa. “No quiero hacer ningún tipo de declaración”, repite una y otra vez, mientras confiesa, con voz temblorosa, que lo está pasando muy mal.
El único amparo que recibe Juan Francisco Trujillo procede de su mujer, empleada del Ayuntamiento de Andújar, que lo acompaña por la noches, de algún pariente o de los vecinos más cercanos que, cada tarde, acuden hasta su domicilio para interesarse por su situación, según los testimonios de los residentes consultados por este periódico. “Él no ha hecho nada. Lo engañaron sus jefes”, asegura una de esas personas que acude en su ayuda cada vez que puede. “Está hundido y no quiere salir a la calle”, confirma, acto seguido. A Juan Francisco Trujillo, padre de una hija de 20 años, se le conoce en Andújar y en Llanos del Sotillo como el “ministro”. Quienes han tenido trato con él dicen que es una persona distante, fría, de pocas palabras, al que le gustaba navegar por internet y la “buena vida”. “Que me invite a una mariscada con el dinero que se ha llevado”, señala medio en serio medio en broma un hombre en la terraza de un bar.
El chófer que compartió confidencias, noches de fiesta, bañadas en alcohol y cocaína, y cenas de lujo con Francisco Javier Guerrero es la comidilla de los vecinos de Andújar. En Llanos del Sotillo la cosa cambia. Allí nadie quiere hablar más de la cuenta. Prefieren mantenerse al margen. “A mí, la vida de ese señor no me importa”, espeta un hombre mayor que pasea junto a la casa de Juan Francisco Trujillo, donde un canario no para de cantar.
La última vez que vieron al conductor oficial del exdirector general de Trabajo de la Junta de Andalucía fue “hace ocho días” por las calles de Andújar, donde trabaja su mujer y residen sus padres. “Desde entonces no se le ve el pelo”, apostilla otro vecino. En la calle Madreselva la vida sigue. Su habitante más “popular” no ha alterado el ritmo de juego de los más pequeños, ni los paseos a media tarde de las amas de casa.
Nadie quiere hablar del “fondo de reptiles” ni de la juez Alaya, ante la que Juan Francisco Trujillo tendrá que declarar el próximo 20 de marzo. La sola presencia de una cámara de fotos o de una libreta pone a los residentes de Llanos del Sotillo en máxima alerta. “No pregunten más”, protesta un anciano. Tanto para esta pedanía como para el imputado en los ERE de la Junta todo esto es una pesadilla.
carrera sin éxito
Ambicioso, pero sin demasiados dotes
Sus paisanos dicen que Juan Francisco Trujillo siempre quiso volar alto, aunque sin demasiados dotes para el trabajo. En su adolescencia, estudió en las Escuelas de la Sagrada Familia. Después hizo Formación Profesional y comenzó a relacionarse con el PSOE. Su única ambición, según cuentan sus vecinos, era conseguir un empleo de la manera más fácil. Empezó a trabajar en el Ayuntamiento de Andújar como conductor de algunos concejales. Poco después, obtuvo una plaza de chófer en la Junta, donde trabajó para Francisco García, que fue delegado de Empleo y director general de la Consejería. En 2001, llega a Sevilla y conoce a la persona que cambiaría su vida, Francisco Javier Guerrero.
Un chófer metido a empresario “fantasma”
Juan Francisco Trujillo hizo sus pinitos como empresario, al menos sobre el papel, porque en la práctica ninguno de los negocios que intentó montar salieron adelante. Sí cobró, en cambio, las subvenciones para construir una casa rural en la Sierra de Andújar, una fábrica de muebles y una granja de pollos, que, según la investigación, eran empresas fantasma creadas solo para recibir las ayudas públicas de la Junta.
Recibió 1,3 millones de euros en subvenciones
De la noche a la mañana, la vida de Juan Francisco Trujillo dio un vuelco. Su relación “profesional” con el exdirector general de Trabajo hizo que llegaran a sus manos y a la de otras personas de su entorno 1,3 millones de euros en subvenciones públicas, según consta en la investigación. Las ayudas eran para, supuestamente, crear empresas, pero el dinero fue a parar a un terreno en el campo y un piso en Sevilla.
La madre de Trujillo es uno de los “intrusos”
Según costa en la documentación en poder de la juez Alaya, está probado que la madre de Juan Francisco Trujillo es uno de los setenta y dos “intrusos” de los ERE de la Junta de Andalucía. La mujer aparece como prejubilada de la textil malagueña Hitemasa (la antigua Interhorce), en la que nunca trabajó. De golpe y porrazo, le ingresaron en sus cuentas ciento veinticinco mil euros, sin más explicación.
Declaración clave
para destapar la trama
La declaración de Juan Francisco Trujillo es, hasta el momento, la más consistente que tiene la juez Mercedes Alaya en el caso de los ERE, que investiga la existencia de una posible trama que pudo defraudar cantidades millonarias de fondos públicos destinados a la creación y mantenimiento de empleo de empresas en crisis. El próximo día 20 está citado a declarar ante la magistrada que investiga las irregularidades en la Junta.
Su “buena estrella”
se apaga en 2008
La vertiginosa vida del chófer de Llanos del Sotillo comenzó a ir cuesta abajo a partir de 2008, el mismo año en el que fue cesado su jefe. Fue imputado por “olvidar” pagar los impuestos y, un año más tarde, la Junta lo despidió por fingir una enfermedad. Y el pasado noviembre, la Policía de Jaén recuperó la pista de Trujillo en una investigación de facturas falsas. Ese día estalló el escándalo de las subvenciones y la cocaína.