La otra Navidad
Desde Granada. Quiero compartir con ustedes una pequeña historia: “El pastor Jeremías Steepek se disfrazó de mendigo y fue a la iglesia de diez mil miembros donde iba a ser presentado como pastor principal por la mañana. Caminó alrededor de la iglesia por treinta minutos en cuanto ella se llenaba de personas. El pastor Jeremías Steepek se disfrazó de mendigo y fue a la iglesia de diez mil miembros donde iba a ser presentado como pastor principal por la mañana.
Caminó alrededor de la iglesia por treinta minutos en cuanto ella se llenaba de personas para el culto. Solamente tres de cada siete de las diez mil personas decían “hola” para el mendigo. Para algunas personas, Él les pidió monedas para comprar comida. Nadie en la Iglesia le dio algo. Entró en el templo e intentó sentarse en la parte de adelante, pero los diáconos le pidieron que se sentase en la parte de atrás del templo. Él saludaba a las personas que le devolvían miradas llenas de asco y de desprecio al mirarlo de la cabeza a los pies”. A alguno de ustedes, como a mi mismo me suena la canción de siempre, de esta historia. ¿Qué sociedad estamos construyendo? ¿Qué Navidad que estamos viviendo? Si es una Navidad solo de consumo y encerrada en uno mismo, es una pena y un veneno. Personas que por ejemplo gastan alegremente en sus vicios, y solo piensan en sí mismos, mientras no ven a un palmo de sus narices, ni al vecino que está ahí al lado. La otra Navidad que está al cabo de la calle, está rodeada de tantas y tantas personas hermanas sin trabajo, necesitadas, y tal vez con poca comida, que sufren el drama de la vida. Personas que por problemas sin número han sido arrancadas y desarraigadas de la familia y de una vida estable y normal. Ya es hora que pasemos de una sociedad de la soledad, y el individualismo, a una sociedad más fraternal.
No basta el compartir, o el dar algo a un necesitado, la actitud, con la que se da y comparte, si hay o no falta de amor esa es la clave. Por suerte cada día la solidaridad mueve montañas, aunque también me gustaría que a tantos necesitados, no se les dé solo el pez, sino también la caña con la que pescar. Que la Navidad significa nacer de nuevo, sirva de compromiso de lucha y transformación personal.
Para terminar, quiero evocar la Navidad recordando la voz del ángel mensajero a los pastores, por boca del evangelista de Lucas, que proclama “la Paz a los hombres de Buena Voluntad”.
Deseo y espero que cualquier persona que lea este mensaje, crezca en su corazón, la luz del cambio, la luz de esa nueva sociedad, que no solo sea la luz del comprar y el vender, o del simple interés, sino también, del ser y estar al lado del otro, del compartir, del escuchar y al mismo tiempo no mirar para el otro lado, cuando nos encontremos con alguien necesitado.
Eduardo ORTEGA MARTíN