La guitarra tiene nombre de mujer
Diana Sánchez /Jaén
Muchas fueron las mujeres que alegraron una juerga flamenca con su cante, su baile y su interpretación en la guitarra. La historia lo demuestra, a pesar de que, hoy, las intérpretes femeninas son una anécdota en las peñas. La savia nueva, alentada por la formación, fomenta una generación de jóvenes guitarristas.

Muchas fueron las mujeres que alegraron una juerga flamenca con su cante, su baile y su interpretación en la guitarra. La historia lo demuestra, a pesar de que, hoy, las intérpretes femeninas son una anécdota en las peñas. La savia nueva, alentada por la formación, fomenta una generación de jóvenes guitarristas.
El flamenco y la mujer están unidos a baile o a cante, pero cuando se trata de asociarla con la guitarra, la realidad presenta un tablao protagonizado por un mundo de hombres. Y es que no sólo hace falta adentrarse en las peñas para apreciar que las que dominan las cuerdas del instrumento son manos masculinas, ya que los que destacan entre los mejores son nombres como Paco de Lucía, Tomatito, Manolo Sanlúcar o Niño Ricardo. Sin embargo, la historia demuestra que la mujer y su relación con el flamenco la vinculaba con todos sus elementos, incluso con el toque. “El mayor auge de la mujer guitarrista aparece a finales del siglo XIX y principios del XX cuando los tablaos y los cafés de cantes gozaban de prestigio”, dice la autora del libro Mujeres guitarristas, Eulalia Pablo. Una publicación en la que la extremeña recupera el nombre de aquellas que destacaron con la guitarra. “Desde que el flamenco está asentado, la mujer artista no estaba muy bien vista. Dentro de los tres aspectos principales, hoy, la introducción de la mujer en el mundo de la guitarra es más lenta”, comenta el presidente de la Federación de Peñas Flamencas de Jaén, Francisco Viedma.
El academicismo de la disciplina musical introdujo las guitarras flamencas en las aulas de los conservatorios. Desde ahí, son varias las jóvenes que encuentran su oportunidad para agarrarse a la pasión de una guitarra y poder expresar su sensibilidad. En la provincia de Jaén se pueden contar con los dedos de la mano las mujeres que se forman en guitarra flamenca. Inmaculada Morales, de 21 años, es una estudiante de Alcalá la Real que, desde los 12 tenía muy claro su camino. “Empecé con la clásica y me propusieron tocar la flamenca”, dice la alcalaína, que estudia en el Conservatorio de Música Superior de Córdoba. Un nido que guarda una cada vez mayor cantera de niñas que empiezan a dar sus primeros acordes. Y es que es aquí donde también se forma la iliturgitana Soraya Criado, de 18 años. “Me gustaba y se me daba bien”, dice la joven, que también toca el piano flamenco.
Fuera de las puertas de los conservatorios, las guitarristas son menos, aunque si se presta atención se pueden encontrar nombres como el de Laura González. Una profesional de Fernán Núñez (Córdoba) vinculada a Jaén por su mentor, el jiennense José Rojo, y profesora de guitarra flamenca. “Dentro de la docencia es fácil moverse, pero en lo artístico es más complicado seas hombre o mujer. Hay un nivel alto y somos muchos”, comenta. No obstante, confiesa que a lo largo de su carrera sí que ha notado ciertas “reticencias” por parte de algunos hombres. “Son indirectas que apenas se aprecian. Pero las nuevas generaciones lo ven normal”. Una visión que comparten las dos aprendices jiennenses. En la mayoría de ellas, la primera toma de contacto con el flamenco fue el baile. “Me gustaría retomarlo porque es muy importante para la guitarra como acompañante, al igual que el cante”, dice Morales.
Aunque tímidamente, cada vez son más las intérpretes que suben a los tablaos para arrancar las notas a la guitarra. El tiempo y la pasión de éstas por el flamenco superarán el que aún se vean como curiosas anécdotas.