Hasta siempre

Juan Pérez artacho lanzas de Granada
“Un amigo”
Hola, Juanito, el 5 de marzo, hizo un año desde que te fuiste. El destino hizo que no te pudieras despedir de los que te queríamos. La medicina perdió a un gran profesional, un traumatólogo como la copa de un pino. ¿Te acuerdas cómo nos conocimos, hace ya unos años? Yo estaba vendiendo mis cupones de la ONCE en “El Frontera” y me escuchaste decirle a un camarero que estaba buscando un traumatólogo para mi mujer. Tú me dijiste: “Yo conozco a uno y bueno, creo”. Y te dije: “¿Quién?”. Y tú, riéndote, me dijiste: “Yo”. Y, ahí, empezó algo más que una gran amistad.
Pero no te has ido y nunca te irás porque permanecerás en el corazón de muchas personas que te querían. Siempre he pensado que te llamaron tan pronto porque donde estás hacía falta un traumatólogo. Allí también tendrán caídas, esguinces, etcétera. Desde que te fuiste han ocurrido algunas cosas. Hemos tenido que buscar a otro traumatólogo. Nos costó mucho porque pensábamos que no podríamos encontrar a nadie como tú, pero hemos tenido suerte. Hemos encontrado otro igual de buena gente y profesional como tú y, qué casualidad, se llama Juan Garrido y es muy bueno. Operó a mi mujer donde ella quería, donde tú la operaste, en la Clínica la Inmaculada, de Granada, tu tierra. La operación que tú tenías pendiente. Fue un éxito. Cuenta mi mujer que, antes de dormirse por la anestesia, te vio al lado de ella y eso la tranquilizó mucho. Tu Real Jaén sigue igual, dando una de cal y otra de arena, y el Granada no va mal. Me han dicho Juani y Marta, de Fisiovit, que te dé recuerdos y Loli, tu hija, tu enfermera, y muchas cosas más y mucha gente. Así, estaría escribiendo esta carta toda la vida. De la provincia no te cuento nada porque, gracias a internet, Diario JAEN llega a todas partes. Bueno, te fuiste con solo 58 años de la tierra, pero tú serás eterno porque estarás siempre en mi corazón y en el de muchas personas que ayudaste, como aquel marroquí que te llevé a la consulta. Lo atendiste, lo mandaste a hacerse una radiografía y no le cobraron. Todo el mundo siempre dice cuando alguien se va que era bueno, pero todo el que te conocía sabía que era verdad. Espero que, donde estés, hayas encontrado la paz, ya que aquí, en los últimos años de tu vida, no te la dejaron disfrutar.
Bueno, me voy a ir despidiendo porque se me está haciendo un nudo en la garganta y no puedo más.
Espero y le pido a Dios que si hay otra vida después de esta, nos volvamos a encontrar. Recibe un fuerte abrazo y hasta siempre, amigo Juan Pérez Artacho Lanzas.

Por tu amigo Joaquín Simón Fernández “Magu”.

