Juan Rubio: "Rouco Varela demostró no querer tener un delfín"
Soplan vientos de cambio en la Iglesia española, una circunstancia que hace que Juan Rubio eche la vista atrás para repasar las debilidades y fortalezas de Antonio María Rouco Varela, nacido un mes después de estallar la Guerra Civil, presidente de la Conferencia Episcopal desde 1999 hasta ahora que se jubila.

—¿Qué legado deja en España el cardenal Rouco Varela?
—Veinte años como arzobispo de Madrid y quince al frente de la Conferencia Episcopal, son muchos años. Un largo periodo en el que el personaje se comió a la persona. Rouco, ante todo, ha sido un hombre obediente a la encomienda que le dieron los dos últimos papas. Otra cosa es su carácter personal y, sobre eso, nada que juzgar porque cada uno es como es. Ha influido mucho su personalismo, su manera de ser, su formación jurídico-teológica, cierta uniformidad en su sentido de la comunión eclesial con un pensamiento único y un concepto de “intervención” de lo religioso en la esfera de lo público. Un intervencionismo ajeno a una Iglesia que debe proponer, más que intervenir. Creo que ha hecho una buena labor en temas como la formación teológica en Madrid, aunque las formas, a veces, lo han perdido.
—¿Quién cree que está mejor posicionado para suceder al cardenal Rouco varela al frente del Arzobispado de Madrid y de la Conferencia Episcopal?
—Lo de la Conferencia Episcopal se sabrá entre el 10 o el 11 de marzo. Nombres... pues no sé. Osoro, de Valencia; Juan del Río, arzobispo castrense… Rouco se retira, pero en esto los obispos verán y, le digo que no lo ven muy claro aún. No estar por medio el cardenal Rouco les da cierta libertad de espíritu para votar. No hay en esta ocasión “obediencias debidas”. Por lo tanto, pudiera haber sorpresas, como las hubo en Roma cuando apostamos por otros nombres. En Madrid quizás se produzca el relevo en verano. El Papa se lo esta tomando en serio, porque para él es importante. Lo que si le puedo asegurar es que Rouco Varela no anda buscando un delfín. Eso no entra en sus planes. Hace unos días hablé con él y lo vi extraordinariamente amable y relajado. Él ha superado el récord con cuatro trienios en la CEE y que no intervendrá se ha visto ya en las elecciones de secretario. No luchó por su delfín. Así empieza mi libro.
—¿Ha sido Rouco el hombre más poderoso de la Iglesia española?
—Personalmente creo que sí, pero acotando el tiempo. Diría que ha sido un “poder” que ha marcado los últimos 20 años y ejercido con voluntad de futuro. Quedan hipotecadas muchas situaciones para el futuro inmediato. Ha sido un hombre poderoso, no tanto como se dice comparable a Cisneros, pero sí que ha tenido mucho poder y supo mantener buenas redes de poder en Roma y Madrid.
—Pero su fama es la de ser un hombre serio y duro.
—Es gallego, y en las distancias cortas gana. En mi libro cuento que encargué a un grupo de seis jóvenes que hicieran una encuesta en las calles de Madrid. Un sondeo a 180 personas con sólo dos preguntas. Respondieron 103. La primera, era: “¿Podría usted decirme en una frase quién es el cardenal Rouco?”. Las respuestas eran variadas. La segunda, la más importante. A los encuestados se les mostraban cinco fotografías de varios cardenales y debían señalar cuál correspondía al cardenal madrileño. El asombro fue mayúsculo. De los 103 que respondieron, sólo acertaron 31; el resto equivocó la diana. Y es que hay personajes de la vida pública que se han convertido en “imaginarios colectivos”. Hablaban de Rouco como un personaje siniestro, conservador, de la extrema derecha, del Opus Dei, y otras lindezas, pero no sabían reconocerlo en la fotografía.
—¿Cuál es la dependencia que la Iglesia Española tiene hoy con Roma, con el Vaticano?
—La normal, aunque ahora es bueno mirar a Roma y en España que somos más papistas que el Papa, nos iría mejor con este Papa. España, a veces, ha sido sucursal de Roma y eso no puede ser pues el Vaticano II dejó muy claro el sentido de Iglesia local e Iglesia particular y sobre eso el Papa Francisco habla claro y seguro que se lo diría a los obispos ahora en su próxima visita Ad limina.
—¿Cómo ha sido la relación de Rouco con los diferentes gobiernos con los que ha coincidido?
—Creo que a Rouco Varela le ha ido mejor con Zapatero que con Aznar o Rajoy. Con este último ni se ha reunido aún. No olvide que los pactos con la izquierda son más duraderos que con la derecha. Para Zapatero “París bien vale una misa” y Rouco se jactaba de haber puesto de acuerdo a todos en un mismo fin. Exagerado, pero bueno. Con la izquierda está claro en la Iglesia se sabe qué piensa con respecto a lo religioso; con la derecha es más difícil. Hay una derecha “sin Dios más peligrosa” para la Iglesia y una derecha del PP que a la hora de sentarse a negociar con la Iglesia en el PP suelen decir: “¿Pero con qué Iglesia tenemos que vernos?”. Rouco, que nunca se fió mucho de Rajoy. No crea que Rouco Varela esperaba más del PP, otros en la Iglesia sí, pero no él. Al menos, de este PP que no aprobó en el congreso de Valencia la creación de un grupo de cristianos dentro del partido, como los tiene el PSOE.
—¿Cómo lo aborda en su libro?
—Lo que el lector encontrará en este libro no es una biografía al uso. Ya hay quien la prepara con el rigor documental exigido y confío en quien la está escribiendo. Tampoco se trata de una pieza laudatoria de despedida, con relación detallada de sus méritos, que los tiene, y muchos. Por supuesto, mucho menos se trata de un “ajuste de cuentas”, tan al uso cuando alguien va de salida. Ni es justo ni es necesario. No hay cuentas que ajustar. Se trata de una crónica al estilo periodístico sobre este período, enfocado desde la figura. Los asiduos lectores de información religiosa pueden encontrar aquí cosas sabidas e incluso lagunas en algunos aspectos tratados y hasta quizá difieran de algunas opiniones vertidas en estos folios.
—¿A quién quiere convencer?
—No busco convencer a nadie. He de decir, no obstante, que busco al lector común, el ciudadano que no frecuenta sacristías y cabildos, ajeno al lenguaje eclesiástico e interesado en todo lo que se refiere a la sociedad española y su devenir en los últimos años. La clave periodística me ayudará al propósito. Y le puedo asegurar que el libro gusta por eso.