La importancia del saludo
En ocasiones, no se le da demasiada importancia al saludo porque, si bien es cierto, existen distintos tipos de saludo o forma de saludar. Hay quien al pasar por tu lado, simplemente hace un leve movimiento de cabeza. Otros, en cambio, te saludan casi con un lamento:“Eeeeeeeyyy”. Cuando te cruzas con alguien que tú conoces y éste circula por la otra acera, te saluda alzando la mano. Pero, ¿nos hemos llegado a plantear alguna vez la importancia del saludo? Qué bonito es pasear por tu entorno o por el centro de tu ciudad y que te saluden tus amistades, conocidos, compañeros, Vecinos…parece que no, pero el saludo levanta el espíritu, y una cosa tan simple y humana a un tiempo, te hace feliz. Pero ¿Qué ocurre si, presuntamente, has tenido una gran amistad con un excompañero? Por poner un ejemplo. Pues, que en ocasiones, cuando han pasado los años, éste te ha retirado el saludo, o como vulgarmente se dice, “hace la vista gorda” y tú te quedas con la boca entreabierta para corresponder con el saludo que, por otra parte, no te han dado. En ocasiones, eres tú quien saludas y, ni siquiera han vuelto la cabeza para devolvértelo. Tú, te quedas con la sensación de ridículo que no te las quitas en lo que resta de día. ¿Por qué se es así? Sin ir más lejos, contaré brevemente, lo que me sucedió hace ya sólo unos días: Me dirigía a casa de un familiar, y por el camino vi a un excompañero de trabajo que hacía unos ocho años que no lo había vuelto a ver. Teníamos mucha amistad. Se encontraba hablando con otra persona y yo, al llegar a su altura, le doy una palmadita en la espalda ya que él había hecho lo propio para pasar desapercibido, y estas fueron textualmente nuestras palabras:- ¡Adiós, Antonio! Dije yo.- ¡Hooombre, Agustín! Cuánto tiempo sin verte. Si no me saludas, no te conozco. - ¿Cómo te va la vida?? Le pregunté.- Bien, ¿Y tú?- Pues como siempre, ahí andamos. Le contesté, y seguidamente, me dijo algo que me hizo mucha gracia.- Tú no has cambiado, estás exactamente igual.- Lo mismo digo. Por ti no pasan los años. ¿Has entendido el mensaje último de Antonio? Primero me dice que, si no le saludo, ni me conoce y, segundos después, me dice que no he cambiado, que estoy exactamente igual. Paradójicamente, es incompresible que no me conozca si no he cambiado. En fin, dejémoslo ahí. Estoy seguro que, a partir de ahora, cuando nos volvamos a ver será él quien salude primero. Dicen que “el tiempo lo cura todo”, pero cierto es que al saludo, en ocasiones, lo enferma. P.D. “Hasta luego”.
AGUSTÍN BALLESTER HERRERO / Jaén
AGUSTÍN BALLESTER HERRERO / Jaén