TEO PÉREZ GIMÉNEZ-CAPPELL de La Carolina
Siempre presta a ayudar
La vida y el compromiso de doña Teo Pérez Giménez-Cappell siempre estuvieron volcados hacia su familia y a ayudar al prójimo. Hoy hace una semana que se fue de esta vida a los ochenta y tres años. Doña Teo, como era conocida por todo el mundo, fue una mujer especial, que siempre estuvo al lado de su marido, Ramón Palacios, pero, a la vez, inmersa en todo tipo de ayudas a numerosas familias necesitadas, mayoritariamente de su pueblo, La Carolina.
Han sido innumerables las personas que acudían a su casa, a cualquier hora del día o de la noche, para solicitarle que mediara en la solución de algún problema familiar. Incluso ocupó la presidencia de la Asamblea Local de Cruz Roja durante varias anualidades. Y es que doña Teo fue una persona que se caracterizó por su bondad, generosidad, buena madre, mejor esposa y, muy especialmente, preocupada por su familia, nietos y, en definitiva, por la mejora de la calidad de vida y el bienestar de todos los carolinenses.
Estuvo tan enamorada del exalcalde y senador, Ramón Palacios, como lo está aún este de ella. Precisamente, el munícipe de La Carolina durante más de cuarenta años no dudó en expresar: “Se marcha mi vida”, tras el luctuoso suceso de su mujer. Y es que Teo siempre estuvo a la sombra de Palacios, al que, también, ayudó en todas las ocasiones y formó parte fundamental e imprescindible de su quehacer diario, convirtiéndose en su principal bastión. Lógicamente ayudó, como alcaldesa consorte, a la industrialización de La Carolina y a la época de gran esplendor industrial del municipio. Y es que Palacios es lo que es gracias en buena parte a ella. Recuerdo una anécdota que me contó un miembro de su familia hace tiempo referente a su gran ayuda al prójimo. En este sentido, me consta que hubo familias enteras que se acercaban a buscar a doña Teo para decirle que en sus casas no tenían cuarto de aseo y baño. Pues bien, esta discreta mujer consiguió, incluso poniendo dinero de su propio bolsillo, atender tales peticiones para que muchos vecinos de su ciudad contaran con esa necesaria dependencia higiénica. Mientras tanto, sus cuatro hijos —Carmen, Ramón, José y Amelia— se fueron haciendo adultos y aprovechó para inculcarles sus ideas religiosas con el fin de que continuasen con esta gran labor social.
Tuve la suerte de conocer a doña Teo antes de alcanzar la mayoría de edad y, desde ese momento, siempre he sentido gran admiración hacia ella porque han sido infinidad de carolinenses los que me han contado la gran ayuda recibida a cargo de esta gran mujer que sigue estando en la mente de una gran multitud de personas. Para esta ama de casa no había enemigos de ningún tipo porque siempre tuvo un corazón muy grande. Todo era bondad y alegría. Se fue de esta vida sin darle tiempo a decir ni siquiera adiós. Ahora estoy seguro de que descansa en paz en el reino de los cielos porque amaba a Dios y a su Madre por encima de todas las cosas.
Por Silverio Fernández.

Francisco Cuadros Rubio de Villanueva del Arzobispo
Primer alcalde de la democracia
Fue el primer alcalde de la democracia en Villanueva del Arzobispo. El pasado 3 de febrero, en la Clínica Cristo Rey de Jaén, falleció Francisco Cuadros Rubio, a los 71 años. Nació el 12 de noviembre y vivió en la calle Vista Alegre. Su padre era recovero, lo que se conocía por un vendedor ambulante con un burro y su madre, ama de casa. Francisco era el mayor de cinco hermanos. Francisco Cuadros estaba casado con Fuensanta López Campos y tenía cuatro hijos: Francisco Javier, Olga, Mariló y José Enrique.
Cursó sus estudios primarios en la SAFA de Villanueva del Arzobispo. Después, ingresó en la SAFA de Úbeda. Fue el 4 de octubre de 1954, el día de su santo. Allí completó el Bachiller y comenzó la carrera de Magisterio. La terminó en 1963 y, posteriormente, aprobó las oposiciones. Como profesor estuvo en Osuna (Sevilla), en las escuelas de la Sagrada Familia (1964-1965), en las escuelas de la Sagrada Familia de Villacarrillo (1966-1969), en el Colegio de Educación Infantil publico Calasancio de Córdoba (1970-1973), en Villanueva del Arzobispo, en el colegio público Fuensanta (1974-1980), donde impartió clase y también como director. En 1979 fue elegido alcalde. Compatibilizó el cargo con el de director del colegio Fuensanta hasta 1980 y ejerció como alcalde hasta 1990.
Sería difícil enumerar la infinidad de obras que se realizaron bajo su mandato, pero, por decir alguna, están la reparación del tejado de la plaza de toros, la adecuación de las vías de saneamiento del municipio, el arreglo y asfaltado de varias calles, la construcción de la actual Casa de la Cultura, del cementerio nuevo y acondicionamiento del viejo, la construcción de un nuevo mercado de abastos y la adecuación del campo de fútbol San Blas. Entre estas intervenciones también se encuentran la remodelación del Parque Municipal San Blas, la construcción de viviendas de VPO en la calle Ramón y Cajal, más conocidas por los Pitufos, la actualización registral de las viviendas de la calle Ronda Mirasol y Protegidas —Barrio de San Blas—, el acondicionamiento de la Avenida de la Paz, la reparación del Ayuntamiento, la instalación de un quirófano de la Plaza de Toros, y un largo etcétera.
Tras su cese como alcalde, creó una pequeña empresa de confección y, posteriormente, volvió a la docencia en 1993. Se incorporó a los colegios San Vicente Mártir, de Mogón, durante un año, y Pintor Cristóbal Ruiz, de Villacarrillo, durante dos años más. En 1996, pasó un tribunal médico y se procedió a su jubilación. Descanse en paz.
Por Juan José Fernández.

