Gregorio Manzano: 'En Jaén hice el máster que me ayudó a cumplir sueños'

Antonio Oliver /Sevilla   
Gregorio Manzano es, fundamentalmente, él mismo. Han pasado casi treinta años. Ahora se mueve con un romanticismo atenuado, dosis razonables de cautela y un bagaje extraordinario de experiencias futbolísticas. Nada pasa por pasar.

    29 nov 2010 / 11:23 H.

     La memoria, en un gesto explicado por Bersong, suaviza las dificultades del pasado sugiriendo que cualquier tiempo vivido antes, fue mejor. Es un espejismo. Lo mejor es el presente. El pasado ya no cuenta, aunque ayuda. Manzano lo sabe bien. En Mallorca casi logra cuadrar el círculo. Fue hace dos días, pero una amnesia rabiosa afecta al fútbol balear cuando se habla del entrenador que salvó del descenso al equipo, le dio la Copa del Rey hace años y la competición europea la pasada temporada. Que no la jueguen no es culpa de Manzano.
    Ahora quiere trazar su hoja de ruta en el Sevilla FC y, para ello, debe navegar entre la realidad y la excelencia impuesta sin paliativos por su presidente. Manzano no teme los retos pero busca el equilibrio. Quiere llegar a todo pero no cree en los milagros ni en las conversiones sáulicas. Manejando el arte de lo posible, con las herramientas que le han ofrecido y usando su libro de viajes, zozobras, glorias y pócimas de vestuario, intenta traducir a fútbol todo lo vivido desde Santisteban a Nervión.
    —Entrenar al Sevilla FC es un sueño cumplido…
    —El fútbol me ha permitido cumplir muchos sueños. Diría que me ha colmado, pero siempre necesitamos tener otra meta, un estímulo para trabajar a diario. Reconozco que entrenar al Sevilla FC es un orgullo por mi condición de andaluz y porque Sevilla es una ciudad muy especial para mí. Esto es un sueño, un reto, una responsabilidad y otra oportunidad que me ofrece el fútbol para disfrutar de mi trabajo. Lo tomo con tranquilidad. Vine a Sevilla consciente de que llegaba a una entidad cargada de historia pero que, sobre todo, quiere seguir creciendo y sumando éxitos. Tenemos la obligación de sumar, alcanzar nuevas metas y lograr que el presente sea tan brillante que no haya necesidad de mirar atrás para hablar de triunfos.
    —¿Qué piensa Gregorio Manzano, ahora, de todo lo vivido por los campos de Jaén?
    —Quizá sin aquello sería muy difícil explicar todo lo vivido después. Los banquillos de Santisteban del Puerto, de Villacarrillo, Villanueva, Iliturgi, Martos, Úbeda o Real Jaén son un tratado de filosofía futbolística. Allí aprendí muchas cosas de fútbol y empecé a observar comportamientos del ser humano en situaciones de precariedad, de tensión y de máxima exigencia emocional. Me sirvió mucho. Luego han venido los grandes estadios, las grandes presiones ambientales, los equipos llamados a jugar por la gloria o por evitar los descalabros económicos que supone un descenso, pero ahí llegué con un máster de fútbol doméstico que me ayudó mucho. Aprendí de jugadores, de directivos, aprendí de la gente de fútbol, de mis largas horas de soledad en la carretera y sigo aprendiendo.
    —¿Qué piensa de la crisis por la que atraviesa el Real Jaén?
    —Lo primero que me gustaría es enviar un mensaje de ánimo a los profesionales del club. A los jugadores y al cuerpo técnico, a su entrenador. Un mensaje de ánimo para ellos y para la afición y, por su puesto, mi deseo de que se encuentre la mejor solución para un club que es parte de la vida de muchos profesionales del fútbol, entre los que me incluyo. No es agradable escuchar y ver el momento por el que atraviesa una entidad histórica. Espero de corazón que todo se arregle.
    —La letra con sangre entra o hablando se entiende la gente…
