Las dudas sobre el rescate a España no ayudan a la economía
El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, dejó claro, esta semana, que si el BCE compra deuda de los países con problemas será bajo la petición previa del rescate. Los mensajes, en este sentido, entre los mandatarios europeos son contradictorios, mientras unos dan por hecho el rescate y lo supeditan a solventar los flecos de cómo hacerlo o despejar las dudas alemanas, otros dirigentes, entre los que se encuentran el propio ministro de Economía, aseguran que España no necesita un rescate.
Dentro del Ejecutivo el discurso cambia en función del interlocutor, porque el propio Rajoy subraya que el Gobierno tomará la medida más adecuada para el presente y el futuro del país sin descartar escenario alguno. Mientras agencias de noticias y analistas internacionales daban por hecho el rescate, incluso este fin de semana, el Eurogrupo rebajó, el viernes, la presión que soporta España y el mensaje que lanzaron a los mercados es que no es cierto que requiramos un rescate urgente. El siguiente plazo para dilucidar si se gana tiempo o, realmente, todavía no está en la agenda es comprobar si se pedirá en la próxima cumbre de presidentes de la Unión Europea, dentro de un par de semanas. La rebaja de presión en la prima de riesgo y que España siga colocando deuda a precios razonables permiten capear el temporal y pensar que todavía hay posibilidades de recuperar la calma financiera. Si esa es la táctica prevista tampoco sería descabellado apaciguar las aguas internas y lanzar un mensaje de cierto optimismo para una población que sufre en primera persona todos los recortes auspiciados por Europa. La claridad de ideas y su correcta exposición cotizan y sirven para apuntalar los planes previstos a los sacrosantos mercados y también a la legión de dolientes que esperan que el próximo año les brinde, al menos, una oportunidad laboral.