El policía juzgado por ser el chivato de los narcos niega los cargos
Rafael Abolafia / Jaén
Juan Antonio G. S., el policía nacional acusado de avisar a una banda de narcotraficantes de Linares de las redadas contra ellos, negó los cargos que le imputa el fiscal. Cuando escuchó las grabaciones que lo incriminan, el agente aseguró que la voz que se escucha no es la suya. 'De momento, no hay nada. No te preocupes, que cuando sepa algo yo seré el primero..., si supiera algo te lo diría'.

Juan Antonio G. S., el policía nacional acusado de avisar a una banda de narcotraficantes de Linares de las redadas contra ellos, negó los cargos que le imputa el fiscal. Cuando escuchó las grabaciones que lo incriminan, el agente aseguró que la voz que se escucha no es la suya. 'De momento, no hay nada. No te preocupes, que cuando sepa algo yo seré el primero..., si supiera algo te lo diría'.
Esa es la transcripción de una de las conversaciones telefónicas grabadas por la Policía a mediados de mayo de 2011, en el marco de la operación “Pinocho”. Hablan dos hombres. Uno de ellos, el que escucha, es Eusebio G. P., un vecino de Linares apodado “Giussepe”, que está en prisión preventiva por estos hechos y que ayer reconoció que se dedica al tráfico de drogas. El otro interlocutor, según la Fiscalía, es el policía Juan Antonio G. S.
Varios días después, los investigadores interceptan otra conversación. El Ministerio Público asegura que son los mismos protagonistas. En ella, presuntamente, el agente alerta al jefe de los narcotraficantes de que sus compañeros le siguen la pista: “No habléis por estos medios. Ni tú ni ninguno. Cámbialo todo, tú y todos. Luego te explicaré”, dice, en relación a la intervención de los teléfonos y a la necesidad de deshacerse de los móviles.
El policía acusado escuchó los tres cortes con la mirada al frente. Apenas hizo un gesto. Cuando fue preguntado por ello por la fiscal Sara Naverrete, Juan Antonio G. S. alegó que la voz que se escuchaba en esas conversaciones no era la suya, a pesar de que la llamada había sido realizada desde un teléfono que, según el Ministerio Público, era de su propiedad.
El funcionario explicó que conocía al suegro de Eusebio G. S., el cabecilla del grupo. Relató que fue a la casa de “Giussepe” en dos ocasiones para tratar la compra de un coche y que desconocía que allí se vendiera droga. En una de esas visitas, un policía que vigilaba la vivienda le dijo que se marchara: “No sabía que la estaban controlando. De haber sabido algo, no me hubiera acercado a esa casa ni loco”, se defendió el policía, para el que el fiscal pide dos años y once meses de prisión por un delito contra la salud pública.
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