Enrique Ponce cuaja un faenón a un bravo toro de Zalduendo
Enrique Ponce, por Dios. ¡Cómo se puede torear así! Si hasta el cielo empezó a relampaguear después de semejante faenón. ¡Qué barbaridad! ¡Qué emoción! Éxtasis en los tendidos y hasta petición de indulto para el bravo astado de Zalduendo. Y eso que en el primero no pasó nada. Tres naturales bellos con un animal con poca fuerza. Pero el cuarto fue de lío... El astado no fue nada fácil. Se movía con emoción y se cerraba en el capote con embestidas de bravo. El pitón derecho daba miedo. Se quedaba y buscaba las zapatillas.

Enrique Ponce sintió los pitones cerca en el comienzo de la faena. Le buscó la taleguilla. En cambio, ante el buen animal del ganadero Fernando Domecq, Enrique Ponce cuajó una faena tremendamente importante y bella. Y lo hizo con solo dos premisas: Poderle al principio para, después, torearlo a placer. Lo que era una fiera, se volvió un carretón. Parece fácil, pero conseguirlo tiene tela. ¡Qué bonito lo hizo! Trasteo poderoso y mandón por bajo. Circulares emocionantes con un pitón derecho de un toro que no era tonto. Poco a poco y a más... Ponce, en Linares, estuvo hecho un león. La fiera fue él y no el toro. ¡Qué actitud desde el inicio de la faena del cuarto! Lo toreó bien con la derecha... Y con la izquierda. Remates preciosos y desplantes toreros y enrabietados. El toro transmitía y Enrique Ponce también. La faena fue tan bonita que el público no quería que lo matara. El respetable pidió con fuerza el indulto, que se quedó en una vuelta al ruedo. Faenón en Santa Margarita. Delirio por Enrique Ponce. Gran toro de Fernando Domecq.
José María Manzanares logró un trofeo de cada astado. Con el segundo estuvo templado y muy estético. Manzanares es el rey del preciosismo en la composición. Las series no eran largas, pero fueron apropiadas. Sirvieron para medir al animal a la perfección. Más intensidad y la mano baja lo hubieran desfondado. Lo llevó bien en redondo. También dejó destellos al natural. Con el quinto, el público esperaba más, pero el animal de Zalduendo se vino algo abajo en la muleta. Manzanares le llevó el engaño siempre muy pegado para que rompiera hacia adelante. Si no lo hacía, el animal lo marcaba. Estuvo cerca de cogerlo en un cambio de mano. Otra vez, templado en redondo y estocada recibiendo, que cayó algo defectuosa pese a la buena ejecución. Salió a hombros con Enrique Ponce. Buena actuación de Manzanares.
Talavante se fue a pie por el mal uso de la espada. Al tercero de la tarde lo recibió a la verónica con los pies juntos antes de darle dos chicuelinas y una bella revolera. Acabó con el capote con tres gaoneras. La última fue de infarto por lo cerca que le pasó el pitón. Inició con estatuarios y basó la faena en cercanía y bellos cambios de mano. Lástima la espada. El sexto tuvo mucho que torear. Vaya miraditas que echaba. ¡Qué miedo! Pero Talavante estuvo muy firme. Inicio con los pies juntos por alto e hizo vibrar a los tendidos en redondo y al natural. Lástima la espada. Ayer, la tarde estaba para Enrique Ponce. De su faena se hablaba anoche en la feria. ¡Qué bonita! Enrique Alonso / Linares