ELENA WIÑA GARCERÁN: "La rutina no existe en la gestión de emergencias"
Juana Pastor
Me cito con ella en su puesto de trabajo. Pegada a su ordenador, está atenta junto a otros compañeros a cualquier emergencia que pueda surgir. Desde su más tierna infancia conozco a esta jiennense de 34 años, que siempre tuvo claros sus objetivos. Sus padres, Angelines y José Antonio, colaboraron a que se realizaran sus sueños en un entorno familiar pleno de armonía y procurándole, junto a sus hermanas, Laura y Adela, una formación rica en valores que hoy le sirven para un mejor desarrollo de su trabajo.

Me cito con ella en su puesto de trabajo. Pegada a su ordenador, está atenta junto a otros compañeros a cualquier emergencia que pueda surgir. Desde su más tierna infancia conozco a esta jiennense de 34 años, que siempre tuvo claros sus objetivos. Sus padres, Angelines y José Antonio, colaboraron a que se realizaran sus sueños en un entorno familiar pleno de armonía y procurándole, junto a sus hermanas, Laura y Adela, una formación rica en valores que hoy le sirven para un mejor desarrollo de su trabajo.
—¿Cuándo comienza su formación?
—A los 3 años, me matricularon en el colegio hijas de Cristo Rey, de Jaén. Tengo muy buenos recuerdos de esos años, ya que fue una época muy feliz, libre de preocupaciones, y casi hasta de obligaciones, ya que no tenía que estudiar mucho para sacar muy buenas notas. Esto siempre me lo echaba en cara mi madre, porque mi hermana tenía que esforzarse mucho para aprobar. Allí estudié hasta los 18 años.
—¿Qué fue lo mejor de esa época?
—Las amistades que hice, que siguen perdurando hoy día, Inma, Diana y Raquel. Hemos vivido innumerables aventuras, obras de teatro, hemos viajado juntas, hemos estudiado juntas, hemos madurado (sólo un poco) juntas y ahora estamos pasando juntas la etapa “hijos”.
—Cumplidos los 18 años, llegaron los estudios universitarios, ¿en qué ciudad?
—Tras aprobar la Selectividad, me marché a Granada; aunque mi intención era matricularme en Periodismo, en Sevilla. No me llegó la nota por poco y me quedé cuarta en la lista de espera. Así que, mientras, me matriculé en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de Granada. Y me gustó tanto que, pese a que a los 15 días de haber comenzado las clases me llamaron porque había entrado en Periodismo, ya no quise dejar Sociología. Me incliné por esta carrera porque tocaba muchas materias: sociedad, economía, psicología, historia, antropología y ecología. Siempre he sido muy curiosa.
—¿Cómo recuerdas estos años en la ciudad de la Alhambra?
—Mis años en Granada también fueron estupendos. Estudié mi carrera junto con una compañera del colegio Cristo Rey, amiga mía desde los 3 años, Diana, y, al final, estamos las dos trabajando en lo mismo. Tengo grandes amigos de esta época. Allí conocí a Antonio Valverde, con el que me casé años más tarde, tras once de relación. Tenemos una hija preciosa, Ana, que es nuestro más preciado tesoro.
—¿Qué relación guarda su carrera con el trabajo que hoy desempeña?
—Acabé mi carrera con muchas ilusiones puestas en trabajar de socióloga. De hecho, sigo estando colegiada, pero, poco a poco, me di cuenta de que esta profesión no está bien entendida en España. Amigos que se han ido al extranjero sí han conseguido trabajar en lo suyo. Allí, para todo llaman a un sociólogo, para ajustes de plantilla, selección de personal, ¡hasta para montar un bar llaman antes a un sociólogo que a un decorador! Pero aquí, montas una empresa o te dedicas a escribir. El caso es que mi amiga Diana, que ya estaba trabajando en emergencias, pero en otra provincia, me informó de que hacían una bolsa de trabajo para Jaén. Y hasta hoy.
—¿Cuál es su cometido?
