Entrevista. Inmaculada Garrido: 'Es apasionante dormir bajo las estrellas del cielo de Jaén'
José del Pozo / Jaén
Inmaculada Garrido Palomino lleva más de quince años dedicada al alpinismo, afición que compagina con su profesión de psicóloga.

Inmaculada Garrido Palomino lleva más de quince años dedicada al alpinismo, afición que compagina con su profesión de psicóloga.
La jiennense, que siente predilección por los parajes de su tierra, tiene en la montaña un cobijo cándido en un marco inmejorable: la nieve virgen de las altas cumbres.
—¿Cómo fueron sus comienzos en el mundo del alpinismo?
—Empecé por casualidad. La Universidad de Jaén organizaba un curso de alpinismo en el “rocódromo” local y me apunté. Desde entonces ocupa todo mi tiempo libre. Disfruto mucho de todos los rincones naturales que me ofrecen las montañas. Jaén es el paraíso de la escalada, tiene mucha oferta para los deportistas. La subida que más me gusta es La Alcandora, cerca de la Cañada de las Hazadillas. Es una cumbre de doscientos metros muy exigente y técnica. Me pone a prueba y eso me motiva para la próxima.
—¿Qué tiene la montaña que tanto le atrae?
—Este deporte conlleva una exigencia que me encanta. Vivir al aire libre, sentir la naturaleza y dormir bajo el cielo de Jaén no tiene precio. Además, me gusta mucho el deporte y la adrenalina que se desprende al hacer ejercicio. Cuando empecé recuerdo que muchos me animaban a salir de fiesta, pero siempre prefería hacer senderismo o descubrir nuevos parajes. Hago de la montaña mi estilo de vida.
—Lleva más de tres lustros en este deporte, ¿se queda con alguna prueba en especial?
—Mi pasión es la escalada, pero a la hora de elegir me quedo con mis compañeros. Lo importante son las personas, les confío mi vida. En cuanto a las pruebas, cada actividad que emprendo es una etapa en mi camino, un momento importante que me ayuda a evolucionar como persona y profesional.
—¿La ha traicionado alguna vez la alta montaña?
—La montaña es muy traicionera, sobre todo en Sierra Nevada, donde el tiempo es impredecible y las ventiscas te pueden dejar atrapada. Recuerdo aún con nerviosismo cuando los altos de esta sierra granadina me jugaron una mala pasada. Junto a mi amiga y compañera Ana estuvimos atrapadas dos días bajo una fuerte ventisca. Sin comida, ni bebida, después de dos noches y andar once horas, conseguimos salir siguiendo el curso del río. No pude evitar soltar algunas lágrimas cuando entramos en el refugio.
—¿Merece la pena ese riesgo?
—Lo más importante es querer lo que una hace. Hay una línea muy fina que separa la osadía de la coherencia. Renunciar a una cumbre es muy difícil, muchas veces obvias el peligro para conseguir la subida. Aun así, intento ser objetiva y evitar situaciones que puedan poner en peligro mi vida.
—Después de tanto tiempo, ¿añoras su tierra?
—No es fácil compaginar mi vida personal y laboral. Me faltan horas al día para dedicarle tiempo a mi gente. Añoro no poder estar con las personas que quiero y que no practican este deporte tan bonito, pero tan severo. Por lo demás, hago lo que quiero. Mi preferencia siempre es la montaña y la gente que me quiere me comprende a la perfección.
—¿Se ha marcado algún nuevo desafío para lo que resta de año?
—No me he marcado ningún reto en especial. Mi objetivo es vivir el presente y entrenar duro para no perder la forma. El deporte me apasiona y no puedo estar quieta ni un segundo. Una cosa sí tengo clara, voy a volver al Himalaya, está marcado en mi agenda como uno de mis objetivos. Además, me encantaría hacer el K 2, una cumbre de ocho mil metros que puede ser apasionante. Sería un bonito reto para una vida llena de nuevos y apasionantes desafíos.
—Desde la experiencia que la avala, ¿algún consejo para los jóvenes alpinistas que empiezan?
—Es muy importante la seguridad y no correr riesgos innecesarios. Hay que tener cabeza. Es un deporte que se vive intensamente, por ello hay que aprovechar cada instante y todos los momentos con tus compañeros.
—¿Cómo llena el silencio de una gran cordillera alpina?
—La montaña me ayuda a evadirme. Cuando estás arriba, bajo las estrellas, sientes una tranquilidad indescriptible. Aprovecho para pensar en las cosas que tengo pendientes en mi vida cotidiana, en mi futuro y en mi gente. Además, soy una persona muy habladora y eso facilita las cosas. Mis compañeros también lo agradecen porque lleno de risas su tiempo.