El régimen del 78

Así lo llaman los beneficiarios de las políticas que se llevaron a cabo en este país, cuando se refieren a la generación que protagonizó el cambio hacia una democracia.

    18 mar 2015 / 11:20 H.

    Somos del 78, y a mucha honra. En aquella época y, sobre todo, en la década que siguió a esa fecha, se fraguaron las políticas que dieron lugar a que España gozara y goce de un esqueleto óseo fuerte que soportara el pasar de los años, con estructura propia: La Constitución Española como marco de la convivencia de todos , gracias al consenso —práctica necesaria e imprescindible en toda democracia—.
    Se logró avanzar para la consecución de los derechos y libertades y, sobre todo, para la construcción de un Estado de Bienestar creando e impulsando el derecho a una Sanidad, Educación y Servicios Sociales públicos y universales, encaminados a avanzar en la igualdad, en la tolerancia y en la libertad. Que hay que modificar la Constitución, es obvio. El paso del tiempo hace cambiar todo y a todos para no caer en la decadencia y en lo obsoleto y, sobre todo, porque la Carta Magna ha de estar siempre dispuesta a evolucionar, adaptándose a las necesidades de los tiempos y de las personas.
    Fue la, hoy denostada, generación del 78     —políticamente hablando— la que hizo posible que, nuestros ahora jóvenes y menos jóvenes, hayan podido crecer , vivir y formarse con unos avances sociales ya conquistados por otros. Pero fue también esta generación la que no supo —y ahí no digo “no pudo”—, trasmitir estos valores, como tampoco supimos estar orgullosos de aquello que habíamos hecho posible.
    En orden a la autocrítica generacional, faltó determinación para aprobar una Ley de Partidos que hubiese evitado en gran parte la corrupción en organizaciones e instituciones que gobiernan. Ese sí es el pecado.
    La política, además de ser un noble arte —aunque no esté de moda defenderla—, es la finura del acuerdo, del consenso, del diálogo, y, sobre todo, la responsable de hacer posible una sociedad justa. Un gran reto. Afortunadamente y, gracias al “Régimen del 78”, podemos votar libremente a quien queramos y, además, decirlo.