    —Creo que, siempre, hablando se entiende la gente. En el fútbol y en la vida se puede explicar todo hablando, razonando y obrando en consecuencia. Hablar, dialogar, explicar no es sinónimo de debilidad. Cuando uno razona y enuncia sus principios, sus códigos, está ofreciendo un camino para entenderse. En el mundo del fútbol deben primar la responsabilidad y el compromiso. El respeto al trabajo, a los compañeros y a la entidad a la que nos debemos. Si todo el mundo entiende esto todo es más fácil. No me gustan las imposiciones. Prefiero explicarme y que se me entienda, para que nadie se llame a error. Es lo más efectivo.
    —¿Siente presión por el nivel de exigencia que impone el presidente del Sevilla FC cada vez que habla de los objetivos deportivos del equipo?
    —Entiendo las exigencias del presidente y las comparto. Yo me exijo y quiero cumplir para poder exigir y poder responder a las expectativas que se despertaron con mi llegada. Vine a Sevilla sabiendo adonde venía y no me asustan los niveles de excelencia que se plantean. Todo tiene sus ventajas y sus inconvenientes pero en este sentido caminamos en la misma dirección y seguros de que, haciendo las cosas juntos y haciendo las cosas bien, podemos cumplir y dar a la afición la satisfacción de ver que su equipo logra metas y cumple con su papel de equipo ganador.
    —Después de dos meses en Sevilla, ¿qué sensaciones tiene?
    —Que estamos empezando. En fútbol como en todos los órdenes de la vida, lo fundamental no se improvisa. La eficacia no se compra, se entrena a partir de la calidad de los jugadores. Llegamos y, de alguna forma, tratamos de cambiar una dinámica negativa. Se ha hecho con naturalidad, sin estridencias pero eso no quiere decir que haya sido un cambio simple ni que el cambio esté concluido. Lo dije cuando llegué, no soy un mago, no tengo una fórmula mágica. Fútbol es trabajo, es una idea, es compromiso y es el arte de hacer que todo coincida para lograr un objetivo común. Estamos en ello. No será fácil, pero a final de temporada estoy seguro de que presentaremos una buena hoja de servicios.
    —Sólo ha firmado una temporada con el Sevilla FC…
    —Suficiente para conocer y que me conozcan. El fútbol es quien dicta sentencia. Deseo que el fútbol me “condene” a estar muchos años en este club. Sería señal de que hemos cumplido y de que se han alcanzado los objetivos. Sólo pienso en seguir creciendo con mi plantilla y hacer feliz a la gente que viene al estadio en busca de fútbol y de resultados.
    —Supongo que cuando piensa en sus comienzos como entrenador le vendrán muchos nombres, muchas situaciones….
    —Muchos nombres y muchos momentos. Sería injusto hacer una relación, mencionar nombres pero me voy a permitir citar uno, por su edad y por ser de los primeros, Luis Gómez. Luis es un directivo de Santisteban del Puerto. Allí con él, con el equipo de su pueblo eché a andar.  Miro atrás y me impresiona recordar  aquellos días y aquellas circunstancias. Parece increíble, pero aquí estamos. Guardo un gran recuerdo y sé que él se alegra.
    —Antes de venir a Sevilla se habló de que había una posibilidad de entrenar en algún club de Inglaterra…
    —Me gusta la Premier League. El fútbol inglés es apasionante. El ambiente, la competición en sí y los códigos del fútbol inglés son muy interesantes. Además, tanto los técnicos como los futbolistas españoles están triunfando allí. Se habló de eso pero, sin duda, lo que tengo ahora no lo cambio. Estoy metido hasta el fondo y comprometido con este proyecto.
    Se va. El Sánchez Pizjuán está vacío. Va a comenzar un entrenamiento a puerta cerrada. Mientras se aleja veo a Kanouté, Negredo y Palop. Ahora son ellos como antes fueron Laguna, Barreiros, José Ramón o Pirri. Cambia el escenario, cambian los nombres. Manzano se ha dejado mucha inocencia en el camino pero conserva intacta la obsesión por la pelota.  Es un dato.