'La obra Urtain hace un análisis de la España de los años 40 y 50'
Diana Sánchez /Jaén
El intérprete Alfonso Lara, vinculado a Jaén y ganador del Premio Max al Mejor Actor de Reparto por su papel en la obra Urtain, valora el montaje de la compañía Animalario que anoche consiguió nueve galardones de las doce nominaciones.

El intérprete Alfonso Lara, vinculado a Jaén y ganador del Premio Max al Mejor Actor de Reparto por su papel en la obra Urtain, valora el montaje de la compañía Animalario que anoche consiguió nueve galardones de las doce nominaciones.
Intuía que algún premio “caería” a la obra que anoche hizo gala de ser el mejor montaje del año y en la que participa como actor. Y es que el intérprete madrileño vinculado a la provincia de Jaén —su esposa la también actriz Micaela Quesada es de Bedmar— ya puede decir lo que se siente al ganar un premio Max, los máximos galardones a las artes escénicas. Y es que de las doce nominaciones nueve se las llevaron los integrantes del grupo Animalario con la obra Urtain. Una historia que, el galardonado como Mejor Actor de Reparto en los Max, contó a Diario JAEN.
—¿Cómo cuenta la historia del famoso boxeador el director de teatro Andrés Lima?
—Se trata de un recorrido por la vida de José Manuel Ibar Azpiazu “Urtain”, en forma de combate inverso, porque vamos desde que se suicidó hasta su nacimiento. También es una especie de análisis de la España de los años 70, así como de los 40 y 50, tan oscuros en la vida de este país. Todo, tomando a este boxeador que fue tan conocido.
—¿Cuál es su papel?
—Hacemos varios papeles porque el montaje es muy dinámico. No salimos en ningún momento del escenario, que es un ring de boxeo. Entonces representamos diferentes personajes; yo hago de José María García, pero mi papel fundamental es el del manager de “Urtain”.
—¿El escenario es un ring?
—Sí, todo el tiempo. La idea es que el público rodee el escenario-ring, como hacemos en salas pequeñas. Mientras, en los teatros ponemos gradas en los laterales, para que la gente lo vea lo más cerca posible. Es un montaje que necesita que el público también participe, como si estuviera viendo un combate de boxeo. Además, salimos bailando y cantando temas de Raphael. Aunque también es una historia dura. Pues, además de su vertiente lúdica, tiene otra más dramática.
—No sólo destaca como actor, pues también ha hecho sus pinitos en música.
—A mí me hubiera gustado ser músico. Se podría decir que soy un músico frustrado. Lo que pasa es que no tengo mucho talento para la ejecución, pero sí que tengo imaginación musical, pues he compuesto temas para obras infantiles. Se me da bien, tengo buen oído. Pero me conformé con la interpretación. Realmente, es el teatro donde uno siente más satisfacciones, pues es aquello que está más acorde con lo que hacemos. Pero igual de contento me siento con lo que hago en la televisión.
—De hecho en la serie de Un paso adelante, era profesor de música. ¿Casualidad?
—Cuando hice el casting, le dije al director que ese personaje se parecía mucho a mí. Juan se dedicaba a la música de manera profesional y la enseñanza era una manera de aliviar su frustración.
—Se podría considerar que las series de televisión están a caballo entre el cine y el teatro y dan salida a los actores, pero ¿cómo ve el panorama interpretativo en estos tres escenarios?
—La tele dio mucho trabajo, y eso es de agradecer, aunque también aumentó muchísimo el número de actores y al mismo tiempo bajaron las condiciones de empleo.