La cerámica artística se reinventa

Un oficio artesano que ha pasado de generación en generación y se ha adaptado a los cambios de la sociedad actual. Aun así, como ocurre en los diferentes sectores de actividad, tanto en la cerámica artística como en la artesanía en general la crisis ha hecho una importante mella al considerarlo un artículo prescindible, de lujo.

28 abr 2014 / 22:00 H.


“Evidentemente es de necios obviar que la cerámica o la artesanía está atravesando por una crisis lo mismo que los demás sectores o incluso peor, porque se compra a lo mejor menos coches, pero al fin y al cabo uno lo necesita. Aquí nos encontramos con que es más fácil prescindir del regalo, del detalle en la artesanía en general, tanto cerámica como madera, vidrio, forja… que atraviesa un momento bastante fastidiado. Esperamos que esto llegue a su fin y estamos esperanzados a que se abran nuevos mercados”, explica Melchor Tito, presidente de la Asociación de Artesanos del municipio ubetense, que congrega a gran cantidad de maestros en el modelaje del barro, junto a, entre otros municipios, Baeza, Arjona o Bailén.
Entre las principales vías para hacer frente a esta coyuntura es, apunta Tito, la movilidad y apertura a nuevos mercados, adaptando las piezas a lo que se reclama hoy en día y la originalidad: “Y una que más que antigua es un leiv motiv para nosotros es la diferenciación entre lo que está hecho a máquina y la verdadera artesanía. Quizás ese sea nuestro lema y por el que muchos artesanos intentan defender su sector o taller”.
En este sentido, reconoce, ha jugado un papel fundamental la marca de calidad de la artesanía de Úbeda, que supone una forma de diferenciar o sellar cada pieza artesana con un marchamo que le da al cliente una seguridad. Así cada una de nuestras piezas, en el caso de nuestra alfarería, va acompañada de esa numeración de la marca de calidad y de un certificado de garantía que habla de la particularidad de esa pieza en concreto. La exclusividad y diferenciación son fundamentales”.
En los talleres ubetenses todavía se encuentran piezas tradicionales, como la paridera “que hoy por hoy no se utiliza, sino que se hace de ella un uso más romántico y decorativo”, o la quesera. Aunque eso sí, en este caso adaptada a los tiempos: “Hoy en día no se echa un queso entero en aceite, sino un cuarto, por lo que tenemos que adaptarnos al uso alimenticio”.
A pesar de que reconoce que hay muchas cosas por hacer y que la administración debería apoyar más este tipo de oficios “porque se pierden cientos de artesanos a diario, y con ellos oficios ancestrales”, se muestra optimista.
En el caso de Francisco Miguel Alameda, de cerámica Alameda, la dedicación de su familia a la cerámica artística se pierde en el tiempo. “Que sepamos a ciencia cierta nos encontramos en la octava generación, pero puede llegar mucho más lejos”, indica. Y la intención es continuarla. En su caso utiliza técnicas antiguas, aunque lo que si ha cambiado son los preparativos de amasar el barro: “Ya no te pegas esas palizas de trabajar, pero los productos se hacen igual que antes, en el torno alfarero, con el mismo trabajo y cariño”. Hacer cosas con las manos, desde la nada y de un pegote de barro, es lo que más le gusta de su oficio.
Juan Almarza, de alfarería Almarza, reconoce por su parte que en la ubetense calle Valencia, donde se encuentran la mayoría de alfares, casi todas las casas estaban preparadas para trabajar la alfarería, “pero sólo han resistido los que mejor se han adaptado a los tiempos”. Por lo menos es la cuarta generación de alfareros. Ahora trabaja sobre todo por encargo. “En la fábrica destaca por la variedad de botijos o productos con resonancias árabes y muy típicas de la zona”, explica. Ver la evolución en una técnica complicada, es lo que más valora: “Antes te salía mal o regular una pieza que ahora es perfecta. Mi padre con 30 años era un alfarero normal; con 60 años un artista”.