Hasta siempre
Seve González Lucena de Pegalajar
Tu alegría, nuestra felicidad
“Solo morimos cuando dejamos de amar”. Esta frase, escrita por ti y recogida en un sencillo conjunto de cuartillas grapadas que nos regalaste con motivo de tu 60 cumpleaños, allá por 1995, es la que más consuela nuestro dolor por tu fallecimiento en la madrugada del pasado 13 de noviembre.

Tu alegría, nuestra felicidad
“Solo morimos cuando dejamos de amar”. Esta frase, escrita por ti y recogida en un sencillo conjunto de cuartillas grapadas que nos regalaste con motivo de tu 60 cumpleaños, allá por 1995, es la que más consuela nuestro dolor por tu fallecimiento en la madrugada del pasado 13 de noviembre.
Somos conscientes de que físicamente no vamos a poder recibir más tus besos, abrazos y caricias; de que no nos podrás contar tus vivencias de niña y mozuela en Pegalajar; de que no volveremos a escuchar de tu voz —como de pequeños— el cuento de “Garbancito” o el de “Genaro y Borondo”.
Tan asumido tenemos todo esto, como evidente y cierto es que sigues viva porque no has dejado de amar. Nuestra mamá, como tantas y tantas madres, siempre estuvo preocupada por nosotros.
Generosa, humilde, desprendida. La tita, la abuela o la amiga Seve llevó sus múltiples dolencias y enfermedades sin mostrar queja alguna. En ella imperó la sonrisa, nunca quiso hacernos sufrir, vernos tristes.
A nosotros, y a todas aquellas personas que tuvieron la dicha de conocerte, especialmente, a los niños que, siendo o no nietos te adoraban por el inigualable cariño que les dabas, transmitías alegría.
Nadie podía estar triste a tu lado. Irradiabas felicidad, aunque la maldita artrosis de cadera, la dichosa diabetes, temblores o problemas digestivos te estuvieran machacando por dentro.
Cogidos de tu mano, en la cama de la habitación 512 del Hospital Ciudad de Jaén, apreciamos cómo tu corazón latía cada vez más lentamente, pero, al mismo tiempo, recibíamos el encargo de que en tu velatorio imperase la alegría y que cuidásemos de papá como él lo hizo de ti, de manera ejemplar, a lo largo de vuestra feliz y fructífera vida en común.
Solo así fue posible que, en la sala 1 del Tanatorio San José, uno de nosotros, qué más da quién, contase anécdotas hasta —fíjate qué cosas— hacer llorar de risa a los presentes la madrugada del 14 de noviembre.
Ya en el cementerio de nuestro querido pueblo, Pegalajar, en presencia de tus hermanos Juanita, Alfonso y Carmela, que tanto te quisieron, una vez introducidas tus cenizas en el nicho en el que descansan tus padres y abuelos, te ofrecimos un aplauso repleto de admiración y agradecimiento por lo felices que nos hiciste.
Querida mamá, no te has muerto porque no has dejado de amar. Estarás permanentemente en nuestro corazón, donde tú siempre nos llevaste.
Por José Ignacio y Pedro Jesús Fernández González.Miguel torres godoy de Canena
Semblanza de un hombre bueno
Ha muerto mi hermano. Ha muerto un hombre bueno, servicial, dispuesto, formado, comprometido… Cualquier cosa que diga de él es poco, y no es por pasión de hermano. Durante el pésame que siguió a la misa de su entierro, el 5 de noviembre de 2010, mientras estrechaba la mano o recibía un beso de los cientos de personas de Canena y de fuera que vinieron para acompañarnos y para despedirse de Miguel, oí palabras que me llenaron de emoción y orgullo, y me dejaron el sentimiento de haberme quedado corto en la apreciación inicial de mi hermano.
Era un hombre especial, dispuesto, sobre todo, a ayudar a quien se lo pedía, sin distinguir posición o creencia. Las puertas de su casa siempre estaban abiertas para pedir ayuda de cualquier tipo o consejo. Creo que nadie puede decir que haya salido de allí sin que mi hermano hiciera todo lo posible por atenderlo.
Era cronista oficial de nuestro pueblo y, como tal, tenía un estudio sobre Canena y el siglo XX del que prácticamente tenía todo el material de base. Se había comprometido a poner en marcha el reloj de la antigua torre anexa a la iglesia, que él personalmente había desmontado y, una vez limpio, estaba ya casi listo para ser ensamblado. La pasada semana fue nombrado subdirector del Museo de Telecomunicaciones, una apuesta que apoyaba con todo su interés.
Era un hombre de una inteligencia superior y una opinión avanzada de las cosas, pues las preveía con acierto. Como gran emprendedor que era, elevó a la empresa familiar de distribución eléctrica, que heredó de su padre Antonio, y que su abuelo Cristóbal fundara allá por 1912, a cotas insospechables de desarrollo y prestigio, siendo de los pioneros en la introducción de la energía fotovoltaica en la provincia. Tuvo el acierto de formar y preparar un tiempo a uno de sus hijos, el mediano, Lázaro Manuel, para continuar esta tradición.
