Linares. El cielo lloró también ante la muerte de Jesucristo
Mariela Soriano / Linares
La lluvia truncó la mañana del Viernes Santo y sorprendió el paso del Nazareno a la mitad de su recorrido. La amenaza de precipitaciones también templó los ánimos de los miembros de la Expiración, que, al final, exhibieron sus imágenes como hicieron, asimismo, el Descendimiento y el Santo Entierro.

La lluvia truncó la mañana del Viernes Santo y sorprendió el paso del Nazareno a la mitad de su recorrido. La amenaza de precipitaciones también templó los ánimos de los miembros de la Expiración, que, al final, exhibieron sus imágenes como hicieron, asimismo, el Descendimiento y el Santo Entierro.
Miles de personas abarrotaban la Plaza de San Francisco para contemplar, el Viernes Santo de madrugada, la salida de Nuestro Padre Jesús Nazareno, uno de los pasos más señeros de la Semana Santa, que cuenta con gran devoción. Las luces se apagaron y, en un silencio conmovedor, la imagen cruzó el umbral del templo e impartió la primera de las tres bendiciones previstas en su procesión del Viernes Santo.
La Agrupación Musical Nuestro Padre Jesús Nazareno se situó a la cabecera de la comitiva, acompañada de un millar de hermanos. A continuación, el paso de San Juan Evangelista, al son del compás marcado por los integrantes de la banda de la Estación Linares-Baeza, comenzó su recorrido con. Entre otros estrenos, el estandarte bordado sobre terciopelo verde, con malla e hilo de oro, y un óvalo central en el que figura un primer plano del titular, pintado al óleo sobre lienzo, seguido de cerca por Nuestro Padre Jesús Nazareno, que lució el nuevo paso, obra de Manuel Guzmán, y sirvió para aliviar el peso a los cincuenta y cuatro costaleros. Un trono que sustituye a otro representativo, pagado hace años por todos los vecinos de la ciudad y que está concluido en la talla de canasta y candelabros.
En esta ocasión, la hermandad recuperó la centuria romana, una tradición que se perdió con el paso de los años y que se espera ampliar en los próximos. María Santísima del Mayor Dolor, que se mecía al ritmo de los acordes de la Banda de Música María Inmaculada, cerraba el cortejo procesional, que tenía prevista una duración cercana a las diez horas. Sin embargo, el desfile se truncó después de haber completado más de la mitad de su camino por el itinerario previsto.
Todo ocurrió sobre las once de la mañana, cuando un aguacero sorprendió a la hermandad antes de que se produjera la segunda de las bendiciones previstas y su paso por la carrera oficial. Los tronos, a un ritmo apresurado, se refugiaron en el templo, que congregó a cientos de fieles pesarosos. En ese momento, una de las principales preocupaciones de la junta de gobierno era el análisis de los posibles daños en las imágenes, que, en principio, según el hermano mayor, Nicolás Hidalgo, se centraron en los mantos de San Juan y de la Virgen.
La alternancia de momentos de sol con rápidas tormentas continuó toda la mañana, y a las tres de la tarde, cuando estaba prevista la salida de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de la Esperanza de San Francisco, el cielo no ofreció buenos augurios. En el interior, se deliberaba intensamente. A las cuatro y media, el fiscal, Juan Francisco Cuevas, anunció la decisión de salir a la calle, aunque con un recorrido más corto. Así, entre aplausos, la hermandad sacó sus pasos a la vía pública y pudo vivir uno de los momentos más emotivos, la ceremonia, en la calle Marqués.
En el caso de la Hermandad del Descendimiento y María Santísima de las Penas, partió a las seis y media de la tarde, desde la parroquia de Santa Bárbara. Fue un recorrido en el que lo más destacado estuvo en las mujeres ataviadas con la tradicional mantilla. Se puso fuera de su templo la imagen restaurada de José de Arimatea y se estrenó un manto rojo de Nuestra Señora de las Penas.
La Cofradía del Santo Entierro, Nuestra Señora de los Dolores en su Soledad, la Virgen de las Angustias y Santa Vera Cruz fue la última en completar su itinerario por la ciudad linarense. A las siete y media de la tarde, salió desde San Francisco, cuyas inmediaciones acogieron cientos de personas que pudieron contemplar el Cristo Yacente completamente restaurado, que avanzaba lento al son de la “Banda de Pellejos”. Se trata de una de las procesiones más esperadas en la ciudad. Tuvo uno de los momentos más emotivos a su paso por la carrera oficial.
Por su parte, los vecinos de Linares-Baeza también disfrutaron del paso de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que impartió su bendición desde la Plaza de las Palmeras, en torno a las once de la noche, y Nuestra Señora de los Dolores. Totalmente restaurados despertaron un cúmulo de sensaciones entre el numeroso público que se encontraba en el lugar.