MIGUEL MENA SIGÜENZA de Andújar
“Muy honrado, fuerte de espíritu y optimista”
Se nos fue Miguel Mena el pasado 1 de diciembre. El próximo mayo hubiese cumplido 81 años. No sé cómo valorar el tiempo transcurrido, si como mucho o como poco. Había nacido en aquella Andújar de 1933 llena, como España, de contradicciones, por lo que era un niño cuando estalló la Guerra Civil. Terminada esta, su familia, muy humilde, y él, el menor de tres hermanos, se dedicaron al campo, concretamente, a cuidar un melonar de la familia. Fue allí cuando una mula le dio una coz en la cabeza. Le hizo una gran brecha y le dejó marcado para toda su vida en la frente con una gran cicatriz.
Por aquellos años, al comienzo de la posguerra, es cuando se abrió el Mercado de Abastos de Andújar, la plaza. Se vinculó a este negocio como ayudante de los vendedores. Ya siempre la plaza sería su vida. Conoció a Manuela Moreno, con la que se casó. Regentaron un puesto de frutas. El matrimonio tuvo cinco hijos: Carmen, Manoli, Miguel, Juan Carlos y José Antonio. Antes hizo la “mili” en San Fernando (Cádiz), en Aviación. Allí, en tierras de la Isla, conoció el mundo y el comercio del pescado.
Con su mujer cambió la fruta por el pescado, que sería ya su mundo, su vida laboral. Primero, con dos socios; más tarde, él con sus hijos tuvieron “Pescados y Mariscos Mena Los Pezqueñines”. Con sus hijos, le llegó la jubilación. Sus compañeros y amigos dicen que fue un trabajador muy honrado, fuerte de espíritu, optimista y amante de las tradiciones y las fiestas. Me cuenta, uno de sus hijos, que más de una noche durmió en el calabozo municipal por disfrazarse en Carnaval cuando esta fiesta estaba prohibida.
La cultura básica que adquirió lo hizo compaginando la escuela con el trabajo, aprendiendo a leer, escribir, unas Matemáticas elementales para ir dignamente por la vida. Le gustó viajar, “cociéndose” muchos puertos de mar por su trabajo, como Cádiz, Huelva, Málaga, Barbate, La Coruña, y Madrid. Una vez jubilado, junto con su esposa, ha recorrido España, parte de Francia y Portugal.
Miguel se nos fue cuando ya se veía el albor del nuevo año  2014. Ha conocido a trece nietos y cinco biznietos.

Por Juan Vicente Córcoles.

