La varicela deja a medias las aulas
Irene Bueno/Jaén
El virus de la varicela lleva alrededor de dos semanas haciendo de las suyas entre la población escolar. Los menores de las guarderías y de los primeros cursos de la educación reglada en los colegios son los más afectados por una infección que se propaga con una gran rapidez y facilidad.

El virus de la varicela lleva alrededor de dos semanas haciendo de las suyas entre la población escolar. Los menores de las guarderías y de los primeros cursos de la educación reglada en los colegios son los más afectados por una infección que se propaga con una gran rapidez y facilidad.
Los cambios de temperaturas entre el “fresco” y el calor, la insuficiente ventilación de las aulas (ya que no se abren las ventanas tanto como se debiera) y la reunión de niños en un espacio como son las clases son el caldo de cultivo ideal para que el virus “varicela zóster” active su faceta contagiosa en su máxima expresión. Este agente infeccioso es un miembro de la familia del herpesvirus, que causa también el herpes zóster (culebrilla) en los adultos.
La incidencia de cotagios es tal que, en algunas aulas de centros infantiles, casi la mitad del alumnado se ha visto afectado por las típicas póstulas que produce esta enfermedad clásicamente de la infancia aunque puede aparecer en cualquier etapa de la vida.
Los pediatras recuerdan que buena parte de este tipo de enfermedades de origen vírico, como también son el sarampión, la rubeola o las paperas, se han visto aminoradas con las vacunas, como es el caso de la triple vírica, que se inyecta a los quince meses de vida del niño. Sin embargo, la varicela permanece presente en el calendario de cada año y suele presentar estos importantes brotes en la última parte del curso escolar.
En un escenario típico, el niño pequeño se cubre de varicela (unas ampollas que tienen líquido en su interior) y no puede ir al colegio por una semana. Durante la primera mitad de dicha semana, el pequeño se siente muy mal debido a la picazón intensa, que suele ir acompañada de fiebre y malestar general y en la segunda debido al aburrimiento. Desde que el niño está en contacto con el virus y hasta que aparecen las pústulas pueden transcurrir entre 10 y 21 días. Las personas se vuelven contagiosas 1 o 2 días antes de brotar las ampollas y continúan mientras las erupciones sin costra están presentes. La mayoría de los casos ocurre en los niños menores de 10 años. La enfermedad es generalmente leve, aunque algunas veces ocurren complicaciones serias, si también padecen otras patologías.