“Jaén me hizo crecer como futbolista y como persona; no lo olvido”

Mundo vino a Jaén de la mano de Juan de Dios Real Blanca “Juande”. Siendo jugador del Elche, en categorías inferiores, Juande le invitó a participar, con un equipo juvenil de Jaén, en un partido amistoso que se jugó en Cazorla. Vino, marcó y Juande quiso ficharle en el momento pero el Elche se negó. Hubo que esperar un año más, pero vino a Jaén. Si hubiera que describir a Mundo con muy pocas palabras diría que es una sonrisa amplia, un ser entrañable y de esas personas a las que el fútbol les debe mucho. Fue buen jugador. Ganó y perdió con la caballerosidad que el deporte necesita. Disfrutó mucho de su deporte y supo, con no poco pesar, decir adiós en su momento. Ahora sabe que fue afortunado, siente no haber tenido algo más de suerte en momentos puntuales, como cuando estuvo a punto de firmar por el gran Castilla de su época, pero sabe que no se puede quejar.  Ha jugado en el Elche, Albacete, Real Jaén, Huesca, Andorra y en el Alcoyano. Valora la vida del futbolista, se felicita por los amigos que hizo en el fútbol y, sin duda, sabe que todo mereció la pena. Ya solo juega con los amigos pero aquel jugador - técnica, velocidad y remate- sigue viviendo en la mente de este jiennense que nació en Elche y vive feliz a la orilla del mar en Alicante.

29 mar 2015 / 09:22 H.



—¿Cómo ve Jaén desde la distancia y después de tanto tiempo?
—Jaén es una tierra importante para mí. Llegué siendo un crío y allí crecí como jugador de fútbol y como persona. Es una ciudad en la que, desde la misma tarde que llegué, me sentí como en casa. Me incorporé, Junco y yo llegamos juntos, un día tarde y la primera noche que pasé en allí fue en casa de unos aficionados que me ofrecieron su casa hasta que el club, al día siguiente, nos recibió y nos facilitó el alojamiento. Me pareció increíble que, sin conocerme, fueran tan generosos. Luego, con el paso del tiempo, vi que era el carácter de los jiennenses. Recuerdo que viví con Manolillo, Boro y Julián en un piso en la calle Hurtado. Ahora que pienso en esos años comprendo lo importante que es para un joven encontrar un ambiente como aquel. No tardé en sentirme como en mi casa, tanto en el vestuario como en la calle. Cuando llegué el entrenador era Pedrito y después tuve a Carmelo Cedrún. Todo lo que recuerdo es bueno y recuerdo, especialmente, a un amigo ya desaparecido Antonio Sarabia. La verdad es que tuve mucha suerte eligiendo Jaén.

—¿Cree que el fútbol es hoy una buena carrera para un crío?
—El fútbol es una buena carrera para muy pocos. Hay que jugar en Primera o en Segunda A muchos años. En mi tiempo jugar en Segunda B también era lucrativo, se cobraba mucho más que ahora. Yo tengo dos hijos y el menor juega al fútbol, es un crío, pero trato de hacerle ver con claridad que lo importante es la formación, son los estudios. Luego, si el fútbol te viene de cara, puedes hacer una carrera y tener formación y conocer un mundo que te abre puertas, te ayuda a conocer el mundo y te da la posibilidad de grandes relaciones humanas. Sin embargo yo no estoy obsesionado con que mi hijo sea futbolista. Yo he sido futbolista y mi hijo será lo que él quiera pero, ante todo, quiero que tenga herramientas para situarse en la vida. Mario es el que juega al fútbol y Mundo mi hijo mayor, que es un portento físico, no ha tenido esa inclinación. Me parece bien.

—No todos los padre “futboleros” piensan así…
—Yo he sido futbolista, sé que lo que supone esta profesión. Es ingrata, te exigen una dedicación plena. No hay fines de semana y el trabajo tiene que ser estricto. Incluso haciendo todo bien, nadie te garantiza nada. Esa es la razón por la que a mis hijos no les he presionado nunca. Me gusta el fútbol y voy a ver jugar a mi hijo pero, precisamente por haber sido futbolista, miro y veo el fútbol con respeto, en silencio y sin exteriorizar emociones. Hay padres que, por su forma de ser y por la forma de comportarse en un campo, perjudican a sus hijos y al fútbol. El padre debe tener claro que el niño, sobre todo a ciertas edades, lo que tiene que hacer es divertirse y hacer deporte. Lo más importante es que tengan la costumbre de hacer deporte, que sea una rutina, una necesidad. Luego ya se verá si son o no futbolistas. Hay que tener claro eso y muchos padres no lo tienen.

