Las Josefinas ponen fin a su larga trayectoria en la ciudad

Seis décadas de trayectoria religiosa y docente en la ciudad dan para realizar un amplio e intenso trabajo, en el que no han faltado la ilusión y el esfuerzo de una congregación implicada y entregada hacia el beneficio de su comunidad y de su parroquia. La orden de las Siervas de San José, popularmente conocida como las Josefinas, pone punto y final a su estancia en Linares. De esta manera, se cierra un ciclo que ha ofrecido 61 años de servicio pastoral.

08 abr 2015 / 10:08 H.

“El mal generalizado de la falta de vocación hace que no haya gente joven que pueda suplirnos. Este es un problema que sufren muchas congregaciones porque no tienen personas suficientes, ya no solo para trabajar en los colegios, sino para realizar sus labores y proyectos en sus comunidades”, lamentó Ana Polo, titular religiosa del Colegio de la Inmaculada Concepción.

Tras la marcha de las Siervas de San José de la ciudad -en la actualidad ya solo permanecen en el colegio cuatro, con una media de edad de 77 años-, la titularidad del centro educativo, de carácter concertado, pasará a ser de la Diócesis de Jaén a partir del mes de septiembre. Un cambio que, según manifestó el director, Andrés Castro, no afectará al normal funcionamiento del mismo. “La continuidad del centro, del personal y el profesorado está completamente asegurada. Este cambio de titularidad supondrá que este colegio pase a ser el primer centro diocesano de la provincia”, explicó el directivo.

Pese a su marcha, el espíritu y la esencia de las Josefinas seguirán muy presentes en el centro, ubicado en la calle Velarde, así como en la parroquia de la Santa Cruz, donde tan buena presencia y trabajo realizaron en las últimas décadas. “Han sido muchas personas las que han pasado por aquí para dejar su trabajo y muchos alumnos también, así que el cariño, la tristeza y el dolor que sentimos son muy grandes”, indicó Ana Polo. La religiosa dejó claro que, durante la presencia de su orden, la cual recibió del Ayuntamiento, en el año 2004, la medalla de oro de la ciudad, el Colegio de la Inmaculada Concepción siempre se ha orientado a ser “un centro para gente necesitada”. “Las siervas buscamos estar con la gente humilde y ser un colegio cercano y familiar, desde el cual se ha trabajado por la gente del barrio y de la comunidad”, agregó la aún titular de la orden.

La decisión de marchar, aceptada por la Diócesis de Jaén, la comunidad educativa del centro, las familias y el alumnado, supone un hecho relevante, ya que la congregación religiosa formaba parte ya de un referente destacado en su ámbito territorial y en el conjunto de la obra educativa y pastoral de la propia institución. Un triste adiós que viene acompañado de numerosos y sinceros mensajes de agradecimiento.