—Gestionar emergencias. Desde el Centro de Coordinación de Emergencias 112 Andalucía se coordina la intervención de los operativos necesarios para su resolución.
—¿Con cuántos compañeros trabaja?
—Somos casi veinte, más personal de bolsa. Los turnos son de mañana, tarde o noche. Además, contamos con horas en las que estamos de guardia. Y se trabaja 24 horas, los 365 días del año. Normalmente, estos turnos se cubren entre 2 y 4 personas, en función de las necesidades (operaciones de tráfico, Navidad, Fin de Año y ferias).
—¿Gestionan muchas incidencias?
—Desde que empecé, han aumentado mucho. La publicitación del teléfono de emergencias 112 y el hecho de que con un solo número queden cubiertas emergencias sanitarias, extinción de incendios, salvamentos, seguridad ciudadana y accidentes de tráfico ha hecho mucho. Además, es una llamada gratuita y, aun sin saldo o sin cobertura, puedes llamar desde el móvil.
—¿Hay buen ambiente laboral?
—Estar tantas horas trabajando codo con codo hace que entre nosotros haya, por lo general, muy buena relación.
—¿Cómo compagina estas fechas con su trabajo?
—Como se puede. Son fechas muy señaladas en las que todo el mundo tiene planes con familia y amigos, pero el servicio ha de quedar cubierto. Así que nos vamos turnando. Casi todos hemos celebrado alguna Nochebuena o Fin de Año en el trabajo.
—¿Cuesta compatibilizar su trabajo con la vida familiar?
—Esa es la peor parte. Hay días que sólo veo a mi hija por la mañana, ya que cuando llego ya está acostada. También se llevan mal las noches, ya que al día siguiente, si no hay colegio, tú estás agotada, pero casi no puedes dormir porque la niña sólo quiere jugar. Además, mi hija no se separa de mí cuando estoy en casa, ya que no sabe en qué momento me voy a ir. Tiene mucho lío con mis horarios.
— En el ámbito de la igualdad, ¿están al 50 por ciento hombres y mujeres?
—Hay “discriminación positiva” hacia la mujer. Sólo hay cuatro hombres.
—¿Encuentra gratificante su labor?
—Pues sí; intentar ayudar a que algo salga bien siempre es grato. No voy a negar que a veces nos vamos a casa con un pellizco en el estómago, pero no es muy a menudo. Conoces situaciones o hechos que no son agradables, pero te pones un escudo y los gestionas como los demás casos.
—¿Es un trabajo rutinario?
—Para nada. Cuando entras de turno, no sabes qué puede pasar. Hay turnos de lo más tranquilos y otros superfrenéticos en los que entran muchísimas emergencias. Además, nunca sabes qué tipo de emergencia puede entrar. Así que de todo, menos rutinario.
—¿Cuentan con cursos especiales de formación?
—Aparte de la formación inicial requerida, continuamente recibimos formación adicional, como violencia doméstica, riesgos naturales, cartografía, atención de llamadas de riesgo y amenazas terroristas. Continuamente se revisa y mejora nuestra operativa.
—¿Qué incidencias son más habituales?
—Principalmente, las asistencias sanitarias, los accidentes de trafico, las relacionadas con seguridad ciudadana y los incendios. En invierno, con nevadas y, en época de tormentas, limpieza de carreteras e inundaciones. En verano, incendios de pastos y forestales. Los accidentes están presentes siempre, pero más aún cuando las condiciones climáticas son malas.
—Turnos cambiantes, familia… ¿le queda tiempo para otras actividades?
—Por supuesto. Al mismo tiempo que cursaba los primeros años del colegio, me empezó a gustar la pintura. Me levantaba muy temprano los fines de semana para pintar. Viendo mis padres que, además, no se me daba mal, me apuntaron a las clases que daba José Rodríguez Gabucio, Pepe, que he de reconocer que ha sido una persona importante en mi vida y al que tengo un grandísimo afecto. Él me descubrió un mundo nuevo.