Francisco Casas Delgado: 'Mi novela toma como base la cocina de Jaén y la de El Quijote'

Ignacio Frías /Jaén
Acaba de publicar su sexto libro Don Picoco de los Cerros. Este escritor de Torreblascopedro llegó a estar seleccionado para la fase final del Premio Planeta por un libro anterior y ahora irrumpe con una nueva ficción. La provincia de Jaén ocupa un lugar de excepción en las novelas de Francisco Casas, escritor y colaborador de Diario JAEN, pese a que suele transmutar los toponímicos por otros nombres de su invención.

    06 oct 2010 / 10:30 H.

     El autor presentará su libro en el Antiguo Hospital de San Juan de Dios, mañana, día 7 de octubre, a las ocho menos cuarto de la tarde.
    —El título del libro suena simpático y rimbombante. ¿De qué va la historia?
    —El título completo es Don Picoco de los Cerros, señor de los fogones, viajero incansable y anfitrión amable. En el prólogo yo mismo me pregunto qué es, si es un libro de cocina, de viajes, una novela o un compendio de todo.
    —¿Y qué es?
    —Es un libro que he escrito para intentar compartir experiencias agradables de la cocina, del arte, del amor por nuestra tierra. La filosofía de la vida es compartir lo que tenemos y disfrutarlo.
    —Pero el título parece que tenga un tono humorístico.
    —No necesariamente. El libro surgió a consecuencia de las lecturas que hice de El Quijote, intentando encontrar las semejanzas de la cocina del Alto Guadalquivir, la de Jaén, con la que se cita en El Quijote. 
    —¿Y que afinidades o semejanzas ha llegado a descubrir?
    —A través de esa idea, tomé las citas de cocina que hay en El Quijote y fui viendo en qué pueblos de la provincia de Jaén existen platos parecidos. Como artificio literario hago que el protagonista sea un cocinero.  
    —Y lo llama Don Picoco.
    —Eso es. Don Picoco de los Cerros, por los cerros de Úbeda.
    —Sigo considerando que el nombre tiene gracia. ¿Por qué Picoco? ¿Qué quiere decir?
    —Desde que yo era pequeño, por la parte de Baeza, siempre oí hablar de un cocinero que había en los años 50, que se llamaba Picoco y que podría ser de Lupión o de Begíjar, y lo llevaban a hacer las comidas de las bodas, porque entonces los banquetes se celebraban en las casas. Por esta zona cuando se le dice a uno “picoco” se le está diciendo que es un buen cocinero.
    —Entonces, es un piropo.
    —Sí, es algo agradable. Yo hago que Picoco sea quien lea El Quijote. E incluyo al personaje de Sancho Panza, que nunca comió bien en sus andaduras con Don Quijote, salvo en las bodas de Camacho. En mi libro, Sancho también va de viajes, de la mano de Don Picoco y acompañados por un escribano. Va a comer y a gozar de la gastronomía jiennense de nuestra tierra.
    —¿Qué platos ha encontrado similares a los que cita Cervantes?
    —Por ejemplo, el ponche típico de muchos pueblos del entorno de Úbeda e, incluso, de Jaén. En Albacete le llaman cuerva y en El Quijote son los quebrantos. Es vino endulzado con agua, azúcar y canela, con trozos de melocotón u otra fruta. También están las migas, son similares, salvo que cuando escribió su libro Cervantes no se le añadía pimiento. Al gazpacho de los manchegos nosotros lo llamamos andrajos y gachatortas. También se han mantenido en nuestra cocina toda clase de dulces fritos que son de tradición árabe y judía.
    —¿Quién ha editado el libro?
    —Este es el sexto que publico y lo ha editado la Editorial Alfar de Sevilla. Antes, una de mis novelas quedó en octavo lugar en el Premio Planeta y, otras dos, fueron finalistas del Premio Andalucía.
    —¿Cómo lleva Sancho Panza lo de ser trasladado a la actualidad?
    —Es muy curioso. Se juega con la visión de una persona de comienzos del siglos XVII y ve un mundo diferente, el del siglo XX. Él reacciona ante lo que ve como si fuese de su tiempo. El tercer protagonista es un escribano que los acompaña.