José Javier Ángeles: “Me gusta causar impacto”
El arte no es solo una forma de expresión cultural, también es una forma de comunicar al público el estado de ánimo de la sociedad y los cambios que se producen en ella. José Javier Ángeles es un joven escultor que trabaja por encargo, de Linares y licenciado en Bellas Artes por la Universidad Alonso Cano en Granada, que se expresa a través de la escayola como lenguaje y que tiene mucho que decir sobre el estudio de la anatomía humana, en su caso relacionada con el arte.

A sus veintisiete años, mezcla la pintura con la escultura para crear obras extremadamente expresivas en las que el relieve y la pintura se conjugan para dar profundidad a sus trabajos. Su estilo muestra un expresionismo arraigado en constante producción, sin cesar nunca su búsqueda de nuevos métodos de invesgación. La mezcla del color con la pátina del tiempo, el lenguaje de sus manos y el tesón crean obras que resumen la vida de un artista curioso y un trabajador infinito.
—Crea esculturas a partir de la figura humana. ¿Cómo es eso?
—El cuerpo humano es, por antonomasia, la unidad simbólica del Renacimiento. Me guío por esa tradición clásica. Trato de copiar, a partir del ser humano, la realidad para crear diferentes sensaciones, como la sorpresa, angustia… Para ello utilizo la técnica de modelado y talla con escayola. Una vez vaciado el molde aplico diversas pinturas, para tratar de imitar el óxido. Finalmente aplico pigmentos del mismo color, o lo que es lo mismo, patinado en óxido.
—¿Cómo califica el estilo de sus obras? Algunas de ellas se asemejan, incluso, al drapeado de piezas renacentistas como la Piedad, de Miguel Ángel.
—Yo calificaría mi estilo como un arte moderno con reminiscencias clásicas, eso es cierto, pero es a la vez un arte grotesco. Me gusta impactar al espectador, y eso se consigue al ser valiente, modesto y romper estereotipos. Decía Collins que intentar gustarle a todo el mundo en un síntoma de mediocridad. A mí me basta con captar la atención de una sola persona.
—¿Alguna obra de la que se sienta más orgulloso?
—Mi pieza favorita es Alter Ego, una escultura de bulto redondo en la que aparece una figura abrazada así misma y en su reverso, su “alter ego”. Le tengo especialmente cariño, porque el molde se lo hice a un buen amigo. Es un momento maravilloso cuando ellos mismos se ven retratados.
—El hombre es fuente de inspiración de todas sus esculturas y bustos...
—Me encanta conocer la anatomía humana. Estudiar a la persona a través de la postura y la contorsión figurativa, creo que eso dice mucho de cada uno. Desde muy pequeño me ha gustado. Mi padre tenía un taller de enmarcación artesanal. Me encantaba jugar con el cartón. A raíz de ahí me interesé por la escultura y hasta hoy.
—Ha expuesto en Granada, Linares y Baeza. ¿Algún proyecto entre manos?
—Preparo una exposición para Roma con obras de gran formato. Entre ellas se encuentra Renacer, en la que aparecen múltiples modelos iluminados o a oscuras. Otra de las obras es una alegoría a la musa que todo artista necesita. Representa la figura de una mujer con una actitud espiritual con rostro elevado y ojos cerrados. Junto con ella, dos artistas miran hacia abajo “perdidos” y esperan que les guíe.