Fue un buen maestro en Canena y en Baeza, donde se retiró siendo, además, secretario del Instituto de Enseñanza Media en el que habíamos estudiado muchos de los caneneros universitarios. Realizó un buen trabajo de enseñanza y dirección del instituto como secretario, apoyando siempre con éxito a la dirección del centro.
En política fue alcalde de Canena al inicio de la etapa democrática, como lo fue nuestro abuelo Cristóbal Torres a la caída de la dictadura de Primo de Rivera.
Creó una familia modelo con Presenta, sus tres hijos y sus cinco nietos, a la espera de la inminente llegada del sexto. Mis hijos lo querían de forma especial, al igual que mi mujer y yo.
Últimamente ayudaba mucho a la Iglesia, pues las situaciones van cambiando y somos los feligreses los que tenemos que echar una mano para que la cosa funcione. Creo que don Juan Manuel y don Pedro conocen bien su contribución a ello y su apoyo y ayuda siempre disponible a tal fin. Asimismo, su disposición a facilitar las cosas y a lo que fuera preciso. Fue propuesto por don Juan Manuel como ministro de la Comunión, cosa que le honraba sobremanera y de la que toda la familia estábamos orgullosos. Visitaba frecuentemente a las monjitas de Baeza, del convento de Santa Catalina, donde estuvo y murió la hermana Ramona. También visitaba la residencia de Torreperogil.
Como se ve, se trata de una persona especial, casi irrepetible. La familia hemos sentido una pérdida semejante a la de nuestros padres. Perdimos a esas personas que siempre estaban dispuestas a ayudar y que, aunque no lo necesitásemos, ahí los teníamos, pendientes de nosotros.
Creo que Canena ha perdido también a uno de sus mejores vecinos.
Murió “con las botas puestas”, defendiendo con respeto la fusión de las cooperativas, una opción en la que creía firmemente por significar una apuesta para el futuro.
Para mi familia, ha muerto un padre y un abuelo y siempre lo tendremos presente. Descanse en paz.
En nombre de toda la familia, deseo expresar nuestro agradecimiento por tantas muestras de condolencia, afecto y compañía como estamos recibiendo por la muerte de mi hermano, lo que nos confirma los valores humanos, éticos y de espíritu de servicio que le acompañaban.
Gracias de todo corazón y descanse en paz.
Por Cristóbal Torres Godoy.Bartolo Ruiz Gámez ÁLVAREZ de Bedmar
Homenaje
Los primeros días del próximo mes de diciembre hará ya 5 años que te llevaron. Maldito infortunio y maldita la falta que les hacía quitarnos un trocito de nosotros mismos.
Allí donde vivas, sí, en esta vida o en la otra, porque lo tengo muy claro que una persona como tú no puede definitivamente abandonarnos así como así por mucha prisa que tenga la del cuchillo largo. Sinceramente, aprendí mucho de ti, ojalá hubiera podido conocerte antes.
Mantengo intactos los pensamientos, consejos y chascarrillos de tu elocuencia y sabiduría. Maestro, torero donde los haya y curtido con las puñaladas de la vida, algunas muy profundas.
Qué bueno eres, Bartolo. Sí, digo bien, eres, porque tú siempre permanecerás en nuestro recuerdo y, un poquito, en nuestro corazón.
Adiós maestro.
Por Antonio González Colmenero.VICTORIANO FORTIS ÁLVAREZ
de Alcalá la Real
En memoria de mi primo, con cariño
Era una persona amable,
cariñosa y servicial,
apreciado por su gente
y vecinos de Alcalá.
Siempre iba sonriendo,
era un gran madrugador,
decía los buenos días
con alegría y amor.
Nunca discutió con nadie
porque nunca se enfadaba,
en todos los comentarios
su pueblo entero lo alaba.
Le gustaba comer bien
y le gustaba guisar,
este su primo que escribe
nunca lo podrá olvidar.
Era una gran persona,
con agrado y muy feliz,
hablaba mucho de fútbol
de su querido Madrid.
Apreciaba a su familia,
especialmente a su madre,
la mencionaba orgulloso
y siempre en tono amable.
Tenía muchas cosas buenas
que aquí yo no las desvelo
pero sé que él nos bendice,
con cariño, desde el Cielo.
Por tu primo Juan, con amor y cariño.JUAN MARTÍNEZ ORTEGA
de Cazorla
La honestidad y la generosidad hecha persona
Dicen sus seres queridos que se fue con la misma paz y tranquilidad con la que vivió en este mundo, a sus 88 años. Juan Martínez Ortega, un cazorleño muy amigo de sus amigos, pero amigo de todos al mismo tiempo. Hombre inteligente y de indudable talento para su inquietud como escritor. Hombre juicioso y sabio que transmitía serenidad y puntos de vista alejados de la polémica.
