Las raíces del flamenco llenan de embrujo los Baños Árabes

Las raíces del flamenco más puro embrujaron ayer el Centro Cultural Baños Árabes, que acogieron ayer a lo largo de todo el día una serie de actividades de cante y baile organizadas por la Diputación Provincial de Jaén para celebrar el Día Mundial del Flamenco. La jornada giró en torno a este arte tan andaluz y al mismo tiempo, tan jiennense que fue declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad desde hace cuatro años.

17 nov 2014 / 11:53 H.

 

La jornada comenzó con un taller por bulerías para niños, que impartió la cantaora “Chocolata”, una propuesta formativa en la que participaron una quincena de menores y con la que se pretendió poner el acento en la diversión asociada a este baile flamenco. Sentados en círculo, en un ambiente idílico como son los Baños Árabes, los más pequeños aprendían la importancia del compás, de los ritmos, de los sonidos que “las propias manos” son capaces de emitir. “Nuestras manos son como un instrumento, por eso suenan sonidos graves o agudos”, recalcaba la “Chocolata” mientras mostraba al público infantil a cómo seguir el ritmo. Los más pequeños no fueron los únicos que sintieron la emoción que es capaz de trasmitir el flamenco. A pocos metros de distancia, otro grupo de jiennenses, esta vez, de adultos aprendían de la mano del profesor Jerónimo Utrilla a tocar las palmas en una fiesta flamenca y los distintos palos existentes con un taller de compás y palmas. “Las sevillanas siempre tienen la misma estructura, es el único palo del flamenco que no cambia”, decía el profesor, mientras enseñaba a seguir el compás de las palmas, con el conocido tema Que vivan las sevillanas, de Cantores de Híspalis.

Y fue el turno de los conciertos. Si con los talleres se aprendió flamenco, con los recitales, los jiennenses lo sintieron, lo vivieron “en estado puro” de la mano de dos grandes artistas. Por un lado, la cantaora “Chocolata”, la jerezana Carmela Páez, al cante y baile, Rubens Silva a la guitarra, Cuni Mantilla al contrabajo y Jesús Santiago a las percusiones, —con un patio de lo Baños Árabes donde no cogía un alfiler— trasmitieron, sobre todo, sensibilidad a flor de piel. Sus canciones tienen en la letra, en la música, una poesía terrenal como una fruta: con sabor, con olor, con color, aroma y hechura. Chocolata fue sentimiento y medida, genio y gusto. Un concierto con un directo fresco y alegre, una experiencia musical de la cual fue casi imposible salir airoso. La artista desprendió un arco iris de sonidos ancentrales que bailaron al compás de Jerez, un hermanamiento de culturas, donde combinó, con su repertorio, la energía del flamenco, la frescura de Latino América, el “swing” , la pasión de la copla. Fue un lamento de la tierra y, sobre todo, un coctel original.

Bailarín, coreógrafo, maestro del flamenco... es de la tierra, de Andújar, Diego Llori es una personalidad destacada en la danza española y el flamenco, por eso, ayer, su espectáculo Payos como Olivos “enmudeció” al público en los Baños Árabes. Un recital de flamenco “contemporáneo”, donde el artista, acompañado del elenco de artistas de su compañía, hizo realidad el sueño de reflejar, a través de un baile “más flamenco y más gitano”, sin olvidar sus raíces, toda la tradición y el culto de la tierra que le vio nacer. En él se siente pureza del “bailar antiguo”, del flamenco más puro y la interpretación más “bailada”. Ecos de cante hondo resonaron en los Baños Árabes.