Juana Vacas logra que se anule la herencia del asesino de su hija
Enrique Alonso/Jaén
“La sentencia no me ha producido alegría. Solo que me acerca a lo que quiero. Tengo 74 años y quiero vivir tranquila”. Juana Vacas es rotunda a la hora de evaluar el fallo del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Jaén. La herencia “envenenada” que recibió queda completamente anulada.

“La sentencia no me ha producido alegría. Solo que me acerca a lo que quiero. Tengo 74 años y quiero vivir tranquila”. Juana Vacas es rotunda a la hora de evaluar el fallo del Juzgado de Primera Instancia número 1 de Jaén. La herencia “envenenada” que recibió queda completamente anulada.
Juana Vacas perdió a su hija la noche del 21 de marzo de 2011. Purificación Armenteros fue asesinada por Fermín J. M. —condenado a 22 años y 6 meses de prisión por la Audiencia Provincial de Jaén—. En cambio, su calvario no terminó ahí. Cuando acudió a recibir la herencia, asumió un testamento envenenado, que incluía 150.000 euros en deudas. Ella mantiene que no la informaron cuando estuvo en la notaría. “Soy una anciana, viuda y pobre, pero no tonta”, dijo en la vista oral del pasado 26 de junio en el Juzgado de Primera Instancia número 1 de Jaén.Ahora, después de una dura lucha en los tribunales, la Justicia le da la razón. La herencia que se iba a llevar la casa en la que vive queda anulada. “Cuando me enteré de la sentencia, me eché a llorar. No es alegría. Quiero vivir tranquila”, dice Juana Vacas. Hay 175.000 firmas que respaldan su larga batalla. La sentencia estima la solicitud de nulidad de la escritura de aceptación de tal herencia, que incluía deudas del asesino de su hija, tal como había solicitado la propia Juana Vacas. Indica que ese consentimiento había estado “viciado” al no haber recibido “una información suficiente y veraz sobre los efectos y riesgos de sus actos”. Según señala la sentencia, tras el fallecimiento de su hija Purificación y dado que esta estaba divorciada de su marido, Juana Vacas se convirtió en su “heredera única y universal”, lo que la llevó a aceptar la herencia que esta dejaba, si bien lo hizo, según argumentaba la parte demandante, “de forma apresurada para evitar ser sancionada por la Agencia Tributaria” y “en un momento en el que se hallaba gravemente afectada desde el punto de vista psicológico” ante la muerte de su hija “en trágicas circunstancias”, y, además, “afectada por una grave afección de hipoacusia que le impedía oír con normalidad”. Más información en nuestra edición impresa.