Funcionarios cogen a 21 presos con 'pinchos' hechos para matar

Con horas y horas de laborioso trabajo, un simple bolígrafo, los cordones de los zapatos y una cuchilla de afeitar pueden convertirse en un arma letal. Esta es una de las mil formas que tienen los presos de fabricar un “pincho” carcelario, un instrumento de defensa y ataque en la prisión.

    25 ago 2009 / 09:54 H.

    Sólo en lo que va de año los funcionarios del Centro Penitenciario de Jaén han cogido a 21 reclusos que llevaban estas armas fabricadas para matar. El dato lo aporta el propio director de la prisión, Manuel Martínez Cano. Asegura que no se trata de una cifra excesivamente alta, sobre todo si se compara con los decomisos realizados en otras cárceles españolas. Sin embargo, cualquier arma de fabricación artesanal supone un peligro tanto para los funcionarios como para los propios internos.
    Los trabajadores de la prisión saben que los reclusos pueden fabricar un “pincho” con cualquier cosa y con todo tipo de materiales. Así, se han encontrado armas blancas realizadas con huesos de animales, con cepillos de dientes, con bolígrafos e, incluso, con las varillas de los carros térmicos de la comida o con los anclajes de los radiadores. Y eso que en la cárcel las camas no tienen somieres metálicos, ni son de metal los efectos que pueden utilizarse entre rejas. Su efectividad consiste en trabajarlos bien y en dotarlos de un mango de trapo y celo, que permita profundizar al clavar la parte punzante.
    Para detectarlos, el principal elemento con que cuentan los funcionarios son los detectores de metales y los “cacheos” de las celdas, registros que se hacen periódicamente y que tienen como objetivo buscar este tipo de armas, además de drogas, medicamentos o jeringuillas. Y aunque muchos permanecen bien escondidos en los colchones, los sanitarios e, incluso en el propio cuerpo, las aprehensiones son muchas. En concreto, en la cárcel de Jaén fueron 33 durante 2007. En el pasado ejercicio, también se superó la treintena de decomisos y, en lo que va de año, ya se han cogido 21. El castigo pasa por la apertura de un expediente disciplinario que termina con sanción y que, además, es enviado al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria, que también lo tiene en cuenta a la hora de conceder los permisos.
    Acaip, el sindicato mayoritario en la prisión, alerta de que cada vez se perfeccionan más las técnicas para fabricarlos y esconderlos. “Es un riesgo enorme para los funcionarios de vigilancia que, en más de una ocasión, se han visto envueltos en peleas entre internos. Nos jugamos el tipo”, aseguran fuentes del sindicato, al tiempo que destacan la profesionalidad de los trabajadores del Centro Penitenciario.
    Acaip hace hincapié en la masificación de la cárcel jiennense, que tiene cerca de 800 internos, lo que supone el doble de la capacidad con la que fue construida en 1991. La tasa de saturación superar el 200 por ciento, una de las más altas del país. No obstante, y a pesar de este panorama, el director asegura que la situación está tranquila.
    Rafael Abolafia / Jaén