Ramón Jiménez Coeto de Jaén
Un gran padre, abuelo y esposo: sencillo y cabal
Habitualmente, en esta sección de obituarios, lees las cartas de los hijos a sus padres, de unos amigos a otros, pero, raras veces, yo he leído una carta dirigida a un suegro. Pues yo hoy quiero darle un pequeño homenaje al que fue mi suegro durante 35 años.
Llegué a esta casa siendo una niña, apenas tenía 17 años. Cuando conocí al que después sería mi suegro, vi que era una gran persona: sencilla, discreta y no era muy hablador. Pronto descubrí que su corazón era grande.
Ramón fue un gran padre, abuelo y esposo. Siempre tuvo a su familia en un pedestal. Adoraba a sus nietos y siempre estaba pendiente de ellos. La gente que tuvimos la dicha de conocerlo pudimos apreciar que era una gran persona, como son las personas calladas y discretas, siempre en su sitio.
Hace diez años, los dos, y por circunstancias de la vida, pasamos muchos días y horas juntos. Él apenas hablaba, pero siempre tenías su apoyo. En esos momentos, demostró ser un gran padre y siempre lo dio todo por su hijo.
Era una persona tan fuerte, que nunca pensé que llegaría el momento en el que tuviese que partir hacia la otra vida, pero ese momento llegó y lo hizo como había vivido durante toda su vida: discreto y en silencio. Fue tan rápido que apenas nos dimos cuenta de que su vida se acababa.
Él era serio, pero todo lo que podía hacer por los demás lo hacía. Con mi padre hizo una gran amistad y, hasta la hora de la partida de mi padre, los dos se llevaban muy bien, pues los dos tenían un especial cariño por el campo. De hecho, cuando mi padre ya no podía hacer las labores del mismo, era Ramón el que lo tenía todo como una tacita de plata.
Ramón, ya no darás esos paseos por la Alameda con tus amigos, con los que tenías una gran amistad. Seguro que en el cielo tendrás un lugar especial; también habrá una gran alameda donde podrás pasear con tantos amigos que tienes allí.
Ya no tenemos al padre, abuelo y esposo que estaba pendiente de todo, pero seguro que, desde ese sitio especial que te mereces, cuidas de nosotros y, en especial, de Dolores, tu esposa, esa mujer a la que quisiste hasta tu última hora con un cariño especial.
Un beso muy fuerte de tu nuera, que te quiere.
Por Adela Montes.

Manuel Antonio de Pablo Martínez de Jaén
“Me quedan tu bello recuerdo y tus palabras”
Manolo, el día 6 de marzo (cuando se cumplieron 3 años de tu partida), decidí escribirte una carta, pero la verdad es que no sé cómo comenzar con tantos maravillosos recuerdos que rondan en mi mente. Te fuiste muy pronto y, por ello, tengo un intenso sufrimiento, pues dejaste una infinita herida en mi alma. Me queda tu bello recuerdo, tus palabras, tu sonrisa y la gran lección que nos diste a todos en tus últimos meses de vida. Fuiste un gran campeón.
Es constante el recuerdo de la última conversación que mantuvimos, aquel 11 de febrero, cuando te vi por última vez, aunque sé que tu compañía persiste, pues te siento constantemente junto a mí. Por ello, no existe diccionario a través del cual expresar el enorme vacío de tu ausencia y la fórmula para agradecer a la vida el haberte tenido como hermano. Viviste para tu madre, tu sobrino, tu familia y para mí; siempre estabas pendiente de todos y de todo. Pero en este viaje llamado vida no podemos elegir.
Entiendo que la muerte es una realidad por la que todos tendremos que atravesar a lo largo de nuestras vidas, pero tú te fuiste tan pronto… Por ello, siento un cúmulo de rabia, impotencia y dolor y me aferro a algo que físicamente no existe. Parece que me han robado una parte vital de mi ser. Acepto tu ausencia, pero el vacío es tan infinito como tu grandeza. He aprendido que algunas personas pretenden vivir en la cima de la montaña sin conocer que la verdadera felicidad es la forma de alcanzarla. También he aprendido que cuando un recién nacido aprieta el dedo de su madre, lo tendrá atrapado para siempre. Por ti he aprendido a ser mejor persona. Tenerte cerca ha sido el premio más importante que he llegado a conseguir. Siéntete orgulloso, Manolo. Te quiero.

Por tu hermana Pepi.

    15 mar 2014 / 23:00 H.