EVA MORENO CABALLERO: "Ayudar a vestir a una Virgen te llena de paz"
Conchi Sánchez Mochales
En el casco antiguo de nuestra ciudad, muy cerca de la Plaza del Pato, discurre la infancia de Eva Moreno Caballero, dentro de una familia honesta y trabajadora. Su padre, Juan Antonio, y su madre, Francisca, transmiten a sus hijos los valores que dan significado a sus vidas: el amor, la responsabilidad y la sencillez.

En el casco antiguo de nuestra ciudad, muy cerca de la Plaza del Pato, discurre la infancia de Eva Moreno Caballero, dentro de una familia honesta y trabajadora. Su padre, Juan Antonio, y su madre, Francisca, transmiten a sus hijos los valores que dan significado a sus vidas: el amor, la responsabilidad y la sencillez.
—¿Qué recuerdos de su niñez son imborrables en su memoria?
—Yo soy la segunda de cuatro hermanos, Juan Carlos, María Luz y María Jesús. En una familia con tantos niños, siempre había alegría y juegos. También el paso por mi colegio, el Divino Maestro, es inolvidable.
—¿Guarda un cariño especial a esta etapa de su vida?
—Creo que es una de las mejores cosas que me han pasado. Allí encontré amigas, que después de tanto tiempo conservo, y profesores estupendos muy implicados con sus alumnos, que nos hacían la tarea de aprender agradable. Una de las mayores ilusiones, que se cumplió, fue estrenar colegio. Tanto profesores como alumnos nos afanamos en la mudanza y en las actividades de inauguración del nuevo centro.
—Eligió la profesión de peluquera. ¿Siempre le había gustado?
—Fue una decisión que tomé de forma imprevista. Pensé hacer Jardín de Infancia, pero, al no quedar plazas, opté por peluquería en San Juan Bosco. Una vez dentro y gracias a profesores como Fernando, Marisa y María del Carmen, entre otros, más que una profesión, la peluquería se convirtió en un hobby con el que me gano la vida.
—¿Cuándo empieza a trabajar?
—A los pocos meses de terminar los cinco años de formación, el matrimonio Vicente y Loli (Chiqui), unos grandes profesionales, me dieron la oportunidad de trabajar con ellos. Desde hace siete años trabajo en la peluquería Marco Aldany.
—Las modas cambian con rapidez. ¿Les ofertan cursos de actualización?
—Sí, por supuesto. Todas las temporadas nos informan de las nuevas tendencias, técnicas y tratamientos para el cabello. A veces la firma celebra encuentros en alguna ciudad andaluza y los directores de Marco Aldany nos comunican las últimas novedades.
—De los trabajos técnicos en peluquería, ¿cuáles son los que prefiere llevar a cabo?
—Me encanta cortar el cabello y realizar cambios de imagen, pero lo que más me gusta es el color. Cuando hablo de color me refiero a utilizar un amplio abanico de técnicas, formas y estilos distintos.
—¿Juega mucho la imaginación a la hora de hacer su trabajo?
—Bastante. En esta profesión es esencial, y ayudados por la experiencia podemos sacar mucho partido, la verdad. Es muy gratificante el resultado final.
—En su vida ocupa un lugar destacado el compromiso con el mundo cofrade de la capital. ¿Cómo nace esta entrega?
—Desde muy pequeña, mis padres me llevaban, junto con mis hermanos, a ver las procesiones de Semana Santa. Ya con cinco años, hice mi primer desfile procesional con la Cofradía del Cristo de la Clemencia. Poco después, me llevaban a la salida de Nuestro Padre Jesús, no sin haber comido antes las magdalenas con chocolate que nos hacía mi madre. Este vínculo que se crea desde los primeros años de la infancia hace que el sentimiento crezca a lo largo de tu vida y cada vez se haga más intenso.
—Es hermana de la cofradía del Amor, Perdón y Esperanza. ¿Qué puesto desempeña en ella?
—Desde hace nueve años, tengo el gran honor de pertenecer al cuerpo de camareras. Concretamente, de camarera del Amor, que me llena de orgullo y satisfacción.
—¿Es complicada la labor de camarera?
—No, porque se viven momentos únicos. Las camareras tenemos la responsabilidad de la limpieza, conservación y cuidado de las imágenes y de sus ajuares. Pero la tarea más deseada es ayudar al vestidor en los cambios, según el tiempo litúrgico. Es un momento de recogimiento e intimidad que te llena de paz y te aísla del mundo.
—¿Qué importancia tiene la mantilla en un desfile procesional?
—Aunque se diga que la mantilla va a exhibirse, yo no lo creo así. Una mantilla acompaña a la “Señora”, identificándose con su dolor y su sufrimiento, con el respeto debido y con gran devoción.
—¿Toda mujer sabe llevar la mantilla?
—Según para qué. Como madrina puede ser un tocado que te haga elegante y bella para la ocasión. En una estación de penitencia la mantilla va ligada a un sentimiento. Si la mujer se identifica con este sentimiento, seguro que sabe llevarla dignamente.
—A lo largo del año, ¿qué actividades realizan los hermanos?
—Muchas. Pero las más importantes son las que hace la vocalía de Caridad: ayudar a los conventos más necesitados de la provincia vendiendo sus dulces, repartir juguetes a los niños desfavorecidos por medio de la campaña “La sonrisa de un niño más vale un juguete”, entregar cestas de alimentos a familias en grave situación económica, socorrer a los inmigrantes con mantas y alimentos calientes por la noche y podría enumerar muchas más.
—¿Se vive la Cuaresma de una manera especial en la hermandad?
—Se vive con mucho nerviosismo y deseosos de empezar a preparar todo para la Semana Santa. Es un tiempo de mucho trabajo, pero la Cuaresma no es sólo esto, es oración, es tiempo de reflexionar y de pedir perdón y perdonar, de saber amar y ser amado.
—¿Qué objetivo inmediato se han marcado los hermanos?
—El próximo día 3 de abril, los componentes del grupo joven de la cofradía se convertirán en actores para representar “Nazarenus” en el Nuevo Teatro Infanta Leonor. La recaudación irá íntegra para el centro de día de la Tercera Edad “Esperanza”, que se está gestionando con el Patronato de Asuntos Sociales. La vocal de Caridad María Antoñeta López está al frente de esta actividad. Le tenemos mucho que agradecer y nos queda bastante por aprender de ella.
—Por su relación familiar con la cofradía de El Abuelo, es hermana costalera de la Verónica. ¿Cómo lo decidió?
—Por dos motivos. Primero, porque quería saber lo que se siente al estar debajo de un paso. El segundo motivo, por acompañar a Nuestro Padre Jesús abriendo camino por las calles de Jaén en la madrugada del Viernes Santo.
—¿Qué emociones le despierta?
—Las mismas emociones que me despierta el Cristo del Amor o el Cristo del Perdón. La fe es la misma, es creer en Jesucristo, el Hijo nacido del Padre.
—¿Le influyó el amor que su padre, hoy fallecido, tenía a El Abuelo?
—También. Es como una continuidad de él. Ya llevo dieciséis años haciéndolo. A veces creo que mi padre sigue llevándolo al son de su himno subiendo por la Carrera.