Sabía cómo ayudar sin alardes, bien lo saben quienes en algún momento de sus atribuladas vidas hallaron en su persona la mano amiga que actuó de forma anónima y callada.
Juan Martínez Ortega sea tal vez un ejemplo para muchos, aunque no lo pretendiese y, desde luego, siempre supo estar a la altura de las circunstancias por duras que fuesen.
Desde este medio con el que colaboró a lo largo de su historia en repetidas ocasiones, le agradecemos la impronta de una huella indeleble y lanzamos el mensaje de que todo buen cazorleño y cazorleña ha de sentir el orgullo de la grandeza de sus gentes, que como Juan Martínez Ortega hacen camino a la andar. Hasta siempre, Juan.
Por María José Bayona.Tomás Reyes Godoy de Canena
“Supo ganarse el afecto”
El pasado día 16, cuando la noche había desplegado su manto negro, falleció este entrañable amigo e ilustre médico. Había nacido en Canena, el 17 de abril de 1923. Mas su vida se desarrolló en Linares, donde fue considerado como un linarense de pro al que siempre tratamos como tal, aunque sólo lo fuera de adopción.
Su vinculación con esta ciudad ha sido tan intensa, tan estrecha, que resultará difícil bosquejar un liviano apunte biográfico sin que rebasemos las limitaciones que impone cualquier prensa para los artículos de fondo u opinión. Mas se hace imprescindible superar aquellos límites para que nuestra torpe pluma intente acercarnos a la valoración real de la grandeza humana, profesional y política de quien —como él— supo ganarse el afecto, la admiración y el respeto de cuantos tuvieron el privilegio de conocerle y disfrutar de su compañía y amistad.
Estudió Bachillerato en los Salesianos de Utrera, primer Colegio fundado en España por los Hijos de San Juan Bosco, e inició los estudios de Medicina en la Facultad de San Carlos de la Universidad Central. Terminados aquellos en 1948, continuó para especializarse, bajo la dirección del doctor Marañón, en el Servicio de Medicina Interna y Endocrinología del Hospital General de Madrid, después de lo cual presentó, en 1954, su tesis doctoral, que mereció todos los honores de un tribunal que, en aquella ocasión, estuvo presidido por el profesor don Carlos Jiménez Díaz, pasando a ejercer dicha especialidad, desde el año 1951 hasta su jubilación en la Seguridad Social, en el Sector de Linares, de lo que hoy conocemos como Servicio Andaluz de Salud.
Mas quien le conoció, sabe que su inquietud no tenía límites, por ello, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, realizó estudios de Medicina Deportiva y de Médico de Enseñanzas Medias. Consiguió el título de Profesor de Educación Física, y hasta hace pocos años ha estado asistiendo a los Cursos de la Universidad de Verano en Baeza, siendo admirado y querido por profesores y alumnado.
En 1980, fue nombrado médico director del Hospital de los Marqueses de Linares. Durante varios años, ostentó el cargo de presidente de la Asamblea Local de la Cruz Roja y, dada su especialidad médica, fue nombrado asesor de la Asociación de Diabéticos de esta ciudad. Compartía responsabilidades en la Fundación Andrés Segovia, con su entrañable amigo López Poveda, pues ambos —además de ser amigos de aquel— constituían un tándem maravilloso, siempre comprometidos por Linares en proyectos e inquietudes, como fue su amistad con el escultor Víctor de los Ríos, motivo por el cual Reyes Godoy fue hermano fundador de la Cofradía del Descendimiento del Señor y de Nuestra Señora de las Penas, cuyas imágenes se veneran en la iglesia de Santa Bárbara.
Mas su gran labor por esta ciudad dio comienzo el primero de agosto de 1973, cuando fue nombrado alcalde-presidente del excelentísimo Ayuntamiento de Linares, y permaneció al frente de este Consistorio hasta el 18 de mayo de 1979. Durante ese periodo, demostró ser un político ejemplar colaborando para que aquella transición, aquel cambio, se desarrollara a nivel local de un modo perfecto y armonioso. Ello fue un motivo más, para que, con fecha 26 de mayo de 1980, su Majestad el Rey Juan Carlos I le concediera la Orden al Mérito Civil.
Ahora, cuando Tomás Reyes Godoy nos ha abandonado y sentimos el vacío de su ausencia, es inevitable volver la mirada hacia atrás para recordar y ver la huella que nos dejó su paso por Linares y añorar los momentos que con él compartimos disfrutando de su amistad, escuchando sus vivencias y anécdotas, tratando de aprender algo de aquella sabiduría que acumuló durante una vida tan fértil y activa. Hasta siempre, amigo.
Por Félix López Gallego.