—¿Un profesional del fútbol tiene claro el momento de la retirada?
—Unos más que otros. Cada uno lo ve de una manera. En mi caso lo vi claro y me retiré. Tenía treinta y un años. El Alcoyano, equipo en el que ya había jugado, me ofreció un contrato y comencé a entrenar con ellos. A las dos semanas me di cuenta de que, pese a estar en unas condiciones físicas ideales, ya no tenía motivación deportiva ni motivación personal. Antes de un amistoso en Villena le comuniqué al club que no seguía. Quizás lo fácil hubiera sido aguantar y viví del fútbol un año más pero ni lo necesitaba, yo ya tenía mis negocios, ni mi mente se veía capaz. La decisión la tenía clarísima pero, cuando empezó la liga, los domingos yo era un león enjaulado. No estaba acostumbrado a fines de semana ociosos. Fue muy duro pese a que sabía que la retirada fue voluntaria y que la decidí yo, sin embargo para un futbolista ese es un momento crítico y hay que saber decidirlo y luego saber vivir el día después. No es fácil. —¿Cómo profesional de la joyería cómo está viviendo la actual situación de crisis?
—En primera línea. Es muy duro. Es duro ver cómo personas que durante mucho tiempo han venido a comprar oro, sobre todo, y ahora vuelven para venderlo por la situación que atravesamos. Mi negocio es este pero, ante todo, soy una persona y sé que es durísimo lo que está pasando. Se ha comprado mucho oro pero eso también se ha terminado porque la gente ya no tiene qué vender. Ese es también un negocio efímero y lo sabía. Es tremendo comprobar hasta qué punto las cosas han ido mal para mucha gente, ver cómo hay familias enteras en el paro o, incluso, sin paro ya. Mi padre que observaba las cosas con experiencia ya me lo anunció: “Mundín, esto va a explotar en cualquier momento. Las cosas no están tan bien como dicen. En algún momento esto se acaba y entonces verás”. Mi padre lo clavó. Había muchas alegrías bancarias, muchas fortunas apoyadas en créditos y mucha ostentación. Todo ficticio y ahora lo estamos pagando. Ojalá, aunque no lo veo fácil, todo esto se arregle y la gente deje de sufrir.

—Volviendo al fútbol ¿Les sorprende lo de los amaños?
—Lo que yo conozco es lo que las primas por ganar, desde un jamón hasta dinero. Si te premian por ganar no lo veo mal. Lo otro a mí no me ha pasado ni me lo han propuesto ni lo hubiera hecho jamás.
—¿Alguna anécdota futbolística?
—Futbolística y personal. En Jaén fue donde yo aprendí a beber cerveza. Me enseñó mi entrenador. Un día, en Jokey, estaba con otros compañeros y llegó nuestro entrenador, Carmelo Cedrún. Nos dijo que qué queríamos tomar: “una coca cola” dije yo y el técnico me sorprendió diciendo: “si usted quiere ser futbolista beba cerveza y vino moderadamente y no esas atiborre de esas bebidas refrescantes”. Le hice caso y empecé a beber cerveza “El Alcázar” muy fría, con moderación, pero me inicié en la cerveza y la verdad es que me fue muy bien. Tengo grandes recuerdos de restaurantes como el Dalas o el Dover donde me trataron siempre con mucho cariño.

—¿Cómo ve a Manolo Herrero en el Hércules?
—Ha devuelto al equipo a la buena senda. Entrenar a un histórico y aceptar el reto de llevarlo al ascenso es de ser valiente. Cuando llegó, el equipo estaba en un periodo de dudas, luego tuvo lesionados a varios jugadores importantes pero Herrero ha tomado ya el pulso y tiene al equipo en zona de liguilla. El Rico Pérez es un campo en el que todos los equipos quieren jugar bien y se crecen, no es fácil la tarea pero Herrero tiene las ideas claras y parece que puede lograr el objetivo. Me alegro porque, para mí, es una alegría tener a un jiennense en el banquillo de Hércules.